Recuperaciones del espacio urbano: prácticas clandestinas e inspiración vegetal

A Ulises generalmente le gusta caminar por las distintas calles de la ciudad para seleccionar un sitio que pintar. Esto le da más espacio para pausar. El punto de vista del transeúnte es, según él, lo más valioso. Aunque San José es una ciudad primordialmente para carros, buses y camiones, mucha gente la recorre a pie. Ulises crea murales para generar lo que él denomina ‘pausas urbanas’. Su principal intención es regalar un momento a las personas en su transitar que rompa con el ajetreo y velocidad de esta pequeña y caótica ciudad centroamericana.
©Pablo Franceschi
©Pablo Franceschi

Ulises y yo empezamos nuestra exploración de la ciudad, la idea es buscar un lugar abandonado y tomado por las plantas para pintar un mural. Primero visitamos un puente peatonal abandonado del cual surgía un árbol; luego las ruinas de una casa con árboles de guarumo y manos-de-tigre arrecostadas en sus paredes; también nos detuvimos en un par de lotes baldíos con vestigios de estructuras de concreto demolidas llenas de pasto y enredaderas; y finalmente llegamos a una propiedad estatal en donde yacen las ruinas de un edificio de una institución pública. En cada sitio abandonado que visitamos encontramos dos elementos recurrentes: plantas y arte callejero.   

Además de transitar la ciudad con regularidad, Ulises ha vivido toda su vida allí. Se le puede encontrar pintando debajo de puentes, en rotondas, en callejones, portones y cualquier estructura que se ‘im-ponga’ frente a él. Aunque hoy día su obra pictórica también se encuentra en museos y galerías, sus murales siguen apareciendo con regularidad en las calles de San José, que en algún momento fueron su único lienzo. Para él, el impulso por llenar de arte lugares en abandono, responde a una necesidad de ‘recuperar’ espacios urbanos. Se podría argumentar que Ulises es un producto que emergió, como las plantas, de este caos que llamamos San José. 

A Ulises generalmente le gusta caminar por las distintas calles de la ciudad de San José –capital de Costa rica– para seleccionar un sitio que pintar. ©Pablo Franceschi

San José es la capital de Costa Rica y se encuentra incrustada en lo que llamamos el Valle Central, justamente en el centro del país. En un día despejado, desde allí, se pueden ver tres volcanes y además está rodeado de otras montañas imponentes —que quizá también son volcanes— a su alrededor. El clima es tropical, durante casi todo el año los días inician soleados y en las tardes caen lluvias que a veces se prolongan hasta la noche. En el centro urbano todavía resisten parques con grandes árboles, y los ríos que atraviesan la ciudad son hoy los desagües de los comercios y las casas que se construyen dándoles la espalda.

Desde niño he escuchado que ‘la ciudad de San José es fea, sucia, desordenada y que allí te pueden matar los delincuentes o drogadictos’. Para los que la caminamos en principio estos estigmas se manifiestan muy claramente, sin duda es un lugar muy sucio, es peligroso, hay miseria, y en general resulta muy abrumante. Como josefino he tenido que lidiar con todos los problemas que azotan a este centro urbano: congestionamiento vehicular, aumento de tiempos de desplazamiento, contaminación de todos los tipos, delincuencia, falta de estructura vial para peatones, falta de parques, entre otros. Sin embargo, me gusta estar allí, y no creo que sea una afición hacia lo ‘feo’, sino más bien un sentimiento de pertenencia que al transitar la ciudad, se fortalece.

©Pablo Franceschi
San José es la capital de Costa Rica y se encuentra incrustada en lo que llamamos el Valle Central, justamente en el centro del país. ©Pablo Franceschi

El imaginario negativo de la ciudad de San José que reside en la idiosincrasia local se puede explicar desde la institucionalidad. Durante las últimas dos décadas del siglo pasado se promovió la idea de un desarrollo urbano de expansión horizontal que en la práctica el Estado no pudo regular y que privilegió la acumulación de capital en lugar de un desarrollo urbano planificado (Jiménez, 2023). Esto desembocó en una descentralización de la ciudad en miras de colonizar los espacios rurales que la bordeaban, una consolidación del sector inmobiliario privado como actor urbanizador que se benefició del desarrollo de la periferia, y el abandono selectivo de la ciudad por parte del Estado. Al desvalorizar a San José como una ciudad para habitar y comerciar, se valorizaron otros nuevos espacios en la periferia, y se legitimó la narrativa de la ciudad como un lugar peligroso, deteriorado y caótico. De 1973 a 2000 la población de San José decreció sustancialmente, los sitios de expresión cultural como los cines fueron desapareciendo poco a poco, y la mayoría de edificios de instituciones públicas fueron sacados del centro.

Ulises y yo habíamos topado con las ruinas de una de esas instituciones que el Estado colocó en la periferia de la ciudad: el edificio del Consejo Nacional de Producción (CNP). Estas ruinas llevan allí más de un año, ya que el gobierno decidió mover esta institución —en declive desde hace décadas— a otro lugar más largo del centro. Los actuales dueños del terreno no han terminado la demolición total. En el lugar sobreviven una serie de cuartos, torres y edificios vacíos en abandono y algunos en peligro de colapsar. 

Como es natural, Ulises comenzó la identificación de posibles sitios en donde pintar su mural. Los criterios fueron varios, algunos tienen que ver con la escala y otros con el posicionamiento con respecto a las personas/público. Ulises reconoció el trabajo de varios muralistas y grafiteros que ya habían dejado su trazo allí. Yo por mi parte, dirigí mi atención hacia las plantas que, en aparente clandestinidad, ya se habían esparcido sobre el abandono.

©Pablo Franceschi

Las plantas terrestres, según Skutch (2013), aparecieron en la Tierra hace 400 millones de años y antes de esto, cuando eran solo acuáticas, ya eran seres autosuficientes. De alguna manera esas plántulas, arbustos y árboles acaparando esos viejos edificios del CNP y creciendo entre las grietas del concreto, son la manifestación de una sabiduría acumulada que sobrepasa nuestro entendimiento, al menos el de las sociedades modernas.

El reino vegetal en una ciudad como San José, se encuentra en constante resistencia contra el desarrollo urbanístico, y aunque esto no ponga en peligro su existencia en otras partes del territorio, es reflejo del pobre lugar que le asignamos como sociedad a los únicos seres capaces de proveer oxígeno al resto de organismos que habitan el planeta Tierra. Para tratar de entender la resiliencia implícita en el reino vegetal, Skutch (2013) explica que la selección natural en las plantas opera más sobre las funciones (fotosíntesis, el almacenamiento de agua y la transpiración) que sobre la forma (morfología). Tal selección las hace tolerantes a excesos o deficiencias en los elementos hallados en el suelo, y en la resistencia a la sequía, el frío, el calor y otros excesos ambientales.

Las plantas, a diferencia de los artistas callejeros, no están reclamando un lugar cómo un acto de rebeldía o con fines artísticos, están haciendo lo que por millones de años han hecho: adaptarse a las condiciones del momento y crear en colectivo las condiciones para perpetuar la vida. Mientras Ulises se preparaba para pintar, encontré plantas de tomate entre la basura, matas de plátano ya desarrolladas, arrecostadas a una tapia, y unas mazorquillas con flores que albergaban muchas abejas. Todas conviviendo dentro de un espacio relativamente reducido.   

©Pablo Franceschi
©Pablo Franceschi

En 2004, el Estado y el sector empresarial diseñaron una nueva ruta de desarrollo urbano, esta vez con la idea de repoblar la ciudad vaciada anteriormente. Según Jiménez (2023), esta propuesta se basa en una preocupación por intervenir San José únicamente por presentar condiciones negativas para atraer inversiones y no por una preocupación por construir bienestar social. Así la regeneración y el repoblamiento de la ciudad desde principio de este siglo se ha concebido como un instrumento para generar capital, desplazando todo aquello que no permita su expansión. Bajo esta lógica neoliberal el concepto de ciudad se nos presenta como un sitio que existe y es reconfigurado según las exigencias del mercado, y no en función del bienestar de las personas. Quizá, en la idea de ‘recuperación’ de Ulises, se encuentra encriptado un nuevo concepto de ‘ciudad’, uno que pone en crisis al actual y que recuerda a otros desarrollos urbanos milenarios. 

Hasta hace poco, pensar en una ciudad antigua a gran escala en el trópico era imposible desde el paradigma de la arqueología ortodoxa. Esta idea, según Fisher (2022), se fundamentaba en que los ecosistemas que habitaban poblaciones, como el pueblo Maya, eran típicamente incapaces de soportar el tipo de urbanismo fundamental para una civilización a gran escala. Hoy día, gracias a la tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), que permite la observación de estructuras a través de la densa vegetación tropical, se han encontrado más de 60 mil yacimientos arqueológicos en el norte de América Central (National Geographic, 2018). Esta nueva evidencia arqueológica de centros urbanos, en algunos casos albergando hasta 100 mil personas, ha abierto nuevamente el debate sobre la organización social y política de esta cultura y las razones de su colapso (Chasel y Chase, 2016). 

Las plantas habían guardado por siglos el secreto de las grandes ciudades Maya y su complejidad. Para Chase et al. (2016), sitios como Caracol en Belice son un ejemplo de una ciudad antigua que desarrolló soluciones innovadoras para implementar un urbanismo sostenible. Las interpretaciones sobre las infraestructuras del sitio revelan una sociedad con prácticas socioeconómicas de identidad compartida e igualitarismo simbólico: calzadas radiales, barrios de estatus mixto, y la ubicación del sistema de mercado integrado pero distribuido. Al mismo tiempo, según la Universidad de California (2010), gracias a los jardines forestales el 90% de los árboles de los bosques de la Región Maya aún hoy son valiosos para el ser humano, lo cual alude a una alianza entre esta cultura y las plantas, que paradójicamente cobijaron sus estructuras por más de mil años. 

En San José —una ciudad moderna actual situada en el mismo trópico— las infraestructuras que la forman, nos remiten a una relación socioambiental muy distinta: lo animal es amenazado constantemente por el transitar impositivo de las máquinas y la contaminación que emanan; y lo vegetal es reducido a ornamentos inocuos que nos separan del importante papel de las plantas para nuestra existencia. Cuando imagino a San José cubierta de un bosque tropical denso siendo descubierta por alguna inteligencia en el futuro me pregunto, ¿qué dirán los vestigios sobre nuestra forma de vida y organización social? ¿Qué dirán sobre nuestra relación con la naturaleza y con los de nuestra misma especie? ¿Acaso habrá espacio para inferir que vivíamos en sociedades justas, sostenibles y con alguna reverencia por lo vivo?

Ulises sabe que en el momento que termina un mural en la calle, este empieza a morir. Igual que las plantas, su labor artística tiene un carácter efímero y de servicio. ©Pablo Franceschi

Ulises sabe que en el momento que termina un mural en la calle, este empieza a morir. Igual que las plantas, su labor artística tiene un carácter efímero y de servicio. Esto me inspira a pensar que todavía quedan remanentes de colectividad en la sociedad actual y que no todo está atravesado por una transacción mercantil. En la competencia suave y persistente de las plantas terrestres por un lugar en el suelo y bajo la luz solar yace una enseñanza sobre cómo podemos relacionarnos cuando trabajamos hacia un bien común. 

Las nuevas revelaciones de las ciudades Maya, como Caracol, remiten a una conexión con los bosques que rompen paradigmas sobre el mismo concepto de selva tropical como un lugar peligroso, inhabitable e inaccesible. Por otro lado, la manera como surgen las distintas especies de plantas del concreto es una enseñanza de acción colectiva que simbólicamente nos recuerda que estamos sobre un mundo vivo en donde hay espacio para todas las especies animales y vegetales. Buscar desarrollos urbanos basados en el respeto por la vida, en donde podamos suplir las necesidades básicas para justamente sostener las condiciones que la permiten, es algo que aparentemente han logrado otras civilizaciones. Con una planificación urbana en donde el bienestar común sea la base desde donde construimos, creo que es posible prosperar en sociedades más solidarias.

“¿Qué dirán los vestigios sobre nuestra forma de vida y organización social? ¿Qué dirán sobre nuestra relación con la naturaleza y con los de nuestra misma especie? ¿Acaso habrá espacio para inferir que vivíamos en sociedades justas, sostenibles y con alguna reverencia por lo vivo?”

La recuperación de la que hablaba Ulises, aunque él la manifiesta a través de murales, quizá tiene que ver con una reconexión simbólica del espacio público urbano que cada vez se siente más ajeno a nuestras vidas. Esta enajenación de San José, repercute en nuestra manera de pensarnos como colectivo: no tenemos sitios públicos, limpios, seguros, inclusivos, y de fácil acceso en nuestra ciudad para conocernos, debatir y construir sociedad. Esta desarticulación de las personas beneficia económicamente a unos pocos y San José es testimonio de que el Estado, cuando se trata de urbanismo, opera para el sector empresarial. La recuperación de la ciudad consiste en acciones como la de Ulises y las plantas, que se resumen en imaginar y crear.

Por el momento, Ulises se adapta a las condiciones de cada contexto que decide pintar; opera desde la clandestinidad y muchas veces en el anonimato; y convive en modo no violento con otras formas de su misma especie mientras le devuelve vida a la ciudad. 

En la competencia suave y persistente de las plantas terrestres yace una enseñanza sobre cómo podemos relacionarnos cuando trabajamos hacia un bien común. ©Pablo Franceschi

Bibliografía

Balfour, L., Cooper, G., Dixit, T., Levelle, J., Duncan, A., Wilson, B. (2019). Lost Treasures of the Maya. National Geographic.

Chase, D. Z., & Chase, A. F. (2017). Caracol, Belize, and changing perceptions of ancient Maya society. Journal of Archaeological Research, 25, 185-249.

Fisher, C. T. (2022). Large-scale early urban settlements in Amazonia.

Jiménez Corrales, A. (2023). Urbanización, políticas de escala e intervención de la ciudad: Preámbulo y diseño de un urbanismo neoliberal a la” tica”. Revista de Geografía Norte Grande, (84), 79-94.

Skutch, A. (2014). El ascenso de la vida. Editorial Costa Rica.

Skutch, A. F. (2019). La finca de un naturalista. Editorial Costa Rica.

Imagen de Portada: San José. ©Pablo Franceschi

Arte urbano-mural por Ulises Rivera

©Pablo Franceschi
©Pablo Franceschi