Publicidad para crear un movimiento contra un sistema en crisis

El arte ha sido utilizado como una herramienta de revolución y protesta desde tiempos remotos. Pero el diseño y la publicidad como método de burla, ridiculización y protesta es un movimiento que ha generado curiosidad, primero, y una avalancha de apoyo, después. Es lo que pasó con la campaña de la revista Adbusters y el  movimiento Occupy […]

El arte ha sido utilizado como una herramienta de revolución y protesta desde tiempos remotos. Pero el diseño y la publicidad como método de burla, ridiculización y protesta es un movimiento que ha generado curiosidad, primero, y una avalancha de apoyo, después. Es lo que pasó con la campaña de la revista Adbusters y el  movimiento Occupy Wall Street: la contrapublicidad al capitalismo unida a miles de personas “ocupando” la zona donde se mueven millones de dólares y que fue escenario de uno de los movimientos sociales más interesantes de los últimos tiempos en Estados Unidos.

Pía Vergara Rubio

@PiaVergaraR

Hace ya 26 años que cayó el Muro de Berlín (1990), ícono histórico que marcó el término de la Guerra Fría. En ese preciso momento, el sistema neoliberal capitalista fue adoptado por casi todo el mundo occidental, lo que venía a reafirmar un modelo económico y político basado en el consumo, en la oferta y la demanda, en el poder adquisitivo individual y la privatización de casi todas las instituciones.

En un principio, todo era color de rosa. El comunismo había sido derrotado (excepto por Cuba), y el gigante sistema financiero creado desde USA era grito y plata. ¡Literalmente! La década del ochenta fue de opulencia e indicadores positivos para los países capitalistas, y eso se veía también en la publicidad y marketing de aquellas épocas, que reflejaban este ostentamiento basado en la adquisición de “cosas”. Mientras más “cosas” tenías, mejor eras. De eso a las solicitudes de créditos bancarios, tarjetas y deudas, un paso.

Ya en la década de los noventa comenzaron los problemas. La privatización de la educación y la salud, la concesión desde estacionamientos hasta autopistas y la falta de recursos en sectores más vulnerables, entre otras variables, acrecentaron la brecha entre clases sociales, y eso comenzó a hacer ruido en la clase media occidental. Es precisamente en esa clase obrera norteamericana donde más se podían sentir y oler las faltas de oportunidades, en contraposición con millones de dólares que manejaban los operadores de Wall Street, las Corporaciones y los bancos gringos.

Todo estaba cocinándose a fuego lento hasta que la situación explotó. Llegó la enorme crisis del 2008 en el país del Tío Sam, y fue un desastre. Personas sacadas de sus casas por no poder pagar sus créditos hipotecarios; condonaciones de deudas estratoféricas a gigantes corporaciones; el Banco Central liberando y liberando créditos a grandes empresas para evitar quiebras; empresas que sí quebraron dejando a miles de familias cesantes, y podríamos seguir enumerando. En resumen: la bancarrota de cientos de ciudadanos que habían creído en el sistema capitalista imperante y que eran decepcionados y expulsados.

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Imagen de la campaña Occupy Wall Street, creada por la revista Adbusters

Tras tres años de miles de desalojos por parte de los bancos, comenzó la Occupy Wall Street, donde familias completas (20.000 indignados en total) se tomaron Manhattan, New York, acampando en la calle como una forma de protestar contra el poder bancario. Contra viento, marea y hasta temporales de nieve, se mantuvieron en la zona durante casi tres meses.

Y aunque nació en la capital financiera de USA, la ocupación se trasladó también a ciudades como Denver, Nashville, California, Atlanta y otras. Todo, de la mano de la revista Adbusters, que aunque no actuaba como líder único, fue uno de sus grandes organizadores. Micah White, editor de Adbusters, declaró al respecto: “Nosotros básicamente lanzamos la idea a mediados de julio (2011) en nuestra lista de correos electrónicos, y luego fue asumida de manera espontánea por todos los pueblos del mundo. Sólo creció a partir de allí como una bola de nieve”. Por eso, aunque inicialmente haya sido una propuesta de la revista, las demostraciones carecieron de líderes u organizadores oficiales.

Y aunque antes de que las protestas se iniciaran (el 17 de septiembre de ese mismo año) el Alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, dijera que “las personas tienen derecho a protestar, y si quieren protestar, nos complacerá asegurarles que tengan lugares para hacerlo”, esto no sucedió. Hubo desmanes, choques con la policía, detenidos y más.

ADBUSTERS: El diario del medioambiente mental

Podría decirse que este medio de comunicación es el fiel reflejo de cómo se puede generar un potente movimiento social desde la contrapublicidad. Autodefinida como “el diario del medioambiente mental”, comenzó a ocupar las mismas herramientas del capitalismo –publicidad, marketing y diseño- para protestar contra el sistema. La revista fue formada en Vancouver, British Columbia en 1989 por Kalle Lasn y Bill Schmalz. 

La idea comenzó cuando los fundadores se indignaron frente al uso extremo de greenwashing, o lavado verde, de las industrias forestales en Canadá. En una entrevista (2006) para la revista E, Kalle explica:

” lo que estamos haciendo es una nueva forma de activismo social, utilizando el poder de los medios masivos para vender ideas, no productos. Nos motiva el pensar verde, -que proviene del movimiento ambiental-, y nosotros lo traducimos al cerebro: debemos limpiar todas las áreas tóxicas en nuestro cerebro. Es difícil ser buen ciudadano ambiental cuando luego prendes la televisión y recibes mensajes constantes hacia el consumismo.” 

Siendo una organización anticapitalista, Adbusters es uno de los principales grupos del llamado culture jamming. Su plantilla estaba formada en gran parte por publicistas, y de ahí que sus contraanuncios destaquen por la alta calidad del diseño gráfico, y su guerrilla vaya más allá de la acción directa. Unido a este grupo de publicistas también disponían de un equipo de juristas dedicados a demandar a los medios norteamericanos que se negaban a contratar sus anuncios, lo que sirvió para dar más difusión a sus iniciativas.

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¨reorganizamos tus neuronas¨. Tabla de contenidos de la Revista Adbusters.

Ridiculizando, burlándose, usando ironías y humor negro, daba su punto de vista en cada una de sus publicaciones, información que se compartía y viralizaba rápidamente a través de la web y redes sociales. Adicional a la campaña para Occupy, son creadores de Buy Nothing Day (día mundial sin compras), y Billion People March (marcha de los billones).

Respecto a Occupy Wall Street: Adbusters, como principal grupo organizador de la protesta, explicaba que la demanda central era que el Presidente Barack Obama “ordene una Comisión Presidencial encargada de poner fin a la influencia del dinero que tienen nuestros representantes en Washington”. Y no es menor, pensando en un ejemplo claro:  en 1960 el sueldo de un CEO en Estados Unidos era 50 veces superior al de un obrero. Entre 2005 y 2010, esa diferencia se agrandó hasta 350 veces. 

Y aunque actualmente la situación ha mejorado desde el 2011,  con esta manifestación se hizo algo sin precedentes: se lograron situar de nuevo los problemas no sólo de clase, sino del poder de cada clase, en el centro del debate político en Estados Unidos. Y eso fue posible gracias a los cambios graduales que se venían produciendo en la naturaleza del sistema económico, que hacían inviable imaginar que el Gobierno estadounidense tuviera algo que ver con la voluntad del pueblo, ni siquiera con el consenso popular. En momentos como estos, cualquier despertar del impulso democrático no puede ser más que un deseo revolucionario.

Portada de Adbusters #100. ¨¿Estamos contentos aún?¨
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En 1996, una edición de Adbusters comenzó creando la serie de “Joe Chemo” .
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La revista convocó a varias marchas durante y posterior a las ocupaciones. Esta marcha se realizó durante el 2015 bajo el lema ¨la marcha de billones de personas¨