Fundación MAPA: las turberas como una expresión del agua

Alejandra Torres, Pía Zerán y Alejandra Marambio son las creadoras y el equipo central de Fundación MAPA, cuya base se encuentra en Frutillar (Región de los Lagos, Chile), lugar en que viven. Esta fundación surge en medio de la pandemia de COVID-19 que se inició a principios del 2020. En esos tiempos comenzaron a reflexionar sobre qué acciones podrían realizar en materias ambientales y territoriales. Así, partieron con un espectro muy grande de temas, pero con el pasar del tiempo se han dado cuenta que el interés común que las une y motiva es el agua y todas las expresiones que de este elemento devienen: bosques, humedales, biodiversidad, entre otros. 

Durante el 2022 y lo que va de este año se han centrado en las turberas, ecosistemas complejos y cautivadores en donde la materia orgánica en descomposición da vida a una diversidad de plantas, animales y microorganismos. Hablamos con ellas sobre su trabajo como ambientalistas, sus investigaciones en terreno y, principalmente, sobre estos humedales tan importantes para la vida en el planeta: las turberas. 

Alejandra Marambio, Pía Zerán y Alejandra Torres son las creadoras y el equipo de Fundación MAPA, cuya base se encuentra en Frutillar. ©Fundación MAPA

¿Cómo surge Fundación MAPA? y ¿cuáles fueron las motivaciones de crear este proyecto?

Un momento muy importante que hizo que MAPA naciera fue el periodo de reflexión que tuvimos durante la pandemia. Nos pasaba que pensábamos cosas como “cómo nadie hace algo por la basura” por ejemplo. Entonces, a lo largo de este tiempo, tuvimos debates profundos en cuanto a qué podíamos hacer y comenzamos con los primeros caminatorios, como les llamamos a caminatas que hacíamos con la comunidad donde invitábamos a explorar el territorio. En ese entonces los realizamos a las 6 de la mañana, cuando podíamos aprovechar esos pequeños momentos de libertad durante la pandemia. Dentro de esa línea, como toda organización quizás, partimos con un espectro muy grande de temas y de a poco nos hemos ido dando cuenta donde queremos estar, pues es muy difícil abarcarlo todo.

Algo que nos une a las tres es el agua y todas sus expresiones en el territorio. Nuestro habitar en Frutillar se ha transformado en exploración: de las quebradas, los humedales del borde lacustre y del bosque. En esta exploración nos dimos cuenta que el cruce de lo urbano y lo natural genera mucha fragmentación de hábitats. Ahí empezó esta inquietud de cómo accionamos en el territorio, cómo generamos conciencia, cómo visualizamos estas problemáticas de una manera colaborativa y participativa.

Durante este poco tiempo que llevamos nos hemos propuesto construir y fortalecer un habitar más consciente de los territorios en donde se reconozca la biodiversidad con la que cohabitamos. El año pasado trabajamos mucho con el tema de educación ambiental y hemos visto que hay una deficiencia en la educación cívica del territorio. Cuando hablamos de cívica territorial nos referimos no solo a las ciudades, sino también a la naturaleza, que si bien la percibimos fuera de las ciudades, está inmersa absolutamente en la ciudad. 

«Las turberas son un tipo de humedal. Son guardianas en sí mismas, grandes protectores del agua».

¿Qué actividades realiza Fundación MAPA? 

Además de los caminatorios del agua, hemos generado ciclos de talleres en torno a los humedales y las turberas. El caminar con diferentes actores ha sido para nosotras muy importante, pues han aparecido durante estos recorridos diferentes temáticas y suceden cosas no planificadas. Así, por ejemplo, en este recorrido nos dimos cuenta de la existencia de varios humedales y estos hallazgos nos conectaron mucho con el territorio y con las comunidades que lo habitan. 

Después en distintas visitas a Chiloé y por tener relación con Turba Tol, el pabellón de Chile en la Bienal de Arte de Venecia, nos dimos cuenta de la importancia del humedal de turbera y de que existen bastantes en esta región. El año pasado nos adentramos a full en el trabajo con las turberas. Hemos tenido la suerte de trabajar con guardianes de turberas, específicamente los que componen la Red de Turberas de Chiloé. 

©Fundación MAPA
©Fundación MAPA

¿Qué es una turbera? y ¿qué significa para ustedes este tipo de ecosistemas?

Las turberas son un tipo de humedal. Son guardianas en sí mismas, grandes protectores del agua. Además, capturan carbono. Son biodiversidad, porque son refugio y hogar de muchas especies. Tienen un componente espiritual y cultural. Nosotras vemos las turberas como ecosistemas muy completos por todos los roles que cumplen. 

Además, las turberas son una acumulación de materia orgánica, en degradación. Una acumulación de materia muerta que da vida, muy distintas a otros ecosistemas. Si se extrae la turba, el carbono guardado por miles de años en ese colchoncito de musgo –Sphagnum magallanicum en el caso de Chile es liberado a la atmósfera, sumándose a los gases de efecto invernadero. En este sentido, las turberas son el futuro, nos dan esperanza. Donde hay turbera hay vida para las generaciones que vienen. 

Las turberas son un tema que nos enamoró. Nosotras trabajamos en esto no por un tema monetario, sino porque sentimos que es necesario conservarlas y protegerlas.

¿Qué es eso que cautiva de estos ecosistemas?

Las turberas componen paisajes super mágicos, algo extraterrenal donde te embaucan sus olores y colores, sus tonos tierra mezclados con verde, llenos de vida. A simple vista pueden ser medios desérticos también. Tienen una mezcla entre desierto y vida muy interesante. En las turberas se detiene el tiempo, te llevan al aquí y al ahora. Recorrerlas es una forma de conectar con la naturaleza. Así probablemente se conectaban nuestros antepasados con ellas. 

Hay un componente mágico, místico en eso de que el agua se siente presente pero no lo ves. Cuando tocas el pompón, además, puedes comprender la profundidad de historia que acumulan estos ecosistemas. Es difícil ponerlo en palabras. 

Las turberas componen paisajes super mágicos, algo extraterrenal donde te embaucan sus olores y colores, sus tonos tierra mezclados con verde, llenos de vida. ©Fundación MAPA

Además del componente natural de las turberas como reservorios de agua y carbono, la importancia en la regulación del clima o en su biodiversidad, estas tienen un componente cultural ¿pueden ahondar un poco más en este aspecto? 

Para que se cree la turba tienen que pasar miles de años y con eso tienes un metro de turba. Entonces, hay una historia ancestral que es parte de nuestros territorios. Eso es algo que vieron nuestros antepasados, pueblos originarios como los Selk’nam. Sin ir más lejos, los habitantes de esta cultura se enterraban en las turberas. Es muy bonito ese gesto de enterrarse en esta acumulación de materia en descomposición, en el sentido de que somos parte del ciclo que alimenta lo que vendrá después. 

No se puede hablar solo de un patrimonio natural, porque no es solo un tema ambiental. Por algo existen diversas disciplinas trabajando en torno a las turberas: ciencias, arte, literatura, historia, etc. Por otra parte, aunque uno suele hablar del agua como patrimonio natural, también es cierto que este elemento une a un montón de seres y, en ese sentido tiene que ver con algo cultural. El agua se comparte, nos nutre, nos alimenta, se trata de necesidades culturales. 

Con los guardianes de turberas, como les llamamos nosotras,  también se ve muy bien ese componente cultural. Hemos logrado una relación súper bonita con Segundo Aquintuy que es el guardián de la turbera de Aucar, con Hermes Vera y Nora Martínez, guardianes de las turberas de Púlpito y con Marcos Ojeda, guardián de la turbera de Punta Lapa, todos de las Isla de Chiloé. Hemos conocido sus historias de cómo iniciaron este camino de la protección. En la isla –y fuera de ella– muchos piensan que las turberas son lugares inservibles porque no se puede realizar ganadería, ni cultivos. Sin embargo, estos guardianes han superado la utilidad económica, han visto su valor y se relacionan con estos ecosistemas como si fueran sus hijos o hijas. Lo conocen por completo, observan cada cambio, porque lo recorren a diario. En ese sentido, es importante identificarse con los ecosistemas para poder cuidar de ellos. Para querer cuidar algo lo tienes que sentir propio.

No se puede hablar de las turberas solo desde su valor como patrimonio natural, porque no es solo un tema ambiental. También es un tema cultural. ©Fundación MAPA

¿En qué situación se encuentra Chile respecto al cuidado y protección de las turberas?

Hoy tenemos la suerte en Chile de poder hablar de conservación de turberas mientras que en la mayoría de los lugares donde se encuentra estos ecosistemas (Europa por ejemplo) están en proceso de restauración luego de haber sido totalmente degradadas. Hoy es el momento de decir: conservémoslas y mantengámoslas, porque es mucho más fácil y económico que la restauración. Además, la velocidad del crecimiento es tan lenta que en nuestra vida no vamos a ver como eso vuelve a crecer. 

En nuestro país hay un proyecto de ley sobre protección de las turberas que se encuentra en tramitación legislativa. Estamos atentas a este avance.

En Chile hay muchas familias que recolectan pompón como principal actividad de subsistencia. Esto presenta un doble problema. ¿qué piensan ustedes de esta situación? y ¿qué alternativas vislumbran para estas familias?  

Es una situación compleja por lo que creemos que esta ley debería contemplar una transición justa para las familias que subsisten de la extracción del pompón. Se habla de extracción sostenible pero lo complejo es quién fiscaliza que se esté haciendo de la manera adecuada. Además, las turberas son ecosistemas muy frágiles y efectivamente ver que se siga al pie de la letra como se debe hacer es complejo. Pero claramente deberían haber políticas de estado para darle alternativas a esas familias. 

¿MAPA participó del Acuerdo de Venecia?, ¿en qué medida este hito es importante?

Ale Marambio fue la representante de Fundación MAPA en el Acuerdo de Venecia, encuentro realizado en Venecia como parte del día mundial de turberas y en el contexto de Turba Tol –el pabellón de Chile en la Bienal de Venecia (2022)–. Creemos que este hito es relevante en el sentido de que acordar algo no es fácil. Sobre todo, desde tantas disciplinas, lenguas y edades. 

A veces uno se queda mucho en la realidad territorial, olvidando que muchas de las mismas problemáticas locales se repiten a nivel global. Entonces, sentarse a la mesa con actores tan diversos, en puntos del atlas tan alejados, hablando en idiomas diferentes, acordando en un lengua común nos parece un hecho súper relevante. Ser parte de eso fue increíble. Fue una experiencia que tenía un componente muy lúdico, espiritual y al mismo tiempo intelectual. Todos los niveles estaban presentes y todos fueron igual de válidos. Este acuerdo generó un cruce entre arte y ciencia, entre otras disciplinas, lo que también hizo que se amplificara mucho más la voz. 

¿Qué proyectos y actividades se vienen a futuro para MAPA?

Hoy estamos dedicadas a los humedales, en específico humedales de turbera. Este año buscamos articular y fortalecer la red de Turberas de Chiloé, trabajar con Turberas a nivel Regional e integrarse en la iniciativa de Turberas Patagónicas activando la zona norte de la Patagonia. Nos encontramos postulando a diversos fondos y con la certeza de que MAPA continuará trabajando con  los ecosistemas del agua y sus diferentes expresiones. El agua tiene memoria y todos los proyectos los amarra el agua.

Turberas del Parque Nacional Chiloé. ©Constanza López
Musgo sphagnum, responsable de la formación de una turbera. ©Marie P