Un río tejido que rompe las fronteras de arte y ciencia

Al sur de Aysén, nace una obra textil inspirada en el río Cochrane y en los vínculos que las familias pobladoras sostienen con sus aguas. Una experiencia de investigación y creación interdisciplinaria, donde confluyen recuerdos, emociones, conocimientos, preocupaciones y deseos en torno a un patrimonio biocultural que espera su protección. “Memoria textil y emotiva de las aguas del río Cochrane” viajará desde la Patagonia Aysenina rumbo a la Bienal de Arte Textil en Santiago.
Nacimiento del río Cochrane. ©Pulso Austral

En tiempos en que el planeta está cambiando aceleradamente y las noticias que aparecen sobre cambio climático nos abruman, la abundancia de aguas de la Patagonia es abundancia de vida y de gratitud. Al sur de la región Aysén, corre el río Cochrane. Es el corazón de la comunidad cochranina, donde la vida rural corre al pausado ritmo de la naturaleza. 

Desde el lago Cochrane –uno de los lagos más transparentes del mundo– el río serpentea entre bosques, campos, cerros, humedales y familias, hasta juntarse con el río Baker, para eventualmente, llegar hasta el océano Pacífico. En el trayecto, va cambiando de colores, ritmo, sonidos, texturas y transparencia. Cuarenta años aproximadamente es el tiempo de residencia de sus aguas en la cuenca, nos cuenta la Dra. Anna Astorga, bióloga, especialista en agua dulce e investigadora del CIEP. Cuarenta años tardan sus aguas en recorrer desde la cordillera de los Andes hasta su llegada al río Baker. ¿Recuerdas donde estabas cuarenta años atrás? Precisamente hoy, el río Cochrane estaría recién llegando a su destino. 

Es el ciclo del agua y sus redes fluviales. Todo lo que ocurre aguas arriba, influye aguas abajo. Es un ecosistema interconectado, del cual los seres humanos también somos parte, como habitantes y como guardianes de un territorio. Un patrimonio biocultural que, con preocupación de la comunidad, actualmente no está bajo ninguna categoría de conservación. 

Quisimos explorar la memoria del río Cochrane y navegar por los vínculos que sostiene la comunidad con esta cuenca, un paisaje de agua único en el mundo. ¿Qué recuerdos guardan sus habitantes junto a él? ¿Cómo son sus días cotidianos? ¿Qué desean para su río? ¿Cómo lo sueñan? Con estas preguntas, dimos vida al proyecto “Memoria Textil y Emotiva de las Aguas del Río Cochrane”, que desarrollamos desde la Organización Pulso Austral en alianza con el Centro de Investigación en Ecosistemas de la Patagonia (CIEP). Una iniciativa que cruza las fronteras entre las artes y la ciencia y encuentra su lugar en el textil: una materialidad tan íntima y cotidiana para quienes vivimos en la Patagonia, y de profundo arraigo cultural en Cochrane, territorio creativo de mujeres hilanderas, tejedoras y bordadoras. 

Equipo navegando el río durante la investigación en terreno. ©Pulso Austral

Nueve mujeres y una cuenca

Comenzamos este proyecto conociéndonos entre las nueve mujeres que trabajaríamos interdisciplinariamente. Por primera vez juntas, dividimos los esfuerzos en un equipo de investigación y otro equipo creativo. Aprendiendo entre unas y otras: desde la ecología hasta el diseño textil, pasando por la historia, la psicología comunitaria y los oficios textiles. 

Después de los encuentros virtuales, llegó el esperado viaje a Cochrane. Allí estábamos la psicóloga Cecilia Moura, la historiadora y periodista Catalina Camus, la bióloga Anna Astorga y nuestra representante local, la tejedora Isabel Moneva. En un encuentro con la comunidad local, compartimos nuestros conocimientos en torno al río, sobre sus ecosistemas y sus ritmos físicos en el tiempo. En un gran río de papel, mapeamos sus historias, actividades, preocupaciones y sueños para su cuenca. Pintando, dibujando y escribiendo, más de 70 personas nos acompañaron esa mañana de primavera en el Mercado Municipal de Cochrane. Nos emocionamos y concluimos que en Cochrane definitivamente el río convoca. Ya lo sabía el equipo de Descubriendo, quienes trabajan en educación ambiental en esta cuenca; y ahora, juntos comprobamos que el río no solo despertaba el interés de la comunidad, sino que también existía un alto conocimiento y profunda conexión con este cuerpo de agua que envuelve la ciudad y fue el corazón de la fundación oficial de esta localidad a mediados del siglo XX.

Una de las actividades de mediación artística de la obra fue una sesión de bordado de especies que habitan el río. ©Pulso Austral

Después del mapeo participativo, vino el trabajo en terreno, rumbo a los sectores rurales. Entre mates de media tarde, entrevistamos a siete familias que han construido su vida en torno al río. Apareció la nostalgia, hablamos de la abundancia de patos correntinos, caiquenes y pidenes que habitaban diferentes tramos del río y sus riberas. Hablamos de los tiempos donde las familias se trasladaban a caballo y de las antiguas navegaciones que llevaban los víveres desde la frontera con Argentina, cruzando el lago y remontando el río. Hablamos de un lago que comienza a despoblarse por la venta de campos, de la importancia de la tradición de la huerta en tiempos de seguridad y soberanía alimentaria, de las tardes en que las mujeres se juntaban a lavar ropa y lana en el río, y de mucho más.

Sentíamos que la información levantada era un tesoro para la creación que vendría después. Pero, ¿cómo tejer el río sin sentirlo? Despertó en nosotras la inminente sensación de sumergirnos en él. Caminamos sus riberas, sintiéndonos pequeñas ante los bosques de coihue. Navegamos, observamos, escuchamos y registramos sus paisajes, para después nadar y bucear con snorkel en sus aguas. Pudimos apreciar sus ecosistemas naturales, fluir con las corrientes heladas y escuchar los sonidos acuáticos. Pero también vimos con nuestros ojos algunas de las modificaciones que ha traído el ser humano a esta cuenca, como el alga invasora Didymosphenia cubriendo las piedras del fondo o como los sauces cubriendo el cauce en el tramo del pueblo. Sin embargo, a lo largo de su recorrido, aparecía con toda majestuosa la transparencia del río.

©Pulso Austral
©Pulso Austral

Sumergirse en los oficios textiles

Este viaje era solo el inicio. El desafío era traspasar los datos obtenidos en terreno al equipo creativo del proyecto liderado a distancia por la diseñadora textil Francisca Vidal. ¡Manos a la obra! Las características físicas y biológicas de cada tramo del río, las especies recordadas por la comunidad, las emociones que salieron a la luz en las entrevistas, todo fue convertido en el diseño de un montaje artístico. Cada tejedora probó sus puntos, experimentó en muestras azuladas, grisáceas y violetas que replicaban las texturas del agua y, finalmente, tejió diferentes fragmentos del río. El lago Cochrane fue tejido por Francisca Vidal. El lago Chico a cargo de Isabel Moneva. Las correntadas por Mary McCulloch. El paso por el pueblo a cargo de Macarena Silva. La desembocadura, en las manos de Violeta Flores, experta en fieltro agujado y amasado. Y las especies nativas: peces, aves y plantas acuáticas, ilustradas por Kerri Thauby.

Distintos lenguajes textiles, entre el palillo, el croché, el bordado y el fieltro, dieron vida a un río de once metros de largo. Una vez listos, los tramos viajaron desde distintas latitudes y se encontraron en Cochrane, para ser unidos en largas tardes de costura en la Biblioteca Pública. Mientras las voces de las familias pobladoras quedaban fijas en las telas para acompañar los relatos de sus trayectos. 

Exposición Memoria Textil del río Cochrane. ©Pulso Austral

Esta obra es la interpretación textil de un momento del río Cochrane; como una fotografía, con sus propios colores, luces, transparencias, ritmos, texturas y movimientos. Es también una mirada totalmente subjetiva del río, de las emociones que afloraron en sus habitantes aquel instante en que los y las visitamos y conversamos sobre sus vidas al fluir de las aguas. 

Comenzando el mes de julio, mientras la nieve cubría las calles de Cochrane y el ripio de la Carretera Austral, este viaje textil concluyó en el Centro Cultural de Cochrane. Un río que fue tejido, bordado y narrado para ser devuelto a sus propios habitantes, quienes cada día lo miran, lo cruzan, lo beben, lo disfrutan, lo nadan, lo respiran, lo limpian, lo reman, lo añoran. El lanzamiento convocó a muchísimas familias cochraninas; la emoción crecía en nosotras. Pudieron recorrer y leer el río tejido, escuchar los hallazgos de la investigación y animarse a bordar especies nativas en una actividad de mediación artística junto a las tejedoras cochraninas del equipo. 

La diseñadora Francisca Vidal a cargo de dirigir el tejido colectivo de la obra. ©Pulso Austral

Invitamos también a reflexionar sobre los próximos cuarenta años del río, cuando las aguas que hoy nacen en las partes altas de la cuenca estén recién llegando al gran Baker: ¿En qué estarán sus habitantes? ¿Qué será de su cuenca? ¿Qué sueñan para ella?. “Que el río Cochrane fluya libre y fuerte”, “que haya una entidad que realmente cuide el río”, “que el río se congele en el tiempo”, “que sus aguas sean siempre puras y cristalinas”, “que siempre pueda acompañar y enseñar a mis hijos que la vida fluye y que nuestro entorno es vital en nuestro existir”. Son algunos de los deseos que quedaron expresados en este montaje artístico.

Esta travesía interdisciplinaria aún no ha terminado. Sigue su curso y hasta ahora solo sabemos que la próxima parada será la primera Bienal de Arte Textil, un evento artístico que reunirá a creadores y creadoras textiles de Chile y de otros países, y que se llevará a cabo desde el 30 de septiembre en distintos espacios culturales de Santiago. El río tejido cruzará las fronteras regionales y sus mensajes navegarán hacia el norte, para después volver siempre al sur. 

Zoom al río. ©Pulso Austral
Texturas en fieltro amasado de un tramo del río Cochrane.©Pulso Austral

EL RÍO COCHRANE según sus habitantes

Este escrito forma parte de la obra “Memoria textil y emotiva de las aguas del río Cochrane”. Fue construido con los relatos textuales de pobladores y pobladoras de Cochrane que participaron del proceso de investigación de este proyecto.

Nace en “lago Cochrane, el mismo que en Argentina se llama Pueyrredón”, allí en las alturas, “en el corazón de la cordillera de Los Andes”. “Como un laberinto”, el río Cochrane “va haciendo eses, es aculebrado, como buscando el camino…”. Pasa “por cerros, valles y humedales”, “tiene forma libre”, pasa “por la orilla del pueblo”, “por mi casa, mi patio” y llega hasta “el río Baker”. “Por su intermedio, llega hasta el mar, en Caleta Tortel”. También “hasta nuestros pies, hasta mi cuerpo” y “hasta la tetera del mate”. 

«Está vivo”, es “transparente”, pero a la vez de “muchos colores”. “Gris cuando se enoja”, “azulado por el cielo”, “turquesa”, “esmeralda”, “violeta”, “a veces verde claro y a veces oscuro”, y también “blanco en los rápidos”. “Cada día es distinto, cada día tiene su color, a veces refleja, a veces no”. Todo depende “de la época” y cómo “varía por la profundidad”. Sus paisajes “son casas y vegetación”, “la pampa, la montaña, los humedales y los esteros”. Son “de una belleza infinita”.

Mapeo artístico del río donde participaron más de 70 personas de la comunidad cochranina.©Pulso Austral
Exposición Memoria Textil del Río Cochrane.©Pulso Austral

Imagen de portada: Texturas del río Cochrane. ©Pulso Austral