La distopía audiovisual de «Solastalgia Circus Manifesto»

Este sábado 8 de mayo de 2021 a las 19 hrs Revista Endémico junto a la compañía Circo Lacustre trae el estreno de un excepcional mediometraje performático arraigado en la Araucanía Andina. Un encuentro entre circo, activismo y la naturaleza de los volcanes del sur de Chile que transmite un potente mensaje desde el cuerpo […]

Este sábado 8 de mayo de 2021 a las 19 hrs Revista Endémico junto a la compañía Circo Lacustre trae el estreno de un excepcional mediometraje performático arraigado en la Araucanía Andina. Un encuentro entre circo, activismo y la naturaleza de los volcanes del sur de Chile que transmite un potente mensaje desde el cuerpo en torno a cómo nos hemos desvinculado física y emocionalmente de los entornos naturales.

Hoy, Alain Veilleux, director de «Solastalgia Circus Manifesto», nos adelanta parte de las motivaciones y convicciones que circulan al interior de esta nueva obra creada en plena pandemia junto a la compañía Circo Lacustre, y también nos habla del proceso creativo que permitió la creación de este video – circo que será estrenado por el Facebook Live de Endémico y del Facebook Live de Centro Cultural Padre de las Casas. No te pierdas este estreno exclusivo y gratuito que estará disponible este sábado para un único visionado.

© Solastagia Circus Manifesto

Circo, imagen y cambio global

Por Alain Veilleux, artista circense y director de «Solastalgia Circus Manifesto»

Solastalgia Circus Manifesto es un video-circo, producido por la compañía Circo Lacustre, sobre la distopía actual que vivimos como humanidad. La obra se teje dando vida a este nuevo concepto de solastalgia, a saber, respecto de cómo las preocupaciones que quedan marcadas en nuestros seres, [vi]viendo la gran aceleración hacia el deterioro incesante de la biósfera, generan ansiedad, pero pueden ser al mismo tiempo un incentivo para cambiar nuestra actitud y nuestra relación hacia la vida.

Siete personajes conforman una comunidad. Ellos articulan, desde su poética personal, una relación con la naturaleza (lo vivo y lo no-vivo) hacia un devenir enigmático. El relato construido está apoyado sobre un corto texto-manifiesto (incluido al final de este artículo), puesto al inicio en voz en off. Las preocupaciones de esta comunidad se traducen en un imaginario original, que invita a mirar la naturaleza con otros ojos.

Es un proyecto que nació con el objetivo de encontrar su vida en la calle, compartiendo con un público presente, en vivo. La realidad pandémica nos obligó a repensar nuestra práctica, tanto al momento de crear, como al momento de compartirla. Ya estábamos cuestionándonos sobre las posibilidades que tiene el arte para cambiar las narrativas que nos condicionan como especie, y que influyen directamente en nuestras relaciones con lo vivo y lo no-vivo. Hoy en día, en cualquier dirección que miremos, todos los análisis científicos y sociales nos indican que tenemos que aprender a vivir y a relacionarnos con el sistema tierra de otra forma, saliendo del antropocentrismo destructor y ciego.

© Solastagia Circus Manifesto

Como artistas sabemos que el imaginario crea realidades, y que nuestro oficio genera nuevos imaginarios. Se articulan así pensamientos desde otro lugar de conocimiento, y que – para el circense en específico-, se potencian desde la experiencia del cuerpo en el espacio, y sobre todo, en su vinculación con el riesgo y el absurdo. El circo tiene una poiesis fuerte que despliega un abanico muy amplio al momento de imaginar; es un metalenguaje que integra otros lenguajes, sin perder su identidad. Vemos en el cuerpo circense y su lenguaje la posibilidad de generar relatos que tocan y proporcionan una apertura al momento de [re]pensar una humanidad con valores diferentes, tales como la cooperación y la solidaridad.

Hoy más que nunca hay una reflexión importante que hacer sobre la labor y la responsabilidad del arte ; no hay cómo ignorar la contingencia planetaria al momento de crear.

El guion original que dio lugar a este vídeo-circo, planteaba trabajar sobre la temática de la distopía creando un espectáculo de circo para la calle, titulado Distopía feliz. Luego, sobrevino que nuestro proceso se definió en el marco de la distopía real [¿feliz?], ya que esta creación se realizó entre agosto del 2020 y febrero de 2021. Sucedió entonces que encontramos formas de seguir creando en tiempos de pandemia. Esta situación dejó clara la tremenda importancia de hacer arte y de juntarse presencialmente, para seguir creando nuevos imaginarios desde nuestras sensibilidades artísticas. Este oxímoron de distopía feliz nos invitó a considerar las cosas que se alejaron de nosotros últimamente, como: las personas; los ritos; el compartir el cotidiano; y a reflexionar sobre cómo accionar ideas en la realidad – a pesar de todas las dificultades que se vivencian en este mundo de cambios globales–, que rescaten humanidades, para seguir viviendo y muriendo bien.

© Solastagia Circus Manifesto

En este singular presente, hemos inventado formas de juntar cuerpos, emociones y mentes, para trabajar en las limitaciones de este presente truncado. Se hizo posible por el hecho de contar con el beneficio de un lugar ideal, sin el cual la obra no habría sido la misma o tal vez no habría sido. El centro de residencia artística Ko-Panqui fue nuestro refugio, nuestro hogar. El compartir el trabajo, la comida, las inquietudes, el cuidado, nos mostró algo que sabíamos pero que no valorábamos en su justa medida: la importancia capital del cuerpo del otro en la experiencia humana de aprender a vivir, es decir: cooperar.

La creación circense, la investigación, el pensar juntos, el mover el cuerpo-idea – es decir, la base narrativa de la obra– fueron realizados en colaboración, entre los circenses, los músicos y el director artístico, aprendiendo a cooperar nuevamente. Posteriormente, llegó el momento de considerar si esta creación terminaría como un espectáculo virtual; lo que no acababa de satisfacernos, al excluir el lenguaje de lo “vivo y del presente, que sucede en un encuentro con el público. Por lo que decidimos tomar completamente otro rumbo y sumergirnos en la aventura del lenguaje cinematográfico, re-cuestionando lo que significa articular una narrativa desde el lenguaje circense. Entonces se insertó una nueva página en nuestro proceso, donde teníamos que repensar la obra como artesanos desde un nuevo quehacer, volver a los conceptos principales y sobre todo buscar su materialidad propia.

Estábamos estudiando la resiliencia, aprendiendo a valorar las condiciones que la permiten en nuestro sistema tierra y teníamos que ser resilientes en grupo cada día, pues todo cambiaba siempre con la contingencia. La primera libertad que se generó por el cambio de formato fue la integración de lugares hablantes, significativos, que permitían un diálogo entre uno o varios intérpretes y los espacios naturales. Estas locaciones, a veces de apariencia prístina, a veces dañada, fueron seleccionadas para contribuir a la ampliación de la narrativa y así nació la idea del “octavo” personaje, la naturaleza.

© Solastagia Circus Manifesto

Esta idea fue inspirada del recurso a la justicia que podemos ver en las luchas por el medio ambiente, cuando reivindican que un río o una montaña sea reconocido como persona jurídica, y, desde entonces, tenga derechos y pueda estar sujeta a cuidado, respeto y protección. Luego, en otro sentido, esta idea de poner a la naturaleza como un personaje separado de los humanos contenía el peligro de dejarla apartada de lo humano, en un momento en que buscamos considerar la vida presente en la biosfera como una multitud de relaciones en movimiento e interdependientes, entre todo lo vivo y lo no-vivo. El hecho de hacerse cargo de una noción y una relación con la naturaleza, compleja e integrada y no simplificada, aumentó su importancia en el discurso y cambió el relato.

La integración de la cinematografía fue un cambio de lenguaje – más bien de dispositivo[1] artístico-, al pasar del “en vivo” propio del circo, no a la cinematografía como tal, sino al vídeo-circo, buscando una vez más estar en el momento presente sin pretender otra cosa que lo fronterizo, lo bastardo, la mezcolanza, la relación con y en el presente. Esto por no parar de estar situados, teniendo como referencia el circo, el que se constituye como nuestro anclaje estético desde donde se origina la perspectiva propuesta y desde donde se genera la reflexión del equipo.

 En un momento en que buscamos considerar la vida en la biosfera como una multitud de relaciones en movimiento e interdependientes, no podemos poner a la naturaleza como un personaje separado de los humanos.

Cuando llegamos al momento de “las pasadas” (ensayos) entramos en la grabación. Fue una aventura intensa que venía a cuestionar el modo de hacer-escénico-circense hacia un modo de hacer-filmado-circense. Grabar entregaba libertad a una mano permitiendo de salirse del dictado del circo y travestir su poesía visual, cambiar su cuerpo, llevarlo a otro lugar, acercarse más a la temática, pero al mismo tiempo nos hacía entrar en el dictado de la imagen con sus códigos y el determinismo de la edición pendiente. Se hacía difícil pensar en no contar con la vida de la obra en evolución, después del estreno, para seguir abriendo el diálogo, adaptándolo, entendiendo la relación con el público en el encuentro. Toda esta relación fundamental del espectáculo en vivo se resumía a algo comprimido llamado post-producción, obligando a la realización de un resultado cerrado para siempre, inmediato.

Tal vez podemos hacer un paralelo entre la urgencia de no tener el tiempo suficiente para realizar muchas retroalimentaciones sobre la obra y la urgencia climática que vivimos. Es decir, sentir lo que es necesario en el momento presente y hacer un cambio, incluso si no es perfecto, pero accionar en lo que podemos. Crear esta dinámica más global, sensibilizar a los seres humanos a nuestro alcance, aumentar la masa crítica. Cambiar la narrativa. Hoy más que nunca hay una reflexión importante que hacer sobre la labor y la responsabilidad del arte en esta situación; no hay cómo ignorar la contingencia planetaria al momento de crear. Hay que desplazar el lugar desde dónde miramos.

En la investigación hemos alcanzado a llegar a un vocabulario propio de cada uno/a, soportado por su mitología personal, por las preocupaciones identificadas y compartidas – sobre el planeta y el devenir de lo humano y lo no humano–, hemos llegado a traducir nuestra solastalgia en un manifesto circense.

© Solastagia Circus Manifesto

Manifesto

El neoliberalismo mata lo vivo y lo no vivo – 

La violencia policial es cada vez más brutal,

El extractivismo chupa el planeta-

Es el modus operandi de las grandes compañías que lucran

Basta de co lo ni za ción

 

Así nace la historia de los buenos y de los malos

Lo que hace que no se pueda trabajar juntos ahora

Y esta misión necesita a todos los terrícolas

¡Vamos a saltar el torniquete de la producción desenfrenada!

 

1 000 000 de especies amenazadas

1 cancha cada 2 segundos se corta en los bosques del mundo

El plástico destruye la vida marina

Y está presente en todo lo que comemos y bebemos

 

El 1% más rico tiene 2 veces más

Que el 90% de la población de la tierra

La avaricia consume hasta los pobres

Y la biodiversidad se va a la cresta

¡Levantémonos!

 

Nos queda poco tiempo para entender cuál es nuestro lugar

Tenemos que pensar en los que vienen

Crear comunidades, nuevas narrativas

Cambiar la competencia por la cooperación

 

Basta de antropocentrismo, es una plaga

La vida no es un recurso

Basta de patriarcado

Viva el feminismo y el derecho a la autodeterminación

de los pueblos y de los cuerpos

 

Tenemos que entender la tierra como un sistema

Donde la vida se entreteje en esta fina película, la biosfera

20 km de excepción entre agua, suelo y aire

Entender que nuestro mundo es finito

 

Es la noticia más importante de la historia de la humanidad

El antropoceno es un capitaloceno

Nuestra casa está en llamas

Y tenemos que apagar este fuego ahora

 

Notas

[1] Michel Foucault, entrevista de 1977, Dits et écrits, 3, 299.

«Lo que trato de indicar con este nombre es, en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, brevemente, lo dicho y también lo no-dicho, éstos son los elementos de a función del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos».

«…por dispositivo, entiendo una especie -digamos- de formación que tuvo por función mayor responder a una emergencia en un determinado momento. El dispositivo tiene pues una función estratégica dominante…. El dispositivo está siempre inscripto en un juego de poder».

«Lo que llamo dispositivo es un caso mucho más general que la episteme. O, más bien, la episteme es un dispositivo especialmente discursivo, a diferencia del dispositivo que es discursivo y no discursivo».