TE MAHATU: surf como herramienta de educación emocional

Buscando movilizarse desde lo colaborativo y el deporte, Te Mahatu Surf Social ha funcionado a través de alianzas y cooperación, donde la constancia y el amor por lo que hacen marca la diferencia. De esta manera, 100 niños y niñas desarrollan sus habilidades emocionales a través de un deporte ancestral. Y de manera gratuita. Por […]

Buscando movilizarse desde lo colaborativo y el deporte, Te Mahatu Surf Social ha funcionado a través de alianzas y cooperación, donde la constancia y el amor por lo que hacen marca la diferencia. De esta manera, 100 niños y niñas desarrollan sus habilidades emocionales a través de un deporte ancestral. Y de manera gratuita.

Por Pía Vergara R.

@PiaVergaraR

Corría la década de los setenta cuando un grupo de extranjeros provenientes de distintos puntos del globo llegaban a las costas chilenas para, en medio del mar, subirse arriba de unas tablas extrañas para la época. Pero es a mediados de los ochenta cuando, corriendo olas de la sexta región (Pichilemu), comienza en nuestro país a desarrollarse un deporte que, hasta esos tiempos, se practicaba –según se suponía- en  lugares cálidos, tropicales y que se veían sólo en las películas.

Llegaba el Surf para instalarse definitivamente en las costas chilenas, acaparando miles de seguidores que encontraban en nuestro mar un paraíso de olas en medio del frío océano pacífico. En una primera instancia, y como el ski, era un deporte para un sector más bien acomodado, debido al costo de las tablas, trajes e indumentaria necesaria para practicarlo, situación que de a poco ha ido cambiando.

Efectivamente, en la actualidad hay innumerables escuelas de Surf repartidas de norte a sur, sobre todo en ciudades como Arica, Iquique, Reñaca, Viña del Mar y Pichilemu, entre otras. Con una mística especial, el surf se ha transformado en un estilo de vida para muchos, quienes ven a este deporte como una terapia por la conexión que se genera con la naturaleza, ahí, en medio del mar, esperando que respire, que inhale y exhale sus energías transformadas en olas sanadoras para el espíritu.

Y esta convicción es lo que llevó a Valentina Peña (Psicóloga) junto a un grupo de personas amantes del surf, a desarrollar un proyecto que hoy destaca por su mirada y visión de este deporte, como un aporte a la sociedad de hoy. Se trata de TE MAHATU Surf Social, que se desarrolla en Concón (V región) desde el 2014. “Ese año nos reunimos este grupo que ve al Surf como una terapia, ya que para nosotros el contacto con el mar, las olas y la naturaleza genera un espacio de conexión profunda, en el cual podemos sentir, vivir y experienciar el equilibrio, lo que nos entrega calma y tranquilidad a nuestros corazones”, explica Valentina.

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Es así como durante 7 meses hicieron clases gratuitas a niños de la zona que no tuvieran acceso a este deporte, organizándose para proveer de tablas y trajes a los nuevos alumnos. “Además, de modo experimental, comenzamos a agregar otros aspectos, como dinámicas con pedagogía waldorf, yoga, música, técnicas de desarrollo de habilidades socioemocionales y meditación”, cuenta Valentina

Después de un tiempo, los niños/as comenzaron a identificarse con el espacio y con la playa, desarrollando la capacidad de identificar y gestionar sus emociones. “Pudimos ver cómo algunos de ellos disminuían, por ejemplo, sus conductas impulsivas. Y bueno, en ese momento nos decidimos a constituirnos como una organización sin fin de lucro”, agrega la profesional. Así nace de manera formal Te Mahatu, que significa “El Corazón”, en Rapa Nui.

Mirada medioambiental

Para Te Mahatu surf social, el respeto es un valor primordial y el amor, un sentimiento de motor de vida. Por lo mismo, promueven el respeto y cuidado del medioambiente a través de la re-conexión con la naturaleza.

Y Valentina lo define de esta manera: “El ser humano cuida lo que ama, y para amar la naturaleza, tenemos que acercarnos a ella, reconectarnos.

Es loco que en esta sociedad nos refiramos a “conectarnos” cuando lo hacemos al celular, a la web, y hablemos de “desconectarnos” cuando vamos a la naturaleza, a la playa, a la montaña. Cuando en verdad, cuando estamos en la naturaleza, estamos más conectados con nosotros mismos y con todo el entorno.

Es por eso que creemos que educar en esta área tiene que ver con el reconectarse. No sacamos nada con decirle a la gente que no bote basura a la playa si no ama ni respeta ese espacio natural ni la vida que ahí existe”.

De esta manera, hoy la organización ha comenzado con las clases a los niños en el agua, lo que no es menor en vista que son 100 los nuevos alumnos y alumnas participantes. “Hemos estado conociéndolos, para estar al tanto de sus expectativas e intereses. Por otro lado, estamos reclutando y capacitando a los voluntarios (as), todo trabajando desde el corazón y el surf”, agrega la psicóloga.Captura de pantalla 2016-04-22 a las 1.45.07 p.m.

Y aunque esto nació y se desarrolló en un principio por “amor al arte”, una vez que Valentina y su grupo vieron los cambios en los niños/as, se organizaron para buscar financiamiento. “Durante el 2015 nos ocupamos de sistematizar la experiencia y armar una metodología, para así postular al Fondo Chile de Todas y de Todos 2015, del Ministerio de Desarrollo Social, que buscaba proyectos sociales innovadores y de alto impacto. Aunque no teníamos muchas expectativas, en septiembre del mismo año nos dicen que nos adjudicamos el Fondo, así que actualmente estamos trabajando con esos recursos”, relata.

Pero como nada es para siempre, estos recursos son por un plazo acotado, y por lo mismo, siguen en búsqueda de financiamiento para el segundo semestre, para así poder darle continuidad al programa.

Y estamos seguros que lo lograrán, ya que la perseverancia es una de las cualidades de este grupo de jóvenes comprometidos con los niños de la quinta región. “Creo que los puntos claves que han posibilitado que esta iniciativa tome vuelo es la constancia y el amor con que hacemos las cosas, el disfrutar de lo que hacemos, el atreverse a tomar riesgos, estar abiertos, compartir y generar redes con otras organizaciones. Y es lo que nos ha facilitado que las cosas pasen sin a veces esperarlas”, finaliza Valentina.

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