En medio de una crisis climática global y una alarmante pérdida de biodiversidad, los guardaparques en Chile se han convertido en verdaderos protagonistas del cuidado de la naturaleza. Su labor es fundamental para mitigar los efectos del cambio climático y preservar la riqueza natural de nuestro país. Estos guardianes de la naturaleza enfrentan desafíos que van mucho más allá de la simple vigilancia de áreas protegidas; son esenciales para la conservación de los ecosistemas que sostienen la vida en el planeta.
Los guardaparques desempeñan un rol crucial en el monitoreo y la restauración de los ecosistemas presentes en las áreas protegidas. Su trabajo incluye la vigilancia constante para prevenir actividades ilegales como la caza furtiva y la tala indiscriminada, y el control de especies exóticas invasoras que amenazan nuestra biodiversidad y alteran la estructura de la vegetación y el suelo.
Además de estas tareas, los guardaparques son los primeros en responder ante incendios forestales, una amenaza que se ha vuelto cada vez más frecuente y devastadora debido al cambio climático. Están capacitados para detectar, prevenir y combatir estos incendios, protegiendo no solo los bosques, sino también las comunidades humanas que dependen de ellos.
La educación ambiental es otra de las funciones clave de los guardaparques. A través de actividades educativas y de concientización, ellos logran sensibilizar a turistas y comunidades locales sobre la importancia de conservar los ecosistemas. Este esfuerzo es vital para generar un cambio cultural que promueva el respeto y el cuidado de la naturaleza.
El monitoreo de la biodiversidad es otra responsabilidad esencial. Los guardaparques participan en estudios que recogen datos fundamentales para la investigación científica y la gestión ambiental. Su conocimiento del terreno y de las especies que habitan en él es insustituible.
Sin embargo, pese a la importancia de su trabajo, los guardaparques en Chile enfrentan serias limitaciones. En muchas áreas protegidas, la dotación de personal es insuficiente, y los recursos disponibles no alcanzan para cubrir las vastas extensiones que deben proteger. Según un reportaje de El País, un guardaparque en Chile cuida en promedio 36 mil hectáreas, una tarea titánica que deja en evidencia la necesidad urgente de mejorar las condiciones en las que trabajan.
La reciente aprobación de la “Ley de la Naturaleza” y la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) ofrecen una luz de esperanza. Este nuevo organismo, con un presupuesto proyectado de 36 mil millones de pesos en su quinto año, tiene el potencial de fortalecer la protección de nuestras áreas silvestres y mejorar las condiciones laborales de los guardaparques. La incorporación de más personal y la transferencia de recursos del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE) al SBAP son pasos en la dirección correcta.
Los guardaparques son los héroes silenciosos de la conservación en Chile. Su trabajo incansable y comprometido es vital para la protección de la biodiversidad y la mitigación del cambio climático. Es esencial que reconozcamos y apoyemos su labor, asegurando que cuenten con los recursos y el respaldo necesario para continuar defendiendo los ecosistemas que sostienen la vida. En un mundo que enfrenta crecientes desafíos ambientales, el rol de los guardaparques se vuelve más crucial que nunca. Solo con su dedicación y esfuerzo, en colaboración con políticas efectivas y el apoyo de la comunidad, podremos asegurar un futuro sostenible y saludable para las generaciones venideras.
Imagen de portada: ©Carlos Johnson Veillon