Océanos de plástico

“Más plástico que especies marinas habitando el océano”, eso es lo que la ciencia está prediciendo para el año 2050, estableciendo la presencia de plástico en el medio ambiente como un problema mundial. Desde hace unos diez años atrás, esa es una de las problemáticas que ha tomado protagonismo en mi vida. Los residuos y […]

“Más plástico que especies marinas habitando el océano”, eso es lo que la ciencia está prediciendo para el año 2050, estableciendo la presencia de plástico en el medio ambiente como un problema mundial.

Desde hace unos diez años atrás, esa es una de las problemáticas que ha tomado protagonismo en mi vida. Los residuos y el impacto en el ecosistema.

¿Pero cómo poder ayudar eficazmente? Decidí embarcarme a estudiar biología marina y adquirir herramientas que fueran útiles para abordar este tipo de contaminación que nos afecta a todos. Creo que lo primero entonces, es establecer un escenario general. ¿Cuánto plástico hay en el mundo? ¿Cuánto llega a los océanos? Y ¿Cómo afecta al medio ambiente?

Retrocediendo un poco en el tiempo, a inicios del siglo pasado precisamente, se creó el plástico tal como lo conocemos. El llamado baquelita fue el “primer plástico moderno”, al cual le ha seguido una producción en masa de los más diversos productos ligeros, duraderos, moldeables, protectores a la corrosión, es decir, con inagotables aplicaciones. Sin embargo, no fue hasta la década del 40 que la sociedad mundial comenzó a familiarizarse con este material de uso común, y ya en los años 70 los científicos Carpenter y Smith se convirtieron en los primeros investigadores en comenzar a hablar de la presencia de pellets de plástico en la superficie del océano Atlántico Norte,  declarando que “La creciente producción de plástico, combinado con las prácticas actuales de eliminación de desechos, probablemente conduzca a una mayor concentración en la superficie del mar”. No es sorprendente, que tan sólo unos meses después de esa declaración en 1972, se informara a la comunidad el hallazgo de la ingestión de altas cantidades de éstos plásticos en peces.

Proyecto “Catch of the day” de Surfrider Foundation

En las últimas décadas, la producción de plástico ha incrementado de forma dramática, con 230 millones de toneladas en el año 2009, 265 millones de toneladas en el 2010 y 299 millones de toneladas el año 2013, representando cerca del 10% de la producción mundial de petróleo (Thompson et al., 2009b), cifras que van en aumento.

Con este número alarmante de toneladas producidas al año, cabe preguntarse cuánto es la cantidad que llega a los océanos. Cifras no menos preocupantes estiman que un 10% de la producción de plástico anual tienen a los océanos como sumidero final (Jambeck et al. 2015). Estos residuos provienen mayoritariamente del turismo, de los ríos, de los  alcantarillados y vertederos ilegales, como también de las costas, las cuales, debido a su complejidad estructural, permiten un aumento de la acumulación de basura antropogénica, lo que demuestra que nosotros somos los que más contribuimos a aumentar la carga de plástico en las aguas. Imaginemos por lo tanto, millones de trozos y partículas de plástico dispersas por todos los océanos, transportadas por las corrientes marinas. Generalmente estos plásticos son reunidos en los cinco giros oceánicos formando enormes islas, en donde podemos inclusive caminar, tal como nos muestra el capitán Charles Moore en innumerables videos. Hoy en día, después de sólo 50 años, los investigadores Carpenter y Smith probablemente estarían impactados caminando sobre ellas.

Portafolio “Disastrous Results”, publicado por Waterstreet Studios, Illinois EE.UU

En función de todos los antecedentes anteriores, el plástico es un elemento cada vez más presente en los ambientes, alcanzando zonas tan amplias que van desde la costa, hasta las profundidades del océano. Esta persistencia está dada principalmente por que la fragmentación del plástico, sin la intervención humana, puede llegar a ser demasiado lenta en el ambiente natural, y sólo parcial, quedando polímeros cada vez más pequeños en el ambiente, tales como los ya famosos micro y nanoplásticos, los cuales tienen dos orígenes:

Origen primario: Se derivan principalmente de los productos de belleza (como el maquillaje, las pastas de diente, los productos para el cabello, entre otros) y también de productos asociados a la limpieza del hogar (tales como los detergentes, entre otros).

Origen secundario: Derivados de procesos físicos, químicos y mecánicos, tales como la foto degradación, la degradación térmica, la hidrólisis y la biodegradación microbiana.

En este sentido, dado que existen múltiples procesos en los que el plástico disminuye progresivamente de tamaño en el ambiente, éstos residuos aumentan su abundancia y su distribución, por lo tanto, el tamaño es un factor importante para la distribución y la dispersión de las partículas. Un estudio reciente publicó que cuanto más grandes sean las partículas de plástico, éstas tienen la capacidad de poder transportarse a mayores distancias en las aguas, tal como lo demuestran los modelos de distribución de micro y macro partículas de la investigación de Lebreton y su equipo en 2012. En cambio, las partículas más pequeñas, especialmente las fibras, pueden someterse al transporte aéreo y caer en cualquier superficie por ayuda de las precipitaciones, o bien, ser transportadas por los alcantarillados, al hacer tareas cotidianas, como lavar ropa. Se ha estimado que con un solo lavado, se pueden desprender 1900 fibras de ropa, con un 90% de composición plástica.

Cigüeña blanca (Ciconia ciconia) enredada en bolsas plásticas desechables (John Cancalosi/Naturepl.com)

Problemática de los plásticos en las tramas tróficas

Una de las problemáticas más importantes acerca de los plásticos en el océano, es su ingestión por parte de los distintos eslabones que componen las tramas tróficas. Así, cuánto más pequeña sea la partícula, mayor es la disponibilidad y probabilidad de ser ingerida, sin embargo, no fue hasta la década del 2000, cuando se comenzó a tener una idea clara de cuántas especies estaban siendo afectadas por el plástico. En la actualidad se sabe que los micro y nanoplásticos han sido detectados desde el zooplancton y los peces costeros, hasta los grandes mamíferos marinos, como las focas, lobos marinos y ballenas.

De esta manera, uno de los más grandes problemas se da por ejemplo, cuando el zooplancton (la base de las tramas tróficas que sostienen los ambientes marinos, y parcialmente, los ambientes terrestres) ingiere partículas de plástico, pudiendo quedar falsamente saciado al ingerir estas pequeñas partículas, debido al volumen que ocupan los desechos plásticos en el tracto digestivo, y a su vez, podría traspasarlas a los eslabones superiores, teniendo impactos físicos y fisiológicos en quienes lo ingieren, tales como problemas de crecimiento, toxicidad hepática, alteraciones endocrinas, alteraciones en la reproducción y malformaciones en distintas etapas tempranas de desarrollo, lesiones histológicas y hasta la muerte (Cole et al. 2013), .

Micrografía que indica la presencia de micro-esferas de plástico fluorescentes de 0,5 μm en las branquias de un cangrejo (Carcinus maenas) muestreado a 1 h x 200 de aumento. (Farrel & Nelson 2013).

La problemática local

Lamentablemente las costas de Chile no están exentas de este problema. Las corrientes marinas, el turismo y nuestros hábitos, aumentan año a año la cantidad de plástico.  Es por eso que cada año, Ocean Conservancy’s International Coastal Cleanup, en asociación con organizaciones y voluntarios de 112 países promueve una limpieza de playa oficial, la cual arroja significativos resultados que se dividen en alrededor de 10 tipos de residuos encontrados en cada jornada y Chile no está fuera. Nuestra participación es a nivel nacional y tan sólo en el año 2016 se recogieron más de 92.000 kg de basura costera.

Sin embargo, la flora y la fauna de nuestras costas continúa siendo afectada el resto del año, ya que se ha descrito que dentro de los tipos de desechos marinos más encontrados, se encuentra el plástico en todas sus formas y tipos, coincidiendo con los resultados publicados en otras áreas costeras alrededor del mundo. Pero si comparamos el nivel de contaminación de basura marina que tienen nuestras costas con respecto a un contexto global, el resultado no es más alentador, ya que contamos con niveles moderados y altos,  siendo los residuos domésticos y los de la industria acuícola y la pesca, los más encontrados de Norte a Sur respectivamente.

Conociendo ahora un poco más acerca de esta problemática, de su historia y sus diferentes aristas, es importante avanzar hacia una conservación informada. Acciones concretas, como por ejemplo la educación ambiental, el buen uso de los recursos, el reciclaje y las limpiezas de playa son vitales para comenzar a generar hábitos sustentables en el tiempo y darle una oportunidad para recuperarse a los ecosistemas.

*Foto de portada: “Menos Plástico Más Vida”: Less Plastic More Life.

Referencias:

Andrady, A.L. (2011). Microplastics in the marine environment. Marine Pollution Bulletin, 62: 1596–1605.

Thompson et al. (2009). Plastics, the environment and human health: current consensus and future trends. Philosophical Transactions of the Royal Society of London B, 364, 2153–2166

Jambeck et al. (2015).  Marine Pollution. Plastic Waste Inputs from Land into the Ocean. Science. 347(6223): 768-71.

Andrady, A.L. (2003). Plastics and the environment. Plastics and the Environment. New Jersey: Wiley & Sons, Ink. 747pp

Derraik, J. (2002). The pollution of the marine environment by plastic debris: A review. Marine Pollution Bulletin. 44(9): 842–852.

Setälä, O., Fleming-Lehtinen, V., & M, Lehtiniemi. (2014). Ingestion and transfer of microplastics in the planktonic food web. Environmental Pollution, 185, 77–83.

Mizraji et al. (2017). Is the feeding type related with the content of microplastics in intertidal fish gut?. Mar. Pollution Bulletin.

Bravo – Rebolledo, E. (2011). Threshold levels and size dependent passage of plastic litter in stomachs of Fulmars. MSc Thesis. Wageningen University, Aquatic Ecology and Water Quality Management group.  8: 3.

Cole et al. (2013). Microplastic ingestion by zooplankton. Environmental Science and Technology. 47(12): 6646–6655.

Aguilera. M, Broitman, B & M. Thiel. (2016). Artificial breakwaters as garbage bins: structural complexity enhances anthropogenic litter accumulation in marine intertidal habitats. Environmental Pollution 214: 737-747.

Hinojosa, I. & Thiel, M. (2009). Floating marine debris in fjords, gulfs and channels of southern Chile. Mar Pollut Bull. Aug; 58(3): 341–350.

Lebreton, M. Greer, S. & J. Borrero. (2012). Numerical modelling of floating debris in the world’s oceans Mar. Pollut. Bull. 64 653–61.