Texto: Gabriel Orrego
Fotografías: Antar Machado
El paisaje rural cuenta historias. Historias que a menudo las leemos como desastres ambientales. Sin embargo, en muchos escenarios, existe la posibilidad de relatar esas historias como un proceso regenerativo, como una oportunidad de restauración socio-ecológica.
Son escasos, pero en Chile hay lugares en donde el bosque nativo se está recuperando. Cerros que hace 25 años se veían secos y pelados a los bordes del camino, hoy se cubren de una fuerza frondosa. Coihues, Hualles, Maquis, Radales, y otros más, ejerciendo el noble rol de las especies pioneras.
El proyecto Bosque Fungi se sitúa en uno de estos territorios, Gaia sur, Carhuello, Pucón, allí donde potreros y árboles monumentales –sobrevivientes de tiempos antiguos– empiezan a reconectarse con los remanentes boscosos del monte.
El ecólogo Gabriel Orrego es uno de los fundadores de Bosque Fungi, junto a Nicole Mintz y Miguel Bolt. © Antar Machado
Una gradiente medio ambiental de recuperación ecosistémica
Bosque Fungi nace a comienzos de 2021 por una visión de conservación que hace décadas venía cultivando Nicole Mintz (cofundadora reserva El Cañi y protectora de los bosques chilenos antiguos) para facilitar un espacio en recuperación, y ofrecer a las personas una experiencia de aprendizaje memorable en donde los visitantes tuvieran la posibilidad de experimentar y recordar que somos naturaleza y estamos todos interconectados.
Así, nos reunimos con Nicole Mintz y el artista Miguel Bolt (creador de Magma Lab), para darle forma a esta visión, la cual pudo comenzar a concretarse gracias al apoyo de un fondo concursable de Fundación Mar Adentro. Un par de meses y ya teníamos equipo, lugar, y base de financiamiento, solo faltaba integrar algo clave, un componente misterioso pero crucial para este proceso de recuperación, un silencioso incógnito que facilita la formación de suelo, la regeneración, y la resiliencia a través de la interconexión…el Reino Fungi.
El espacio se encuentra en los bosques húmedos de Nothofagus ubicados en el sector de Carhuelo, en las cercanías de Pucón. © Antar Machado
Los hongos son un reino fantástico que hasta hace pocas décadas era solo un apéndice del reino de las plantas. La malla curricular de la educación nacional no menciona su magnífica biodiversidad, su rol ecológico, su importancia económica u ubicuidad en la biosfera. Este proyecto y sus potenciales réplicas, sería una forma eficaz de integrarlos.
Así, Bosque Fungi invita a niñas y niños, adultos, guías, monitores, o quien sea, a abrir una instancia de conexión y magia con el proceso de regeneración, narrado desde la naturaleza. Creamos un guión ecológico, tejido entre micro-cuentos con estaciones demostrativas.
Lo principal es sensibilizar el mensaje, contar un proceso ecológico con notas de magia y arte.
Bosque Fungi es una invitación a abrir una instancia de magia y conexión con la regeneración del bosque, narrado desde la naturaleza. © Antar Machado
Empezamos por el gran Ulmo sobreviviente del potrero, un gran árbol de 500 años, que nos introduce, a través de su voz, al cambio histórico del paisaje. ¿Cómo solían ser estos bosques, qué ocurrió con la llegada de los colonos, y cómo hoy, escuchamos el bosque del cerro acercarse, y el micelio de los hongos formando suelo? Fueron algunas de las preguntas que quisimos instalar en esta narración, cuyo principal protagonista es la voz del bosque sureño.
Seguimos nuestro recorrido y llegamos al Árbol Madre. Una Pellín (Nothofagus oblicua en estado maduro) que luego de sacar el ganado de los potreros, ha cultivado una silueta de regeneración. Pequeños Hualles (Nothofagus oblicua en estado joven) hambrientos de luz, enfocados en formar un parche de bosque. Aquí, la narración, proviene desde el micelio (cuerpo subterráneo del hongo), quien cuenta su amistad con esa Pellín, y su rol fundamental en conectarla con toda su descendencia. A través del cuerpo del hongo el árbol madre puede entregar energía a el futuro bosque.
Una serie de narraciones desde los mismos habitantes del bosque permiten un diálogo interconectado con la naturaleza presente y quienes visitan Bosque Fungi. © Antar Machado
El recorrido continúa, y pasamos por estaciones que retratan cómo los árboles conversan entre sí, y el avance dela sucesión ecológica del bosque templado. Luego, somos testigos de cementerios de tocones que transforman la muerte en vida, un lugar en donde podemos respirar la más noble descomposición. El guión finaliza llegando a la red de micorrizas, donde nos sumergimos en el subsuelo e interconectamos con distintos materiales a todos los árboles del bosque. De ese modo, revelamos la importancia de la interconexión en las dinámicas y resiliencia del bosque.
El acto de cierre consiste en poner las manos en el suelo, y hacer en conjunto un pequeño bosque Miyawaki. Esta es una técnica desarrollada por un botánico japonés, en donde lo esencial es restaurar imitando al bosque. Remediamos suelo, inoculamos con microorganismos de bosque, plantamos en alta densidad, híper biodiverso y estratificado. Cada grupo de personas que viene a Bosque Fungi, deja su núcleo de bosque de crecimiento acelerado.
Durante este año hemos ido enriqueciendo el proyecto y dándole una forma mucho más poderosa para lo que se viene a futuro, gracias, en gran parte, a la organización de tres talleres: 1) Educadores ambiental; 2) Artistas y creadores; y 3) Mico-locos. En ellos, nos reunimos con los distintos grupos por todo un fin de semana en Gaia Sur, realizamos el recorrido, retroalimentamos, restauramos, hicimos cromatografías, comimos delicioso y lo más importante, se formó una red de colaboración.
La iniciativa busca ser un laboratorio abierto que integre artes visuales, música, land art, educación, ecología, y entre otras actividades. © Antar Machado
Hoy Bosque Fungi tiene grandes proyecciones de educación ambiental en la zona. Universidades como la UFRO y el DUOC, planean cada año enviar a sus estudiantes de turismo a sumergirse en la experiencia. Escuelas y colegios locales, contarán con este espacio para desarrollar actividades memorables de educación ambiental. El guión estará en constante evolución, para ser cada vez más asertivo y sensible con su mensaje. Los próximos años invitaremos a artistas a hacer instalaciones en el paisaje que visibilicen procesos del bosque, que muchas veces permanecen ocultos a nuestros sentidos. Será un laboratorio abierto que integre artes visuales, música, land art, educación, ecología, y mucho más.
Bosque Fungi quiere convertirse en el primer jardín de hongos. Un proyecto altamente replicable, similar a un jardín botánico, pero que expone la maravillosa funga chilena a través de esculturas, artesanías y cultivo de hongos outdoor. Y lo más importante de todo, que nos recuerda que aun podemos regenerar estos valles.
Abrazo Fúngico,
Gabriel Orrego
© Antar Machado
Imagen de portada: © Antar Machado