Imagen Bahía y Humedales Puerto Octay Crédito: Chile Lagos Limpios
2010 – 2020: La era del conflicto: desarrollo y preservación de ecosistemas naturales
Nuestro país se destaca por poseer la tercera reserva de agua dulce del mundo, ya que contiene importantes glaciares y espejos de agua de ríos y lagos. Esta enorme reserva está concentrada en la zona sur y austral del país, y la zona de la nor-Patagonia, regiones de La Araucanía, Los Lagos y Los Ríos, conteniendo un 30% de espejos de agua, gracias a los 23 lagos nor-Patagónicos, los cuales enfrentan hoy una mayor presión antrópica relacionada al avance de la industria agrícola, el crecimiento turístico y el desarrollo urbano, en un marco regulatorio que no da el ancho para sostener un desarrollo equilibrado.
La NASA publicó en 2010 el impacto que está causando el cambio climático en los lagos a nivel global, dada la sensibilidad de estos ecosistemas a las alzas de temperatura, las cuales suben 0.34 grados Celsius promedio por década. La cuenca del lago Llanquihue no ha sido ajena a este proceso de degradación.
Se trata de un modelo de desarrollo sostenible que ha permitido preservar y potenciar los valores naturales, culturales e históricos locales de Puerto Octay y el lago Llanquihue.
Así también, han sido numerosos los eventos de “blooms” de algas como el que ocurrió en verano de 2018 en la playa Puerto Chico, Puerto Varas y que implicó su clausura, (Bío-Bío, 2018), afectando directamente la actividad turística de la zona en plena temporada de verano Adicionalmente, diversos actores de la cuenca del lago Llanquihue junto a intereses públicos y privados han sido perjudicados por el efecto del deterioro ambiental, lo cual se relaciona con la existencia de brechas de información, inexistencia de diagnóstico, carencias en la institucionalidad, y fallas en la coordinación de los actores involucrados.
Un indicador clave para establecer si hay equilibrio entre desarrollo y preservación, es la calidad de las aguas de los lagos y salud de sus cuencas. Es por ello que es urgente levantar la alerta y tomar medidas concretas, antes de llegar a un punto de no retorno.
Así, es durante ésta última década en la cuál emergen por doquier los conflictos entre necesidades antrópicas y los sistemas naturales, enmarcados en un contexto de sequía, cambio climático, más cambios importantes sociales a nivel local y global, que movilizan a las personas y organizaciones hacia tiempos de acción.
Costanera Puerto Octay previo a la Construcción del Borde Costero. Crédito: Chile Lagos Limpios
2020 – 2025: La era de la acción: héroes sin capa
Entramos así en una nueva era marcada por avances importantes y cambios estructurales, que para el lago Llanquihue resultan en un cambio radical para su cuenca. Liderado por organizaciones civiles y la comunidad científica nacional e internacional, quienes se unen y gatillan un proceso de planificación con medidas concretas para proteger esta fuente de agua fresca, sostenedora de un ecosistema natural único. Se trata de un modelo de desarrollo sostenible que ha permitido preservar y potenciar los valores naturales, culturales e históricos locales de Puerto Octay y el lago Llanquihue, que hoy es un ejemplo para otras cuencas y ciudades en torno a cuerpos de agua del país.
Durante esta década nace PLOC (Corporación Plan Octay), un esfuerzo desde la sociedad civil con el objetivo de influir en el futuro desarrollo de la comuna, considerando el inminente desarrollo turístico e inmobiliario que se avecinaba de centros urbanos vecinos, índices de contaminación, y la escasa regulación. En alianza con agencias públicas y privadas, y la academia entregando una base científica fundamentada, han logrado definir una imagen objetivo de “Ciudad Lacustre” y dirigir las acciones de crecimiento para construir esta visión común, potenciando el valor único local y su contribución a escala del lago.
Comprendimos que lo que conecta a todos los actores de la cuenca con nuestros diversos intereses en el territorio, es el Lago. Es por esto que su preservación ha sido el hilo conductor del trabajo que hemos hecho.
Este trabajo ha sido apoyado a escala de cuenca por diversas organizaciones congregadas para la protección y desarrollo sostenible del lago Llanquihue, agrupadas en el proyecto “Cuenca Sostenible”. La organización logró constituir una mesa de gobernanza público-privada para la creación de un modelo integrado de gestión de cuenca, a la que se sientan empresas, municipalidades, intendencia y organizaciones sin fines de lucro que trabajan en asuntos específicos como PLADES Frutillar en temas de planificación y sustentabilidad urbana, Fundación Legado Chile liderando la conservación patrimonial de humedales, y la Fundación Chile Lagos Limpios, que ha aportado con su conocimiento y expertiz científico internacional junto a la academia local.
“Comprendimos que lo que conecta a todos los actores de la cuenca con nuestros diversos intereses en el territorio, es el Lago. Es por esto que su preservación ha sido el hilo conductor del trabajo que hemos hecho a escala de cuenca y en el desarrollo colaborativo de un modelo urbano lacustre en Puerto Octay, el cual por sus condiciones presentaba un caso de estudio emblemático para la temática de lagos y resiliencia al cambio climático”, comenta Tomás Cortese, Director Ejecutivo PLADES, y participe de Cuencas Sostenible.
El lago Llanquihue y el Volcán Osorno desde lo alto. Crédito: Guy Wenborne.
2025- 2030: La era del cambio: desde lo local al desafío global
El riesgo de perder la fuente de agua estratégica que representan los lagos nor-patagónicos, ha llamado la atención de la comunidad científica nacional e internacional. Basado en casos de éxito en el mundo, se ha implementado un sistema de monitoreo y modelación del impacto de los diversos usos de suelo en el lago, lo que ha permitido tomar decisiones informadas, y establecer estándares públicos y privados incorporados en la renovación urbana de Puerto Octay y su nuevo Borde Costero.
El envejecimiento natural de un lago ocurre lentamente, durante miles de años. Sin embargo, con influencia humana, el proceso puede llevar solo décadas.
“Una vez formados, los lagos evolucionan y sus características cambian con el tiempo. Como las personas, pasan por diferentes etapas de la vida: juventud, madurez y vejez. Todos los lagos, incluso los más grandes, desaparecen lentamente a medida que sus cuencas se llenan de sedimentos y material vegetal. El envejecimiento natural de un lago ocurre lentamente, durante miles de años. Sin embargo, con influencia humana, el proceso puede llevar solo décadas”, comenta el Dr. Geoff Schdalow, Director del Centro de Investigación Ambiental de UC Davis California en Tahoe y Director de la Fundación Chile Lagos Limpios, quien ha liderado junto a académicos nacionales el desarrollo de herramientas científicas para informar la definición de políticas públicas y privadas de usos de suelo de la cuenca del lago Llanquihue.
El aporte de agencias internacionales se complementa con el trabajo de la academia local, como el que realiza la Universidad San Sebastián, a cargo de Marcos Godoy, Investigador y director del programa masAzul Lago Llanquihue, quién comenta: “El Lago Llanquihue se ha convertido en un modelo de clase mundial en materia de conservación, ciencia aplicada, tecnología y educación ambiental, en equilibrio con el desarrollo integral de las comunidades.”
Humedales urbanos de Puerto Octay. Crédito: Chile Lagos Limpios
La nueva cara de Puerto Octay
El éxito de Puerto Octay reside en la capacidad de definir una visión común de desarrollo y la identificación de proyectos emblemáticos que contribuyen en el corto y largo plazo a construir este objetivo. Entre otros, un plan de infraestructura verde. Se trata de la eliminación de descargas de aguas servidas al lago y la construcción de plantas de tratamientos individuales y colectivas, protección de áreas verdes en el borde del lago e interior de la cuenca, cambios en las prácticas agrícolas y uso de fertilizantes, entre otros. Uno de los proyectos emblemáticos es el Borde Costero Siete Colores Puerto Octay.
“La mirada anticipada al desarrollo y efectos del cambio climático nos ha permitido no sólo evitar desastres, sino también identificar oportunidades de preservación y desarrollo del patrimonio que identifican y agregan valor a Puerto Octay, como revivir su condición de puerto y relación natural de la ciudad con el agua”, comenta Rodrigo Puchi, director de Corporación Plan Octay (PLOC).
El sueño de muchos octayinos/as era recuperar la condición de puerto de la ciudad. En sus inicios, los traslados de los primeros colonos fueron por vía acuática, hasta que se construyó el camino que comunicó Osorno con Puerto Varas y Puerto Octay. A lo largo del lago, aún se pueden ver vestigios de los antiguos muelles que conformaban una red navegable, parte del proyecto de recuperación del borde del lago. Una de las particularidades adicionales de Puerto Octay son sus 23 hectáreas de centro histórico protegidas como monumento histórico. La mitad de ésta área corresponde a una parte importante del proyecto Borde Costero Lacustre, el cual ha potenciado esta condición cultural.
“La apertura del puerto nos ha permitido conectarnos nuevamente con el agua y con la navegación, abriendo nuevas rutas y oportunidades. Las nuevas generaciones crecen hoy vinculados directamente con la fuente de vida y trabajo que representa el lago” comenta Juan Riveros, Capitán de uno de los catamaranes que trasladan pasajeros en la tradicional ruta Puerto Octay – Península Centinela.
Infraestructura Verde
Además de su condición cultural, el Borde Costero cumple una función ecológica fundamental para la preservación del ecosistema del lago, como una pieza clave de infraestructura verde, al componerse de vastos humedales que actúan como filtro natural de los escurrimientos de aguas lluvias superficiales que descienden contaminadas por la zona urbana hacia el lago. Ésta es una de las principales causas de contaminación de aguas, por lo que la preservación de estos espacios acuáticos es uno de los principales logros del proyecto, que se complementa con el recientemente implementado plan maestro de aguas lluvias. El borde se ha convertido en un ejemplo a nivel nacional, contrariando la tendencia de proyectar bordes costeros sólo como obras de ingeniería sin considerar aspectos biológicos y culturales, lo que hubiese impactado negativamente a los ecosistemas del borde del lago, a diferencia de las consideraciones de proyectar infraestructura verde.
“Para la recuperación de los humedales del Borde Costero utilizamos el enfoque propuesto por la infraestructura verde. Esto nos permitió integrar el manejo de aguas lluvias, consolidar espacios para la vida silvestre, al tiempo que aumentamos las áreas verdes a más de 10 metros cuadrados por habitante. En estos lugares hoy podemos observar aves como el Sietecolores en plena costanera”, comenta Andrés Riveros de Fundación Legado Chile, organización sin fines de lucro que liderara la restauración de los espacios de humedal de la cuenca del lago.
Humedal urbano Puerto Octay. Crédito: Chile Lagos Limpios
Las claves del éxito
Para Ángela Delorenzo, Directora de Estrategia de Fundación Chile Lagos Limpios, las razones de por qué Puerto Octay se ha transformado en un referente internacional de desarrollo sostenible se asocian a “priorizar la calidad del agua del lago; construir el borde de agua como una pieza de infraestructura urbana y verde; preservar la identidad histórica que entrega un carácter y atractivo turístico al lugar, continuar con los lineamientos de diseño del centro urbano hacia el resto de la comuna; proveer de acceso público en el area urbana al lago; planificar a través de alianzas público-privadas; incluir la participación ciudadana en el proceso de diseño y validación del proyecto; y por último, tomar lecciones aprendidas de experiencias internacionales exitosas”.
De esta forma, Puerto Octay se ha convertido en un referente de ciudad lacustre y desarrollo de bordes de agua sustentable, que colabora directamente con el modelo de gestión que la cuenca del lago Llanquihue proyecta para asegurar un equilibrio entre desarrollo y preservación del ecosistema natural.
“Los lagos son fuente de desarrollo económico, cultural y reservorios de agua dulce accesibles de importancia internacional; desarrollar herramientas concretas de planificación de cuencas es fundamental para asegurar la resiliencia y desarrollo sostenible del país”, comenta Fernando Coz, Director Ejecutivo de Chile Lagos Limpios, fundación de colaboración internacional que trabaja en conservación, desarrollo sustentable y resiliencia al cambio climático de los lagos nor-patagónicos de Chile.
Imagen Lago Llanquihue y Puerto Octay. Crédito: Guy Wenborne.
Hoy, 2020: Punto de inflexión: proyectando cambiar el status quo
Los desafíos en los lagos de Chile como los que enfrenta constantemente la Cuenca del Lago Llanquihue son múltiples y de alto riesgo para la salud humana y de los ecosistemas que nos sostienen. La capacidad de establecer una visión para la cuenca es clave para construir el futuro sostenible que esperamos. Nuestro objetivo es que este relato inspire y promueva casos de éxito local para abordar desafíos globales como detener la sequía y cuidar la calidad de las aguas dulces, que logren construirse en base a alianzas público-privadas, integrando a la ciencia, que permita establecer nuevos modelos de desarrollo que sustenten a corto plazo una economía vibrante y a su vez la preservación del agua, en el contexto urgente de cambio climático.
Sobre la Autora: Ángela Delorenzo es co-fundadora de LAND (www.landarquitectos.com). Master of Landscape Architecture emphasis Environmental Planning & Urban Design (MLA) Universidad de California, Berkeley. Co-fundadora y Directora de Estrategia de Fundación Chile Lagos Limpios (www.chilelagoslimpios.cl) de colaboración internacional entre Chile y California. Desde Abril 2020 es Directora de la Asociación de Oficinas de Arquitectos de Chile (AOA). Su gran motivación es la integración de factores de cambio que promuevan la identidad única social y medioambiental de cada lugar, mejorando la calidad de vida de las personas.
Imagen de portada: Puerto Octay desde lo alto. Crédito: Guy Wenborne.