Múltiples desafíos para múltiples territorios: la necesidad de entendernos con la naturaleza desde diversas disciplinas

Los ecosistemas hoy se develan y nos exigen, no precisamente como observadores sino que más bien como cohabitantes, una visión que entrelace a diferentes disciplinas, capaz de aglutinar en un discurso transformador, una crítica constructiva a un modelo que se encuentra en crisis. De esta manera, enfoques multidisciplinarios, interdisciplinarios o transdisciplinarios, comienzan a hacer más […]

Los ecosistemas hoy se develan y nos exigen, no precisamente como observadores sino que más bien como cohabitantes, una visión que entrelace a diferentes disciplinas, capaz de aglutinar en un discurso transformador, una crítica constructiva a un modelo que se encuentra en crisis. De esta manera, enfoques multidisciplinarios, interdisciplinarios o transdisciplinarios, comienzan a hacer más sentido cuando de resolver problemas medioambientales se trata.

Enfoques multidisciplinarios, interdisciplinarios o transdisciplinarios hacen más sentido cuando de resolver problemas medioambientales se trata. © CIET-LR

Hablar de enfoques que articulen a múltiples disciplinas, requiere quizás de un esfuerzo doble para la racionalidad a la que nos hemos acostumbrado. Tal como plantea la literatura, pareciera ser que el modo de entender nuestro entorno fue fragmentado con fines de apropiación y generación de una dinámica propia del modelo económico imperante, o quizás como un mecanismo para ordenar la producción de conocimiento científico (Muñoz et al., 2007). Sea cual sea el caso y el motivo trascendental, que supone por lo demás una discusión amplia y necesaria, los tiempos actuales comienzan a fracturar estas incongruencias, y la naturaleza empieza a mostrarnos un sistema complejo y difícil de ser atendido de manera parcelada. En síntesis, pareciera ser que el curso natural de las cosas nos hace volver a reunir los relatos en un palimpsesto de territorialidades, conocimientos y experiencias, que empiezan a perder sentido por sí solas.

Pareciera ser que el curso natural de las cosas nos hace volver a reunir los relatos en un palimpsesto de territorialidades, conocimientos y experiencias, que empiezan a perder sentido por sí solas.

Interesante es mirar las reflexiones de algunas autoras y autores que nos comparte Alicia Puleo (2015) en su libro “Ecología y género en diálogo interdisciplinario”, en donde desde el foco del ecofeminismo, nos muestran la necesidad de ampliar nuestra forma de observar, entender y relacionarnos con el entorno, además de la urgente necesidad de pensar y co-construir nuevos paradigmas, muchos de ellos de no tan reciente data, pero si históricamente invisibilizados. Un ejemplo de lo señalado se aprecia frente a la ocurrencia de los denominados “desastres ambientales”, en donde el foco que prima de la situación, es el carácter salvaje e intempestuoso de una naturaleza imprevisible, sin embargo, nos encontramos observando una interacción de carácter física, social, económica y política, frente a un fenómeno natural que cuenta con precedentes (Anzoátegui y Femenías, 2015).

Cuando se diseñe un programa de restauración ecológica en una cuenca lacustre, por ejemplo, se debería elaborar un programa de recuperación de pesquerías, o se aplicar un plan de protección de fauna silvestre. © CIET-LR

Así, podemos llevar a cabo el ejercicio de observar y analizar lo que sucede en las áreas rurales y litorales, específicamente en la vereda poniente de la Cordillera de Los Andes, en ese largo territorio que deambula entre los cordones montañosos y el Océano Pacífico. Aquí, los ecosistemas se encuentran en crisis y bajo presión, ya que además de actividades inmobiliarias y de recreación, se desarrollan actividades como la pesca artesanal e industrial, la acuicultura a pequeña escala, y la salmonicultura, las que han conllevado por años pérdida de biodiversidad, deterioro de los fondos marinos, y en general una fragmentación de los ecosistemas (Jorquera-Jaramilla et al., 2012; Contreras-López et al., 2017). Esto a su vez, si bien constituye un problema ecológico, conlleva también una crisis social y de las economías en distintas escalas. Es decir, las transformaciones suponen entender cambios multidimensionales en las comunidades rurales – costeras y sus territorios, ampliando el foco que se limita solo a los eventos ambientales como las floraciones algales (marea roja), presencia de especies introducidas, desaparición de recursos pesqueros, entre otros. En decir, pensar en intervenciones, ya sea desde las políticas públicas, la investigación, o los proyectos de desarrollo, de manera parcelada y unidimensionalmente, no hace más que seguir perpetuando la crisis e ignorando una lógica ecosistémica. Es importante señalar que no se plantea que todas las intervenciones territoriales deban considerar a múltiples disciplinas en todas sus etapas, sino que más bien que la lógica estratégica bajo la cual son desarrolladas sea pensada de manera interdependiente.

La cuestión apunta básicamente a que, la comprensión multidimensional y desde múltiples disciplinas de las interrelaciones sucedidas en la relación sociedad–naturaleza, no solo apunta a lograr mejores estrategias de resolución de conflictos, a disminuir los efectos negativos o los impactos del sector extractivista, sino que intenta ir más allá, generando incidencia en la creación de políticas públicas y de instrumentos de planificación, propiciando a su vez una participación efectiva de las comunidades. De esta manera, cuando la degradación de los ecosistemas, generada por una actividad industrial, afecta a los elementos vivos que habitan los ecosistemas, no basta solamente con restringir el accionar mediante medidas prohibitivas, sino que es necesario comprender la estructura política que conlleva al deterioro del entorno, la racionalidad y modo de subsistencia de las comunidades, las transformaciones en las prácticas culturales, y también las vías posibles de solución. Para construir este proceso, la vinculación de múltiples disciplinas, tanto de las ciencias sociales, ciencias exactas y así como de las artes y humanidades, resulta fundamental en la construcción de un cambio de paradigma.

Complejidad territorial de los ecosistemas. © CIET-LR

De manera concreta, cuando se diseñe un programa de restauración ecológica en una cuenca lacustre, se elabore un programa de recuperación de pesquerías, o se aplique un plan de protección de fauna silvestre, por nombrar algunos casos, se deben atender y considerar a los factores que han contribuido a la generación del problema (puede ser desde una perspectiva sociopolítica, jurídica, antropológica), para luego establecer las responsabilidades o vinculaciones con los componentes naturales, y finalmente construir las estrategias de resolución del conflicto. De esta manera, un estudio de la dinámica social del componente humano, se entrelaza con un estudio biológico de flora o fauna, el cual a su vez interactúa con una dimensión económica, mientras todo esto opera bajo una perspectiva política-normativa.  A estos elementos, se le debe añadir además la gran diversidad territorial con la que cuenta Chile de Sur a Norte, lo que le da mayor preponderancia a los actores locales, y que nos podría llevar incluso a posicionar al conocimiento local como una multidisciplina por sí sola, y que debiese formar parte basal de un trabajo de perspectiva interdisciplinaria.

Se debe añadir además la gran diversidad territorial con la que cuenta Chile de Sur a Norte, lo que le da mayor preponderancia a los actores locales, y que nos podría llevar incluso a posicionar al conocimiento local como una multidisciplina por sí sola, y que debiese formar parte basal de un trabajo de perspectiva interdisciplinaria.

En síntesis, además de centrarnos en la importancia de lo disciplinar, se propone poner la vinculación de las mismas a disposición de una naturaleza que se encuentra en revolución, frente a un modelo desterritorializado, carente de una visión a largo plazo, profundamente individualista y con una lógica patriarcal fuertemente arraigada. Este arraigo, desde el enfoque de la filosofía ecofeminista, posiciona a los espacios naturales como meros proveedores de materia prima, desconociendo su aporte a la salud de la población y la prestación de servicios ambientales (Anzoátegui y Femenías, 2015), por ende, mucho antes de pensar en entender la interacción de disciplinas, debemos tomar conciencia de la profunda desconexión que poseemos con la naturaleza y sus procesos.

Según el micólogo estadounidense, Paul Stamets, el micelio —membrana subterránea de los hongos, sobre el que florece la vida— es el gran desensamblador molecular de la naturaleza, tiene la capacidad, por ejemplo de compartir y almacenar conocimiento, buscando relaciones para alimentar la vida. Así, los hongos son antiguos, están extendidos por todo el mundo, y se encuentran en simbiosis con muchas otras especies. Durante la historia de la tierra han convertido roca en alimento para otras especies (y aún lo hacen). Los hongos son fundamentales para la vida en la Tierra, y estamos más estrechamente relacionados a los hongos que a cualquier otro reino natural. Al observar entonces el comportamiento del micelio, podemos reflexionar sobre nuestra forma de comunicarnos y de cómo podemos aprender de otros para construir nuevos conocimientos, traspasando con humildad los límites clasificatorios autoimpuestos. La importancia de unirnos entre disciplinas debiese ser el motor que nos permita reconstruirnos, como seres inter y ecodependientes. © Francisca Veas Carvacho, ilustradora científica CIET-LR. 

Bibliografía.

Anzoátegui, M., Femenías, M. (2015). Problemáticas urbano-ambientales: un análisis desde el ecofeminismo. En: Puelo, A. (ed). Ecología y Género en Diálogo Interdisciplinar. Plaza y Valdes Editores, Madrid, España.

Contreras-López, M., Figueroa-Sterquel, R., Salcedo-Castro, J., Vergara-Cortés, H., Zuleta, C., Bravo, V., Piñones, C., Cortés-Molina, F. (2017). Vulnerabilidad de humedales y dunas litorales en Chile Central. En: Botello, A., Villanueva, S., Gutiérrez, J., Rojas-Galaviz, J. (ed). Vulnerabilidad de las zonas costeras de Latinoamérica al Cambio Climático. UJAT, UNAM, UAC. 476 p. 

Jorquera-Jaramillo, C., Vega, M., Aburto, J., Martínez-Tillería, K., León, M., Pérez, M., Gaymer, C., Squeo, F. (2012). Conservación de la biodiversidad en Chile: Nuevos desafíos y oportunidades en ecosistemas terrestres y marinos costeros. Revista Chilena de Historia Natural, 85, pp. 267-280.

Muñoz, J. (Coord) (2007). La disciplina y las grandes teorías del mundo moderno. Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de Ciencias y Humanidades, Universidad Nacional Autónoma de México.

Puelo, A. (ed) (2015). Ecología y Género en Diálogo Interdisciplinar. Plaza y Valdes Editores, Madrid, España.

Imagen de Portada: © Francisca Veas Carvacho, ilustradora científica CIET-LR. 

Sobre el Autor: 

Camilo Veas Carvacho, es geógrafo y MCs. Agronómicas y Ambientales. Actualmente se desarrolla como director del Centro Interdisciplinario de Estudio de Territorios Litorales y Rurales (CIET-LR), observando, analizando y reflexionando sobre las dinámicas presentes en los territorios, específicamente en las interacciones de las comunidades rurales y litorales con su entorno.