Caminar por Concón siempre es una aventura. Me lleva a caminos de infancia, calles de tierra que conectan plazas y escaleras escondidas que dan al mar. Así partió Naturalezas Diversas, entre calles de tierra, plazoletas y una puerta fucsia con el poster de la tercera versión “Narrativas de agua y movimiento”. Cruzar ese umbral me llevó a un espacio sin fronteras, sin tiempo y con muchos oídos para historias y experiencias. Varios se saludaron entre sí con afecto y felices de reencontrarse, otros más silenciosos se repartieron por los espacios de Casa Los Romeros en Concón.
Formamos un círculo en torno a instrumentos, jarrones de agua, variados colores y aromas que estaban en el centro. El “Rito del agua” fue el inicio de una jornada cargada de contenido y experiencias sensoriales en torno a la mar, la protagonista de este encuentro. Entre cánticos y ritmos marcados por el tambor, se invitó a unir las aguas desde el juncal que recorren el Río Aconcagua hasta llegar al mar, con más de 83.000 kilómetros de costa. Una suerte de meditación guiada para conectar con los cuerpos de agua y también entre los más de 40 participantes que llenaban la sala.
De historias y migraciones a través de la mar
Inmediatamente la palabra la tomó Organización Migrantas y Aula Mar, quienes a través del movimiento del cuerpo, de la puesta en escena y del juego, nos llevaron a la plaza para recrear la migración de las ballenas. Pero lejos del romanticismo de los desplazamientos, fuimos parte de la recreación compleja de este movimiento, ya sea por las grandes naves pesqueras, redes de pesca desechadas al mar y el turismo irresponsable.

Y con el fin de poder visibilizar la migración humana, a través de una dinámica grupal de búsqueda de pistas, revivimos la historia del viaje humano de Winnipeg, el barco que gestado por Pablo Neruda, durante el régimen franquista rescató a miles de refugiados españoles para trasladarlos a Chile, en una hazaña humanitaria y de solidaridad, que vivimos a través de este ejercicio de historia y reconocimiento. “Migrar no es solo un acto humano y tiene data desde cientos de siglos”, destacó quien dirigió la actividad. Pasamos nuevamente a la Casa Los Romeros, para finalizar con un ejercicio grupal. Cada equipo recibió una historia de migración, donde plasmado en un mapa dibujaron la historia del movimiento, desde las emociones que identificaron en el viaje, los diversos problemas y ayudas que recibió el protagonista, hasta la llegada a un nuevo lugar y los aires de esperanza tras un nuevo comienzo.
A modo de cierre de la mañana, y después de un café entre los asistentes, Chami y Magui tomaron la posta, y a través de la música y el movimiento, nos llevaron a conectar con el mar desde el fluir con los ritmos, hasta enlazar también nuestros propios cuerpos de agua que nos habitan. Caminar a pies descalzos, activar en movimiento, conectar y confluir.

Crear y fluir a través de las historias
Iniciada la tarde, el grupo de personas se unía como una comunidad conectada compuesta por diversas historias, variados territorios, confluyentes en Concón a través de esta experiencia regenerativa. Para comenzar con los talleres de la tarde, María Ignacia Pino (Aqua Coaching) y Paula Letellier (Paula Bordadora), reunieron a los asistentes en torno a literatura sobre ecosistemas marinos, variados tesoros intencionalmente posicionados para atraer, tocarlos y observarlos.
En torno a ellas, comenzó una dinámica de creación a través de las historias. La escritura a pie forzado —una metodología del escritor Gianni Rodari que estimula el juego narrativo y el pensamiento crítico— fue el inicio de un ciclo de relatos en torno a la mar, un oráculo marino y el trabajo en parejas.
“Desde la costa, nos encontramos para escuchar al mar, sentir su movimiento y tejer, entre nados imaginarios, creatividad y memoria, nuevas formas de cuidarlo y habitarnos con más conciencia y amor. Dejamos una invitación al cambio de perspectiva, a entregarse a la suerte del oráculo marino, personificación y al mismo tiempo observación, un ejercicio que nos ayuda a vencer las barreras del pánico creativo y nos convierte en uno con el entorno”, destacaron las facilitadoras de la actividad.

Y enlazado el canto a través de toda la jornada, Mora Lucay con un taller enfocado en la creación colectiva, nos llevó a fluir por y para la mar, a través de cánticos grupales, sonidos de mar y frases que nacen desde la música y la inspiración. “La mar me sostiene”; “Sin resistencia, estar en el mar siempre es una buena aventura”; “El sentir se desprende, se desintegra”; “Que recuerda el canto de las ballenas”; “Caos en movimiento, momento de largo aliento”; “En resistencia, sin resistencia”, fueron de las frases que se escucharon en este espacio guiado por la cantautora nacional.
Colectivo unido por la música
Para finalizar la jornada, nuevamente la música fue guía para el cierre. Este grupo de personas que se reunió en la Casa Los Romeros terminaba como un colectivo unido por el amor y la conexión por el mar. Las cantautoras Mora Lucay, Magdalena Vitale, Macarena Galaz y Niña Tormenta ofrecieron un repertorio acústico lleno de raíz y emoción, mezclando elementos del folclor, la trova y el pop latinoamericano.
“Fue un ensayo necesario sobre las posibles formas de estar y re-imaginar este mundo. Me quedo con la sensación de haber migrado como gaviota hacia el encuentro con otras, dejándome nutrir por lo diverso, lo interdisciplinario y por las múltiples formas en que puedo vincularme con la naturaleza de la existencia. Me llevo el registro íntimo de haber sentido en mi cuerpo la suavidad de una cálida agua termal y también la intensidad de una ola en su punto máximo de tensión, justo antes de romper”, finalizó la cantautora Magdalena Vitale.




























Fotografía: ©Cristóbal Masera
Agradecemos a todos los talleristas y participantes, y en especial a: Patagonia Chile, Aula de Mar, Kombucha Biloba y Casa Arte los Romeros por hacer posible este encuentro.