I Bienal Concepción, Arte & Ciencia: el agua como portal de acceso a tiempos profundos

Se trata de una muestra diversa e interdisciplinaria que considera formas de comprensión y representación del agua, prácticas de archivo, reflexiones históricas, acciones comunitarias, derivas, salidas al mar y dinámicas que nacen desde la militancia y la defensa del territorio.

Para seguir ampliando campos de encuentro entre el arte, la ciencia y las comunidades, se celebró la I Bienal Concepción, Arte & Ciencia en la Región del Bío-Bío, iniciativa resultante de un esfuerzo colectivo entre la Universidad de Concepción, la Universidad del Bío-Bío y la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Este hito bianual se originó en 2019, con una denominada versión 0, que más tarde se convirtió en la hoja de ruta para esta reciente edición 2022.

Algas, fitoplancton y otras vidas microscópicas fueron protagonistas de la exposición.  © Gino Zavala

Fue así como entre el 17 y el 21 de octubre artistas, científicos y habitantes de Concepción y Coliumo se dieron cita para dialogar, compartir perspectivas y cocrear, a partir del tema que marca la agenda a nivel local y global: el agua. O, más bien, en plural: las aguas y las múltiples extensiones metafóricas que de allí pueden devenir.

Exposiciones, muestras audiovisuales y mesas de discusión fueron algunas de las modalidades de encuentro que propuso esta Bienal, que contempló una selección de obras y proyectos que se sumergen en reflexiones acerca de la vida de los ríos, las aguas subterráneas, los mares y los vínculos que enlazan cultura y naturaleza en zonas costeras. Las curadoras a cargo del desafío fueron Sara Adlerstein González, ecóloga y artista visual, docente de la Universidad de Michigan; Leslie Fernández Barrera, artista visual, investigadora y docente de la Universidad de Concepción y Catalina Valdés Echenique, historiadora del arte y curadora.

Al cierre de la Bienal, para Catalina Valdés, los aprendizajes son múltiples. Sin embargo, reconoce que, para los artistas invitados, una de las enseñanzas significativas tiene que ver con “comprender el agua como un portal de acceso a tiempos muy profundos”. Según explica la curadora, “el agua como entidad y como agencia, está en el planeta tierra circulando desde siempre. Y pensarla como una entidad geológica, nos da una perspectiva de dinamismo, alejada de lo estático. Necesitamos entender el agua como una entidad viva, que contiene otras vidas. Por ejemplo, las algas y el fitoplancton fueron seres muy presentes en la exposición porque hay una atención sobre la interacción con las vidas del agua, especialmente con aquellas que tienen escala microscópica”.

Cuando el arte no es parte de una elite y se enreda con lo local y territorial, me parece que se vuelve una travesía.

Paula Hernández, artista.

La Bienal Concepción, Arte & Ciencia contó con obras de Chile, Argentina y Brasil que, según Valdés, compartieron una dimensión reflexiva y propositiva, que exploró en los modos de existencia, buscando enfrentar la situación de crisis como un estado propio de nuestra época. En tanto, en la línea de proyectos, hubo representantes nacionales de norte a sur, donde fueron consideradas propuestas cuyo énfasis estuvo en la puesta en valor de voces portadoras de sabiduría local, que dan cuenta de la interacción arte y ciencia con las comunidades. Dichos proyectos fueron transformados por la organización de la Bienal en micro documentales y actualmente están disponibles en el sitio web (bienalconcepcion.cl) y en el canal de Youtube del encuentro. Se trata de una muestra diversa e interdisciplinaria que considera formas de comprensión y representación del agua, prácticas de archivo, reflexiones históricas, acciones comunitarias, derivas, salidas al mar y dinámicas que nacen desde la militancia y la defensa del territorio.

Para Valdés, otra reflexión que surge tras la Bienal es la urgencia de incorporar al lenguaje términos que involucren acción política. “Tenemos que hablar menos de limitaciones y fronteras, y empezar a hablar más de espacios de interacción y permeabilidad. No como espacios de contaminación, más bien como espacios de creación. Necesitamos hablar más de maritorio, porque nos permite comunicar ciertas emociones y validar prácticas desde el sentido de pertenencia. Así podemos validar la experiencia de vivir con el mar, como es el caso de las personas que viven en la caleta de Coliumo, donde la Bienal ha estado presente desde la versión 0 y donde buena parte de las obras que hemos visto, fueron creadas por la comunidad”.

Caleta Coliumo. © Gentileza Departamento de Oceanografía, Universidad de Concepción.

Coliumo, comunidad invitada

Desde 2019, la comunidad de Coliumo ha sido invitada a ser parte de la Bienal, específicamente, a través de los estudiantes y profesores de la Escuela Caleta del Medio, establecimiento educacional fundado en 1951 en el sector de Vegas, en la península de Coliumo, a 39 km de Concepción. Actualmente, cuenta con una matrícula de 92 estudiantes, de los cuales el 90 por ciento de los apoderados desarrollan actividades relacionadas con la pesca artesanal.

La relación entre el equipo de la Bienal y los habitantes de caleta Coliumo se ha ido fortaleciendo con el tiempo y este año dio pie a la creación de la actividad colaborativa “Travesía a Mar”, nombre que adquirió la navegación exploratoria conjunta entre niñas y niños, familiares, pescadores, profesoras, investigadoras/es, artistas y el equipo organizador.

“Travesía a Mar” se convirtió en la primera obra cocreada con la comunidad, tras la experiencia de inmersión en el maritorio, siendo el resultado de un proceso conversacional de carácter transdisciplinar, que se nutrió de lecturas poéticas, música, baile, y degustación gastronómica local, así como de interacciones de carácter científico, tales como, la exploración y mapeo del fondo con una cámara submarina, o la recolección y análisis de plancton bajo el microscopio. Todo esto, apuntando a la revitalización patrimonial de tradiciones situadas en la bahía de Coliumo, como es el caso de los ritos funerarios, las bodas, celebración a “San Pedro” y la “Navidad en el Mar”.

Travesía a mar es la primera obra cocreada con la comunidad de caleta Coliumo en la Bienal Concepción Arte & Ciencia © Gentileza Departamento de Oceanografía, Universidad de Concepción

“Esta experiencia enaltece el quehacer de las personas que trabajan en la zona costera y significa un impacto para los chicos, especialmente porque el encuentro ocurrió en donde ellos habitan. Y así es como se dan cuenta que pueden conocer en profundidad su entorno, porque lo hacen integrando distintas disciplinas. Es un modo distinto de aprender, no tan parcelado. E integrando las humanidades y las artes como formas de generación de conocimiento podemos mejorar la calidad de la educación en Chile”, comenta Leslie Fernández Barrera, también curadora de la Bienal.

Desde su experiencia en artes visuales, investigación y docencia, Fernández dice que es importante el compromiso con la educación que tiene este tipo de iniciativas, especialmente al involucrar a los más jóvenes de las comunidades. “¿Cómo nos reconectamos con la naturaleza? Comenzando con los más chicos, eso es lo urgente, porque más que conectarnos con un paisaje, tenemos que hacerlo con una fuente de vida. Y así yo entiendo el maritorio. Como la mar, en femenino, como una riqueza, que brinda alimento y da vida. Porque a la hora de apreciar ese maritorio, hay una perspectiva de género, al pensar en su cuidado y al valorar sus aguas en todas sus formas”, agrega Fernández.

Catalina Valdés, una de las curadoras de la Bienal, destaca el valor de la zona costera como espacio de interacción e interconexiones. Concepción © Gino Zavala

Obras y proyectos que conversan con las aguas

Algunas de las obras que participaron en esta primera Bienal fueron “Limpiando petróleo, en movimiento”, de Mattia Carenini y Álvaro Asalgado, que sorprendió con dispositivos de limpieza hechos de pelo humano. “De navegantes”, pequeñas esculturas de terracota del Braulio Díaz, que invitaron a reflexionar sobre el impacto de las personas en las zonas costeras. “Paraná, el río como mar”, de Camila Bardehle y María Bressanello, que registró un viaje por las aguas del segundo río más largo de América del Sur. “Alga luga: Estados de transición”, exploración cerámica de Agustín Contreras; “Algarium: formas, colores, texturas y movimientos”, de Eliseo Fica; “Manifesto-Fitoplancton”, de la brasileña Sabina Simón y “Nébula”, de Mauricio Lacrampette y Sebastián Arriagada, experiencia audiovisual protagonizada por la camanchaca.

Las algas y el fitoplancton fueron seres muy presentes en la exposición porque hay una atención sobre la interacción con las vidas del agua, especialmente con aquellas que tienen escala microscópica.

En la categoría proyectos, actualmente disponibles en versión micro documental,  participaron: “Polimetales”, de Patricio Saavedra y Fernán Federici; “Efecto de borde”, de Antonieta Clunes y Benjamín Ballester; “Futuros a la deriva: Hidrografía espectral”, de Jocelyn Muñoz; “La Noche y su Manto sin Costuras”, de Amparo Prieto; “Ecologías Visionarias”, de Laboratorio de Arte & Ecología; “Calcáreo”, de Carolina Pacheco, Aníbal Fuentes, Ignacio Erazo y Esteban Osses; “Metodología participativa”, de José Luis Fernández y Gabriela Navarro; “Maritorias”, de Isabel Yáñez, Marcia Paredes y Carla Soto y “Yagashaga”, de Paula Hernández, Herman Domínguez y Víctor Vargas.

Para la artista chilena Paula Hernández la I Bienal Concepción, Arte & Ciencia fue una experiencia significativa: “Fue maravilloso y necesario conectar no solo con una mirada artística, en términos de obra, sino que la idea de convocar a proyectos y procesos me pareció una perspectiva diferente de trabajo en una bienal de artes. Fue una hoja de ruta, porque cuando el arte no es parte de una elite y se enreda con lo local y territorial, me parece que se vuelve una travesía”.

La exposición contempló una selección de obras que se sumergen en reflexiones acerca de la vida de las aguas, enlazando cultura y naturaleza en zonas costeras.  © Gino Zavala

La responsable del proyecto “Yagashaga” –que lleva el nombre de un canal, un cuerpo de agua que conecta la territorialidad antigua Yagán– ofreció un trabajo en proceso que da cuenta de su búsqueda reflexiva en la toponimia como registro de distintas dimensiones territoriales, denominaciones que actúan como coordenadas espaciales y emotivas, convirtiéndose en un potente entramado de saberes.

La artista además recuerda que “este territorio sigue siendo habitado por familias yaganas que sobrevivieron a la gran mortandad del siglo XIX y estos sobrevivientes están recuperando su presencia”, mientras comenta que, en el presente, estas comunidades aún no cuentan con una autorización para navegar libremente por el maritorio. 

“Es importante develar el habitar con el mar. Somos un país que tiene una costa enorme y paradójicamente nuestra conexión es paisajística más que alimentaria. Pero hay muchos pueblos costeros, particularmente en el territorio sur austral, donde habitan con el mar y entre canales navegables. Allí la relación con el mar es profunda y constitutiva del ser. Entonces, me parece relevante empezar a articular discursos desde lo cotidiano, no solamente desde lo académico o de las demandas”, relata Hernández, y agrega: “del concepto maritorio me gusta que pone en valor un habitar entrelazado con el mar”.

Imagen de portada: Jason Leung, vía Unsplash.