Estos seres vivos no solo viven en los bosques, sus especies se reparten en una asombrosa variedad de ecosistemas. Así, se pueden hallar en desiertos, selvas tropicales, tundras árticas, en ecosistemas costeros, entre otros. En Chile los podemos observar desde el desierto nortino hasta las islas subantárticas, y desde la Cordillera de los Andes hasta el nivel del mar, ocupando una gran cantidad de diferentes tipos de microhábitats, cubriendo la superficie de troncos, colgando de ramas, tapizando superficies rocosas y compartiendo con las briófitas recursos y sustratos. Desde las elevadas cumbres de las montañas hasta las profundidades de los bosques, los líquenes demuestran su increíble capacidad para prosperar en casi cualquier rincón del planeta.
A menudo confundidos con hongos o musgos, los líquenes esconden una complejidad fascinante. Como se mencionó anteriormente, son el resultado de una asociación simbiótica entre un hongo o levadura y un organismo fotosintético, que puede ser una cianobacteria o un alga. En esta relación, el hongo proporciona la estructura y el soporte físico, mientras que el organismo fotosintético se encarga de producir la energía a través de la fotosíntesis. Ambos organismos se benefician mutuamente: el hongo recibe nutrientes esenciales y energía, mientras que el alga o cianobacteria obtiene minerales, agua y un entorno protegido y propicio para su crecimiento. Esta colaboración ejemplifica una de las alianzas más ingeniosas de la naturaleza, donde la suma de las partes crea un organismo robusto y adaptable.
Guerreros silenciosos: biofiltros en acción
Los líquenes, además, tienen un superpoder. actúan como indicadores ambientales, sensibles a cambios en la calidad del aire. Es por esta razón que son utilizados por los científicos para monitorear la salud de los ecosistemas. Medir la calidad del aire, no es solo un tema de estadísticas, sino de salud pública. La contaminación del aire puede tener efectos graves en la salud, incluyendo enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer (ver más aquí). Además, el impacto negativo en el medio ambiente, afectando la calidad de los cuerpos de agua, la vegetación y la vida silvestre. En este sentido, Eduardo Muñoz, Biólogo en Gestión de Recursos Naturales de la Fundación Melimoyu, destaca que “los líquenes acumulan y liberan sustancias tóxicas que se pueden concentrar en el aire. Como son muy sensibles a los contaminantes atmosféricos, pueden ser indicadores importantes y muy precisos”.
Estos organismos fueron reconocidos en el siglo XIX como posibles bioindicadores. Sin embargo, fue solo en la década de 1960 cuando se identificó al dióxido de azufre como factor principal que influenciaba su crecimiento, cuando se comenzó a estudiar y a explotar sus propiedades, siendo incluso utilizado en Estados Unidos y Europa para monitorizar los efectos causados por contaminación gaseosa y por metales.
En Chile existen estudios que reconocen una gran cantidad de presencia de líquenes en diversas zonas, incluso en la ciudad. Para poder resaltar su labor de bioindicador de la calidad del aire es necesario “conocer su rol ecológico en los ecosistemas, apreciando su diversidad y alto valor estético. La ciencia ciudadana podría ser una gran herramienta para hacer seguimiento de la calidad del aire en la región de Aysén. Hay algunos estudios que han investigado qué elementos atmosféricos pueden acumular (como por ejemplo plomo o cadmio), pero aún faltan estudios en la región. Una buena forma de empezar es conociendo qué especies y que tipos de líquenes hay en las ciudades, y que características tienen”, resalta Muñoz.
Los líquenes, además, contribuyen a la estabilidad del suelo, previniendo la erosión y facilitando la absorción de agua. En climas extremos, ofrecen refugio y alimento a pequeñas criaturas, demostrando su papel esencial en la cadena alimentaria. Así con su humildad y resistencia, estos seres nos recuerdan que incluso los organismos más pequeños pueden tener un impacto gigante en el equilibrio de la vida en la Tierra.
_
Ser parte de esta tribu de guerreros silenciosos por la calidad del aire, como los líquenes presentes en nuestro entorno, es también acumular desnivel. Durante el 1 al 9 de junio estuvo abierto el desafío Running Up For Air de STRAVA, que invitó a toda la familia a subir un cerro, en bicicleta o corriendo, para poder llegar a más gente y apoyar a iniciativas locales que luchan por la importancia de la calidad del aire en cada región. Conoce más de estas iniciativas en Patagonia.
Imagen de Portada: ©Constanza López C.