Walves: Manglares de agua dulce

Por Bastian Gygli y Jens Benöhr Hace unos años realizamos una travesía en kayak por el mítico lago Lleu Lleu, al sur de Chile, en la cordillera de Nahuelbuta. El lago Lleu Lleu es reconocido por sus aguas cristalinas y limpias, pero nuestro recorrido nos mostró el profundo impacto de la industria forestal en el […]

Por Bastian Gygli y Jens Benöhr

Hace unos años realizamos una travesía en kayak por el mítico lago Lleu Lleu, al sur de Chile, en la cordillera de Nahuelbuta. El lago Lleu Lleu es reconocido por sus aguas cristalinas y limpias, pero nuestro recorrido nos mostró el profundo impacto de la industria forestal en el paisaje: monocultivos de pino y eucalipto hasta el borde del lago, y en varias secciones grandes superficies de tala rasa. La erosión y pérdida de suelo eran evidentes y dolorosas.

Sin embargo, algunas desembocaduras de esteros y orillas de difícil acceso mantenían pantanos ribereños ocultos alrededor del lago. Desde lejos, estos bosques nativos eran visibles por los árboles que emergían retorcidos desde el agua. Al acercarnos a ellos, nos sentimos entrando a un paisaje selvático, una especie de manglar de agua dulce. Nuestros botes se deslizaron entre ramas y raíces, mientras los ruidos de aves se intensificaron y las hojas y sus sombras rozaron nuestros rostros. Bajo nuestros botes, el agua aún seguía ahí, quieta entre los árboles.

Al frente, se extendía un bosque semi acuático, con plantas que crecían dentro del agua. Este fue nuestro primer encuentro con un antiguo ecosistema asociado al agua, los bosques pantanosos que el pueblo mapuche llama walve.

Árbol de pitra con las clásicas flores de la familia de las mirtáceas © Montaraz.

Formaciones ecológicas únicas

Los walve son bosques pantanosos -ecosistemas donde crece vegetación que puede soportar la presencia prolongada de agua-, los cuales se encuentran en sectores planos o de poca pendiente, anegados de manera estacional o permanente por lluvias, aguas subterráneas, o por estar asociados a ríos y sus áreas de inundación. Un buen término ecológico sería “humedal arbóreo”, aunque desde el mapudungún walve se traduce literalmente como ciénaga o pantano (Ramírez, 1979).

Algunos walve son también llamados pitranto o foyentu por el pueblo mapuche, dependiendo qué especie es más frecuente (pitra o canelo respectivamente). Para los mapuche, algunos walve son considerados menoko, humedales sagrados donde se presentan abundantes energías (newen) y resguardados por un ngenko (espíritu del agua).

Los árboles que componen este ecosistema en Chile comparten una característica clave: una gran tolerancia a la humedad y anegación. Esto hace que las especies presentes sean limitadas. Todas son plantas siempreverdes, dentro de las se encuentra la pitra (Myrceugenia exsucca), el temu (Blepharocalyx cruckshanksii), el chequén (Luma chequen), el arrayán (Luma apiculata), el chin-chin (Myrceugenia ovata) y el canelo (Drimys winteri). Entre todas estas especies, la más tolerante al agua es la pitra, la cual puede crecer casi completamente sumergida bajo agua en lagunas y bordes ribereños.

Cuando estos árboles están presentes en los walve forman un bosque de baja altura (entre 5 y 15 metros) y muy denso, lo que limita la entrada de luz. Además, por estar bajo agua, el suelo tiene poca presencia de oxígeno. El resultado de esta condición es el crecimiento lento e irregular de los árboles, generando las formas retorcidas clásicas de este ecosistema.

Entre los animales más llamativos asociadas a este ecosistema se encuentran mamíferos como el huillín (Lontra provocax), el monito del monte (Dromiciops gliroides) y la güiña (Leopardus guigna), todos los cuales se encuentran amenazados. Además de varias especies de anfibios como la rana moteada (Batrachyla leptopus), e insectos como el ciervo volante (Chiasognathus granti). Además, muchas aves se alimentan, se refugian y reproducen en estos humedales, como el huairavo (Nycticorax nycticorax).

Walve sumergido en una laguna de la península de Hualpén, cerca de Concepción © Montaraz. 

Origen y distribución

Más que a grandes zonas geográficas, los walve se asocian a condiciones particulares, en este caso la presencia de agua. Esto los hace ecosistemas azonales y de distribución fragmentada, parches que aparecen repartidos en medio de una matriz compuesta por otros tipos de ambientes.

El origen de este ecosistema se asocia a un proceso de sucesión ecológica, característico de los cuerpos de agua, llamado hidrosere (Ramírez et al., 1983). La dinámica de este proceso, consiste en que las plantas sumergidas, al retener sedimento entre sus raíces, van elevando el fondo del cuerpo de agua, con lo cual disminuye su profundidad, permitiendo el avance de otras plantas hacia el interior del cuerpo acuático. Este proceso puede tardar cientos de años y llegar a secar completamente un lago (Ramírez y San Martín, 2006). Dentro de esta sucesión ecológica, el walve es un estadio avanzado del proceso, pero que aún mantiene abundante agua.

Lo interesante de este proceso es que debido a la distribución fragmentada de los walve, comprender la dispersión de sus especies vegetales ha sido un gran desafío. Debido al fruto carnoso de la mayoría de estas, se piensa que su dispersión la realizan las aves asociadas a este bosque semi acuático, las cuales pueden mover las semillas de los árboles a otros cuerpos de agua localizados a largas distancias. 

Hoy los walve se encuentran naturalmente distribuidos desde Coquimbo hasta la isla de Chiloé. Más hacia el norte, las condiciones se vuelven demasiado secas, y hacia el sur van cediendo su dominio a otra comunidad arbórea asociada a pantanos, los lahuales o alerzales, donde domina el alerce (Fitzroya cupressoides).

Al frente, se extendía un bosque semi acuático, con plantas que crecían dentro del agua. Este fue nuestro primer encuentro con un antiguo ecosistema asociado al agua, los bosques pantanosos que el pueblo mapuche llama walve.

Guardianes del agua

Muchas de las plantas que componen los walve, como la pitra o el canelo, son llamadas “guardianas del agua”. Esto es debido a que estos pantanos no solo dependen de la presencia prolongada de agua, sino que además facilitan la presencia de esta misma a través de la generación de un ambiente sombrío y más frío, evitando la evaporación inmediata. Este fenómeno es conocido como “regulación biótica del ambiente”, donde los organismos no son determinados por su entorno, sino que juegan un rol activo en el modelamiento de este.

La retención de sedimentos entre sus abundantes raíces facilita además el estancamiento de aguas superficiales, actuando como embalses naturales. Es probable que esto también esté  relacionado al tipo de suelo donde crecen los walve (arcilloso y de poco drenaje). Así también, los walve participan en la regulación de la erosión, mediante la retención de sedimentos arrastrados por la lluvia (escorrentía superficial) desde cerros y campos. De hecho, se considera que zonas estuarinas de diversos ríos al sur de Chile continúan siendo navegables debido a la presencia de walve, los cuales retienen los sedimentos y evitan el embancamiento del río. Al respecto, es posible que los walve asociados a lagos signifiquen una lenta transformación del cuerpo lacustre en un bosque terrestre, mientras que el avance de los walve asociados a ríos está limitado por sus fuertes corrientes (sin embargo, esta hipótesis requiere mayores evidencias).

Las diferentes especies vegetales que conforman este pantano poseen importantes capacidades para la absorción, a través de sus raíces, de nutrientes y sustancias contaminantes del agua, proceso conocido como biorremediación. Estos hábitat desarrollan labores que reducen la concentración de sólidos suspendidos y coliformes fecales en el agua, eliminando el exceso de nutrientes (eutroficación) y otros contaminantes (Delgadillo-López et al., 2011). 

Por otra parte, los walve participan en la regulación del clima local, como muchos otros bosques, al regular la temperatura del aire y agua, como también la precipitación y retención de humedad (mediante la creación de niebla), además brindan oxígeno y contribuye a la absorción de gases de efecto invernadero. La relación del bosque con el agua es vital y está explicada en mayor detalle en el siguiente artículo publicado en Endémico web: bosque guardián ancestral del agua.

Walve compuesto por pitras (pitranto), en el lago Puelo © Ramiro Francisco Campello.

Peligro crítico

Aunque los walve no presentan plantas útiles como maderas, ni suelos aptos para la agricultura tradicional, han sido destruidos para facilitar el acceso a fuentes hídricas o para extracción de leña (Ramírez et al., 1995). Además, luego de ser cortados, estos espacios suelen ser usados para la ganadería, la cual compacta y cubre con pastos la superficie, acelerando la pérdida del carácter húmedo del ambiente e impidiendo la regeneración natural del pantano.

Según investigaciones (Muñoz-Pedreros y Möller, 2002), los bosques de temu y pitra son una de las comunidades más fuertemente afectadas por la intervención humana, ya que han sido talados intensamente y los suelos en que prosperan están siendo drenados para obtener espacios aptos para la agricultura. Por otra parte, se ha señalado que la conservación de la flora de los walve es muy importante, ya que de ella depende la sobrevivencia de la fauna permanente y estacional de estas formaciones.

Gran parte de estos humedales se encuentran gravemente amenazados por la constante presión de los monocultivos forestales, sobre lo cual puedes leer en la siguiente entrevista sobre el impacto de la industria forestal en la cordillera de Nahuelbuta.

Estas actividades (ganadería y forestería) se ven fortalecidas por programas estatales para “recuperar” terrenos para la agricultura y silvicultura, como el Sistema de Incentivo para la Recuperación de Suelos Degradados (SIRDS).

Por otro lado el cambio global del clima unido al actuar humano hace que el panorama sea complejo para todos los ecosistemas naturales asociados al agua, debido a un proceso acelerado de desertificación que estamos viviendo. 

Jens Benöhr conversando con una pitra. El momento del descubrimiento de estos increíbles ecosistemas. ©Tobias Hellwig

Conversando con una pitra

La asociación con los manglares no es exacta, dado que estos ecosistemas son bosques tolerantes al agua salada que crecen en zonas costeras, principalmente en los trópicos, con sus raíces expuestas bajo el agua, lo que permite bucear entre ellas. Por otra parte, los walve son de agua dulce, y en general no es posible bucear entre las raíces, dado que se encuentran hundidas en el fango. Sin embargo, ambos bosques semi acuáticos comparten exuberantes verdes y azules, y una geometría intrincada; laberintos de ramas y troncos torcidos que se hunden y elevan del agua. Podríamos decir que los walve,  son la versión fría y fangosa de los manglares, pero un poco más oscura, un poco más misteriosa. 

Es increíble la cantidad de ecosistemas que aún quedan por descubrir dentro de nuestros territorios, incluso para quienes nos dedicamos a su estudio. En este contexto, estos sistemas han sido poco investigados y por lo mismo, no se conoce su potencial exacto, por ejemplo, para resguardar o fitorremediar fuentes de agua. Hay mucho por aprender aún de los walve y sus dinámicas. Un pequeño paseo en kayak decantó en el descubrimiento personal de un nuevo tipo de bosque. ¿Cuántas criaturas más estarán escondidas entre nuestras quebradas, lagos y montañas? La tierra nos invita a seguir buscando. A redescubrir nuestro hogar y sus habitantes, y a cuidarla.

Estos bosques nativos son visibles a simple vista por los árboles que emergen retorcidos desde el agua. © Montaraz

Referencias

Conversaciones con Javier Milanca, profesor de historia y mapudungún.

Correa-Araneda, F., J. Urrutia & R. Figueroa, R. (2011). Estado del conocimiento y principales amenazas de los humedales boscosos de agua dulce de Chile. Revista Chilena de Historia Natural, 84: 325-340.

Delgadillo-López et al. (2011). Fitorremediación: una alternativa para eliminar la contaminación. Tropical and subtropical agroecosystems, 14(2): 597-612.

González, M., Hauenstein, E., Peña-Cortés, F., Garcia, M. & Urrutia, O. (2003). Comentarios sobre bosques pantanosos, humedales importantes del centro-sur de Chile. Gestión Ambiental 9: 3-13.

Peña-Cortés F., Pincheira-Ulbrich, J., Bertrán, C., Tapia, J., Hauenstein, E., Fernández, E. & Rozas, D. (2011). A study of the geographic distribution of swamp forest in the coastal zone of the Araucanía Region, Chile. Applied Geography, 31: 545-555.

Ramírez, C., Ferriere, F. & Figueroa, H. (1983). Estudio fitosociológico de los bosques pantanosos templados del sur de Chile. Revista Chilena de Historia Natural, 56: 11-26.

Ramírez, C. & San Martín, C. (2005). Asociaciones vegetales de la Cordillera de la Costa de la Región de Los Lagos. pp. 206-224. En: Smith-Ramírez, C., J. Armesto & C. Valdovinos (Eds.). Historia, biodiversidad y ecología de los bosques costeros de Chile. Editorial Universitaria, Santiago, Chile.

Smith Ramírez, Cecilia. Proyecto Hualves, apoyado por FONDECYT y el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB). https://hualves.wordpress.com/

Imagen de portada: Walve: manglares de agua dulce. Crédito: Montaraz @montaraz.naturaleza