“Un hombro alzado
crea suficiente cuenca
para iniciar un estanque en la clavícula”
Cuando hablamos de desastre, se espera la llegada que se anuncia en la nuca, acecha con su susurro. Esa aparición imponente avanza con el magma y su azufre, abriéndose en un cráter que se besa con el cielo para dejar tras de sí una columna de preguntas en la cotidianidad de las pequeñas vidas que habitan las inmediaciones.
Así es este libro y todo lo que arrastra: una recopilación de estructuras que brotan de una investigación subterránea, que brota a la superficie tejida desde la palabra. Una palabra que plantea las relaciones que nos interconectan: encuentros, deseos, amor, intimidad, mapas y trazos que enlazan diminutas imágenes hechas versos que inundan incluso la cuenca de los ojos, convirtiéndolos en pozo, en humedal.
Es así como esta escritura nos acerca a pensar el Itrofil Mongen, esa fuerza y concepto mapuche, tan poderosa como sutil, un sistema que sostiene millones de vidas que sostienen otras vidas, componiendo una gran vida. Un mapa que nos invita a reflexionar sobre un lugar al que pertenecer, morir o fundirnos al entregarnos a la tierra, movidos por un deseo más profundo que la ira. Si somos observadores atentos, podemos vislumbrar el milagro: ser espectadores de las maravillas que el caos en su laberinto, nos ofrece.

El viaje del hablante y la voz que levanta, como la lava al emerger, demuestra que cada uno de nuestros desastres es único. Invoca recuerdos íntimos: como dejar atrás al primer amor, y el pecho que se triza en la soledad del hogar que juntos han construido. O cómo esta escritura enseña que la playa es el intersticio de las muertes del continente al abrazar la sal en una danza fugaz de espumas y algas. Nos lleva a recordar el temor de decir por primera vez «te amo», y la última vez que se ha dicho. La primera vez que una madre ausente abraza a un hijo que anhela cariño. Los brotes verdes de la primavera. El contacto de la planta de los pies con el peligro, al balancearse sobre una roca frente al mar. La entrada del sol por la ventana que ilumina el ojo verde de un gato negro. El desayuno servido en la cama. La araña que vive en la esquina de un baño. Todos esos momentos hermosos existen antes y después del desastre.
Este libro nos enseña que la catástrofe siempre se anuncia, y que hay momentos en los que incluso lo deseamos, como si siguiéramos el designio de algo más grande que nosotros. Y si el desastre emite algún tipo de fiebre, me pregunto, invocando un verso del poemario: «¿Cuánto calor se necesita para fundir mi rostro en el tuyo?» Para entregarse, finalmente, a todas las vidas, todas y recordarse consumida en ese momento en la danza de nuestro desastre.

Ficha técnica:
Autora: Valún Paillaleve
Editorial: Pez Espiral
Año: 2024