Nêbula: Geometrías de la oscuridad desde un oasis de niebla

Capturar la camanchaca en el sector de Alto Patache y explorarla desde la luz - como un escáner visual - se ha transformado en la motivación y práctica central para los integrantes de “Nêbula”, un equipo de artistas que junto a investigadores científicos han indagado en este fenómeno de neblina costera, un verdadero refugio para el desierto. Se trata de un trabajo de investigación y práctica con nuevas tecnologías que a los artistas les ha permitido interrogarse y re-pensar las nociones de vacío, abandono y escasez que se suelen asociar al paisaje del desierto. 

Endémico conversó con dos integrantes de “Nêbula”, los artistas Sebastián Arriagada y Mauricio Lacrampette, para entender cómo opera su trabajo artístico con este particular fenómeno de la naturaleza, y cómo han logrado enriquecerlo a partir del diálogo con la ciencia, las nuevas tecnologías y las huellas de quienes transitaron por este desierto en el pasado, para hacernos ver que como humanidad aún tenemos mucho que aprender del estudio y expresión de la niebla ante la crisis global del medio ambiente. 

© Sebastián Arriagada

Endémico: ¿Cómo llegaron a trabajar con la camanchaca en el oasis de Alto Patache? ¿Qué elementos expresivos del desierto de Atacama les llamaron la atención para crear y experimentar desde ese lugar?

Mauricio Lacrampette: Llegamos a Alto Patache porque el año 2013 yo había realizado una residencia en la estación Atacama UC, llamada Proyecto Norte. Para esa ocasión hice un trabajo llamado “Médium” que, entendiendo el paisaje como un campo de interacciones entre agentes diversos, intentaba modular un nuevo encuentro mediante una serie de artefactos que recolectaban energía solar durante el día para proyectar luz en la camanchaca durante la noche. Retomé esta investigación el 2019 para desarrollar el Kmnchk Scanlab, un laboratorio fundado en el principio de “Médium” pero esta vez con el objetivo de escanear la niebla fotografiando un plano lumínico de sección y así poder observar aspectos de su comportamiento espaciotemporal que están ocultos a nuestros sentidos. Invité a Sebastián a participar como director audiovisual del proyecto y luego a Felipe, que fue nuestra bitácora de contenidos.
El conjunto de fenómenos que caracterizan el paisaje en Alto Patache está lleno de paradojas; en la mitad del desierto uno espera que no haya nada, pero está lleno de información; en la mitad del desierto uno no espera abundancia de agua, sin embargo está lleno de niebla. Entonces lo que hace Alto Patache a los sentidos es interesante porque los saca de su calibración predeterminada; te ves obligado a expandir tus nociones sobre lo que llamamos paisaje para percibir que «vida» no significa verdor, «agua» no significa un río, y que «desierto» no significa vacío.

© Sebastián Arriagada

Nos interesa además la superposición de entidades que coexisten ahí; resulta irrelevante si los objetos que aquí están repartidos son artificiales o naturales (yo ni siquiera creo en esa distinción), se funden todos en un campo de interrelaciones en donde la humanidad termina inmersa también; atrapanieblas, líquenes, piedras, artistas, animales no-humanos, científicos, estaciones meteorológicas y los datos que generan,  coexistimos en este lugar como un circuito de máquinas interconectadas por el paisaje. Entonces es esta entidad, la camanchaca, que inunda el paisaje, la que desde Nêbula nos interesaba examinar, porque funciona como una especie de interfaz que conecta todas las materialidades presentes en el lugar, a tal punto que comienza a mezclarse e impregnarse de todo lo que toca, como podemos corroborar en el hecho de que en las microgotas de agua que la componen podemos encontrar desde diatomeas hasta micro-plástico.
Queríamos abrir preguntas respecto de algunas lógicas opositivas entre lo humano y lo no-humano, lo natural y lo artificial, además de demostrar que el paisaje es sumamente dinámico, cambia y reacciona a ritmos que no comprendemos bien. No es un telón de fondo para la humanidad ni mucho menos un container de recursos naturales disponibles para el aparato capitalista, es más bien una malla mucho más compleja de la que somos absolutamente inseparables.

© Sebastián Arriagada

¿Pueden contarme sobre el artefacto/dispositivo que crearon para capturar la niebla? ¿Cómo lo idearon? ¿Qué implica para ustedes, como artistas y audiovisualistas, capturar y transformar en luz un elemento tan etéreo como la niebla?

Mauricio Lacrampette: El Kmnchk Scanlab es un laboratorio portátil armado dentro de un hard-case que contiene un circuito compuesto por un panel solar, 2 baterías, un set de módulos láser y un set de soportes para poder fijarlos en la tierra. La idea era cargarlo al sol durante el día y poder caminar con él a distintos puntos de Alto Patache durante la noche para clavar un láser en el suelo y mediante un lente óptico proyectar un plano vertical de luz que ilumina las microgotas de agua que componen la niebla. El resto consiste en fotografiar y filmar de frente este plano de luz para obtener imágenes de la turbulencia dentro de la nube; es decir, una suerte de escáner visual de niebla. Un plug-in para el paisaje.

Sebastián Arriagada: Sobre la creación de la imagen puedo agregar que es un intento de captura de un lenguaje. Crear un sistema donde la niebla pueda expresar. La cámara y el trípode son un aparato de visualidad que al igual que un contador Geiger; vuelve visible procesos que serían invisibles sin estos dispositivos. Y no estoy hablando de una búsqueda de una imagen objetiva del fenómeno, sino de dotar de elementos expresivos a un fenómeno natural. Traerlos al campo de la estética, y ver qué pasa con eso. Qué nuevas relaciones podemos hacer ahora que aislamos y tradujimos la niebla a otro lenguaje. 

«Queríamos abrir preguntas respecto de algunas lógicas opositivas entre lo humano y lo no-humano, lo natural y lo artificial, además de demostrar que el paisaje es sumamente dinámico, cambia y reacciona a ritmos que no comprendemos bien.»

© Sebastián Arriagada

¿Cómo entienden el trabajo interdisciplinar en Nebula? ¿Cómo se ha nutrido el trabajo de luz con la camanchaca con el quehacer científico?

M: Más que interdisciplinar, diría transdisciplinar, en el sentido de que ya ninguno de nosotros somos muy disciplinares, con respecto a lo que estudiamos, en nuestros trabajos individuales. Mi trabajo, al menos, ya es bastante periférico respecto a lo que creo que son los problemas disciplinares de la arquitectura, entonces tampoco me siento parado desde una disciplina. Creo que algo que permite el arte como campo de trabajo es esa transdisciplinariedad, de hecho, nos hizo llegar a conversar con científicos porque teníamos apreciaciones e inquietudes en común, que más que con una disciplina, tienen que ver con un problema específico, que en este caso era el paisaje y sus dinámicas, que desborda cualquier enfoque disciplinar.

S: Las distintas disciplinas nos ayudan a expandir el fenómeno de la niebla en diferentes direcciones. La mirada de un científico, o la mirada de un antropólogo o de un biólogo, van creando capas de sentido, por lo tanto sumamos percepciones. Cada disciplina actúa como un órgano que registra, sean estos datos, información, relaciones, análisis, y lo nuestro; un dispositivo lumínico y cámaras, se transforman en un órgano emocional. Ayuda a establecer una relación con el objeto desde los sentidos. Una fotografía que se vuelve fractal. Cuando te enfrentas a la imagen de las partículas de niebla, puedes hacer un ejercicio mental para escalar y pensar que, en ese metro cuadrado, está también registrada la inmensidad de la nube que cubre parte del océano pacifico. Entonces frente a la ciencia, los datos y su análisis, sumamos la experiencia estética, que nos lleva al campo de la imaginación; el hacer imagen eso que se ha vuelto impalpable, inconcebible y abstracto. 

© Sebastián Arriagada

¿Han establecido diálogos con las comunidades locales de Atacama? Si es así, cómo integran los conocimientos ancestrales en relación al elemento niebla con las nuevas tecnologías?

S: No tuvimos una relación concreta con comunidades, pero sí pudimos entender y relacionarnos con un paisaje que ha cambiado y que cada día avanza hacia el centro del país. Cuando estás en la mitad del desierto, piensas ¿cómo la gente pudo vivir ahí hace cientos de años? ¿Cómo establece poblados, agricultura, ganadería, y comercio en un lugar tan hostil? Sólo conocimos historias y relatos sobre los que ya no están ahí, de igual manera, pudimos ver sus vestigios. En Alto Patache, aún puedes ver las huellas dejadas por los guanacos que caminaron a principio del siglo XX por los cerros. También puedes ver restos de tamarugales que abundaban por esa zona. En el centro de investigación también se han encontrado utensilios y hasta una momia, entonces el desierto parece llenarse de alegorías; estando ahí te preguntas sobre el cambio climático, sobre las lógicas extractivistas, o sobre el colonialismo, y ¿a cuánto tiempo estamos de ser solo vestigios de una civilización? 

Alto Patache nos llevó a expandir nociones sobre lo que llamamos paisaje para percibir que «vida» no significa verdor, «agua» no significa un río, y que «desierto» no significa vacío.

¿Cómo dialoga su trabajo con los aspectos ecosistémicos y orgánicos de la niebla? ¿Cómo entienden la relación entre arte, ciencia, sustentabilidad y activismo en su propuesta? 

M: Durante nuestra última estadía en la estación, Fernando, un biólogo que estaba haciendo muestreos de niebla, nos contó que en Alto Patache además de microorganismos como diatomeas, podías encontrar micro-plástico y nano-plástico en una buena parte de la composición de la niebla. Esto ya nos habla de que cada microgota de niebla contiene una cantidad increíble de información impregnada en su composición, en conexión con otras materialidades, procesos y ciclos que suceden en escalas demasiado alejadas de nuestro espectro de percepción. Este zoom-in y zoom-out al mismo tiempo que propone Nêbula a través de una experiencia estética, permite sentir estas escalas y entidades que en nuestro relato cotidiano parecieran invisibles (aunque cada vez menos) para generar una conciencia respecto a cómo estamos administrando nuestra relación con los ecosistemas. El agua para uso común en la estación Atacama UC proviene de los atrapanieblas que están instalados más arriba en la ladera, por ser la única fuente hídrica en el lugar, es decir, bebimos y respiramos micro plástico y diatomeas durante una semana, y seguramente llevamos años haciéndolo. No sé si el común de la gente piensa en eso a diario.

S: Como mencionaba antes, la ciencia y sus análisis son una forma de entrada al fenómeno, en ello hay un trabajo de estudio prolongado y rigurosidad. Cada estudio que se realiza en el centro de investigación se transforma en información que se va acumulando y que posteriormente se utiliza para generar conocimiento. Todo esto tiene un valor inmenso pues se está trabajando en un lugar hostil, casi sin recursos hídricos, y aprender de cómo sobrevive un geco o un liquen nos ayuda a iluminar ese futuro posible donde la supervivencia no será tan fácil para nosotros. El arte permite entrar en otra dimensión del problema, juega con el lenguaje, con la imagen, y crea relaciones sensibles. Y no hablo de un espectro simplemente emocional, si no que implica establecer nuevas relaciones con las cosas, nuevos ritos, nuevos pensamientos. Este ejercicio también es una forma de crear conocimiento, en la que no se trabaja con la información; la comunicación no es asunto del arte. En este caso, la fotografía y la imagen en movimiento nos ayudan a pensar en imágenes y crear conceptos, y estas son puertas para nuevas percepciones. Como dice V. Flusser: “Al insertarse en la corriente de la tradición, toda imagen propulsa a su vez la tradición hacia nuevas imágenes, es decir: toda imagen contribuye a que la visión del mundo de la sociedad se altere”. 

© Sebastián Arriagada

Recientemente participaron en el Encuentro «Ars Electronica» con el Proyecto Nebula. ¿Puedes contarme qué quisieron representar para este encuentro? ¿Cuál es el aporte que pueden entregar un proyecto como el de ustedes al mundo y a su conservación desde la práctica artística local y experimental asociada a un territorio y un elemento tan específico como la camanchaca?

M: Para el Ars Electronica fuimos parte del Earth/Space/Water Garden presentado por PRISMA bajo una curatoría que buscaba poner en valor elementos característicos del territorio chileno en relación a las problemáticas que surgen respecto a sus ecologías y tecnologías. Con Nêbula representamos el desierto en “Earth”. Para esta instancia fuimos de nuevo a Alto Patache pero esta vez con el objetivo de filmar en movimiento la camanchaca intervenida por el láser, ya que en su primera versión del proyecto sólo  hicimos fotos. Esta operación llamó la atención de Alejandro Jofré, del Centro de Modelamiento Matemático de la Universidad de Chile y quien forma parte de PRISMA también, y nos pusimos a conversar sobre algunos patrones y conceptos matemáticos respecto al flujo de la niebla que se podían reconocer en el material que produjimos para Nêbula, lo que fue muy interesante porque junto a todas las otras conversaciones que tuvimos con biólogos y geógrafos terminó retroalimentando nuestro trabajo y ampliando su espectro de sentido.
El acto de abrir un portal de percepción a un aspecto oculto de la realidad, como en nuestro caso con la geometría de la niebla, tiene su importancia en tratar de percibir y entender los flujos y movimientos de nuestro entorno material, sobre todo con respecto a la atmósfera, un medio tan caótico, lleno de información y de materia en suspensión que vale la pena comprender porque nos envuelve y al mismo tiempo está dentro de nosotros, es un archivo de todo lo que toca. Creo que el aporte de Nêbula radica, por un lado, en formular preguntas más que intentar responderlas, y por otra, en ampliar el espectro de entendimiento de los fenómenos que caracterizan un paisaje determinado y ponerlo en relación a un problema global como el cambio climático y la crisis del capitalismo.

© Sebastián Arriagada

Imagen de portada: Scan de niebla desde estación meteorológica 850 msnm, Alto Patache. © Sebastián Arriagada

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