El término naturalista, aunque pareciese algo reciente y claramente en boga, emerge como concepto en 1527 del latín naturalis – “relativo a la naturaleza”- y el sufijo -ista, que significa “inclinado a”. A partir de ese momento, se designó naturalista al especialista o estudioso de la historia natural, básicamente la descripción de la naturaleza, dominando ámbitos muy diversos del conocimiento de forma holística: desde la zoología hasta la geología. Lo anterior, a pesar de resistir el reduccionismo pujante, con los años culminó en el surgimiento de varias de las disciplinas biológicas actuales. Sin duda una hiperespecialización que de alguna forma relegó el oficio del naturalista a algo más cercano a un pasatiempo que a las ciencias. A nuestro parecer un error.
Si bien la Historia Natural y los naturalistas no existen ya en su sentido y contexto originales, los términos sobreviven hasta hoy, surgiendo la pregunta: ¿qué significa ser un naturalista en pleno siglo XXI y en medio de una crisis socioambiental?
A pesar de que aún quedan fenómenos naturales por descubrir y descifrar, el naturalista moderno pone sus esfuerzos en registrar bajo diferentes lentes, formatos y oficios, la naturaleza que les rodea en pos de dar a conocer, visibilizar y conservar. Pero la historia natural estudiada por el naturalista, a diferencia de la ecología, no es neutral sino que involucra al individuo que observa como herramienta de investigación e interpretación. El naturalista pone su cuerpo, sentidos, intuición y sistema de creencia particular para percibir y describir lo que observa. Y la forma o el formato en que representa esta interacción ser humano-naturaleza es también única y personal, es creatividad.
La creatividad nace de dos elementos (seres y/o materias o como le queramos llamar), que son distintos pero que colaboran. Sólo de esa interacción bidireccional se crea algo nuevo que sin ambas partes no podría existir: el pigmento y el agua, la acuarela y la especie, la ilustración y el libro, el libro y el escritor, el lector y su emoción, y así sucesivamente cada diálogo entre dos o más elementos se transforma en una cadena infinita, que cuando la naturaleza es la musa inspiradora, se transforma en naturalismo.
Por tanto, el naturalista de hoy a través de la historia natural de un territorio, paisaje, jardín o especie particular, no genera un relato colectivo, sino uno personal que se suma una mirada mayor que le llena de sentido y humanidad. Es esta diferencia la que hace que el naturalista conecte con personas a través de las emociones que le produce la naturaleza y la interacción con ella.
Además, la misión del naturalista moderno parece apremiante ante el evidente escenario de crisis socioambiental (ver Antropoceno), donde surge como una necesidad visceral el concientizar sobre el patrimonio natural que poseen nuestros ecosistemas para darle valor y protegerlo. Esto se logra mediante la comunicación y difusión de este quehacer naturalista.
La invitación es a despertar en cada uno ese espíritu naturalista, escuchando y mirando con atención, que nos quiere decir hoy, el mundo natural que habitamos.
En consecuencia, las observaciones naturalistas modernas ya no quedan archivadas sólo en museos y diarios de campo reservados para la comunidad científica, sino que se hacen públicas y accesibles en libros, piezas de diseño (objetos textiles, joyas, esculturas, etc.), ilustraciones, redes sociales y marcas inspiradas en la naturaleza con objetivos que van más allá que la simple comercialización. Porque esta bioinspiración se acerca más al acto de visibilizar para concientizar, teniendo un fuerte componente la difusión de los fenómenos naturales que, quizás para muchos ciudadanos, siguen siendo desconocidos.
Es aquí cuando la era digital cumple un rol protagonista al abrir innumerables puertas a naturalistas quienes comparten diariamente sus observaciones y manifestaciones bioinspiradas para visibilizar, difundir y dar valor a la biodiversidad local. Una simple búsqueda por perfiles de RRSS, hace evidente un boom naturalista donde plantas, animales y hongos nativos de Chile adquieren protagonismo en un sinnúmero de formas y oficios. El naturalismo hoy ya no está reservado a científicos, sino que se expande a aficionados y personas que desarrollan su quehacer inspiradas en la naturaleza circundante. Así fotógrafos/as, ilustradores, cocineros, orfebres, escultores, perfumistas, alquimistas, tintoreros, recolectores, entre muchos otros oficios, dan vida a manifestaciones u objetos para visibilizar la flora, fauna y funga de nuestro país.
Y asi, en estos tiempos, resulta casi natural hacer dialogar disciplinas y oficios con la naturaleza que nos rodea, con el objetivo de promover la curiosidad e interés por nuestro patrimonio natural, vinculandola con la cotidianeidad de los seres humanos, apelando a sus emociones y valores, y contribuyendo a visualizar y comprender la belleza e importancia de esta diversidad para sostener la vida.
Como resultado, surgen iniciativas y emprendimientos que buscan ser agentes de cambio, porque visibilizan, difunden y ponen en valor la biodiversidad de nuestro país. Tal es el caso de marcas como Bruma (@brumanativa) que busca generar valor por la flora nativa a través de sus aromas o las diseñadoras textiles Belen Villavicencio (@belenvillavicenciotextil) y Marcela Ibáñez (@correvuelalaboratoriotxtil) quienes apuestan por dar a conocer plantas nativas a través de los tintes naturales.
Estación Flora (@estacionflora), por su parte, busca despertar el valor por la flora nativa en niñas y niños a través de textiles, piezas de diseño y talleres online. Pensando en la fauna, la marca Salvaje (@salvaje-cl) crea figuras de madera articuladas pensando en estimular el conocimiento de los animales chilenos en interacción con su hábitat. Garuga (@garugachile) crea productos textiles con ilustraciones de flora y fauna chilena y Wudko (@wudko) taller de diseño enfocado en la elaboración de productos y servicios que acercan la avifauna a la comunidad local.
También iniciativas que buscan revitalizar los alimentos silvestres y la cocina de recolección como Del Monte a la Cocina (@delmontealacocina) y Chaltumay (@chaltumay). El Museo del Hongo (@museodelhongo) que es un espacio museográfico no-convencional dedicado a la resignificación del Reino Fungi. Iniciativas que buscan dar a conocer el mundo natural a través de la educación cómo Phyta Lab (@phyta.lab) que organiza cursos y residencias de ilustración científica en diferentes estaciones biológicas del país y la artista botánica Geraldine MacKinnon (@naturalistamac) que a través de su escuela y comunidad online busca formar una comunidad en torno a la ilustración botánica. Todos proyectos y emprendimientos con un marcado sello de sustentabilidad y compromiso con la difusión y protección de nuestro patrimonio natural.
Sin duda la comprensión moderna de un naturalista debe ser más amplia y, en última instancia, debería incluir a cualquier persona apasionada por la naturaleza y que haga manifiesta esta observación o interacción persiguiendo un fin mayor que solo el hecho de observar y registrar por curiosidad. Aquí es donde emergen los nuevos naturalistas.
Y tú, ¿te sientes un naturalista?
Sobre las Autoras
Antonia Barreau Daly es Ing. Forestal con un MSc en Bosques y Comunidades. Trabaja como investigadora etnobotánica desde hace más de 10 años. Amante de los bosques, las huertas y diversidad biocultural, reparte su tiempo entre proyectos de investigación enfocados en la flora nativa y el patrimonio alimentario y proyectos personales que combinan la ciencia y el arte. Es gestora del proyecto Del Monte a la Cocina, Porotarium Austral y socia-fundadora de la marca Bruma. Vive en Pucón junto a sus hijos Nahuel y Kai.
Teresita Melo Gaymer es Diseñadora Gráfica e Ilustradora Naturalista. Se siente muy comprometida con la idea de comprender el Diseño desde una mirada interdisciplinaria y su trabajo está motivado enormemente por la capacidad que tiene el Diseño de ser una herramienta capaz de aportar al diálogo entre disciplinas, particularmente entre Arte y Ciencia. Actualmente trabaja como diseñadora e ilustradora desarrollando proyectos de comunicación visual en diversas áreas como branding, diseño editorial, ilustración y colabora a su vez en proyectos asociados al mundo académico y diversos profesionales de las ciencias, las artes y las comunicaciones. Junto a su trabajo independiente, se desempeña como docente universitaria y es fundadora del proyecto Estación Flora, ganador de un Fondart el año 2019.
Imagen de portada: © Estación Flora
Concurso NATURALISTA !!!
Porque amamos la naturaleza e inspira nuestro quehacer es que nos hemos unido para regalar:
– REVISTA ENDÉMICO (@revistaendemico): 2 ejemplares
– BRUMA (@brumanativa): 1 perfume sólido nativo + 1 aceite de masajes
– ESTACIÓN FLORA (@estacionflora): 1 Lámina Botánica Bosque Nativo
– BELÉN VILLAVICENCIO TEXTIL (@belenvillavicenciotextil): 1 Kit de Teñido Botánico Ritual Creativo
-WUDKO ( @wudko ): set de aves de mi jardín + prendedor
-SALVAJE ( @salvaje_cl ): 1 Zorro + 1 calendario 2021
-THOMAS KRAMER ( @librofauna ): 1 libro ”Fauna Chilena” + 1 libro “Superanimales de Chile”
-GARUGA (@garugachile): 1 mochila + neceser + set posavasos.
CÓMO PARTICIPAR:
– Seguir a todas las 8 cuentas en redes sociales @revistaendemico
– Contarnos cuál es tu planta, animal u hongo nativo favorito
– Etiquetar a dos naturalistas innatos que conozcas
FECHA SORTEO: se hará el día 26 de mayo
Éxito a todos…que el amor por nuestro patrimonio natural nos guíe!