Por Jens Benohr
En el marco del Foro Social Mundial que se realizó en Chile el año 2004, nació el documento “Experiencias y propuestas ciudadanas frente a la globalización”, publicado por Chile Sustentable. El texto recopila propuestas para avanzar hacia la discusión y construcción de planteamientos comunes, recogiendo la experiencia de diversos actores que forman parte de este mundo de pensamientos y experiencias alternativas. En su primer capítulo es expuesto el curso que ha adoptado la globalización económica y su actual decadencia, reflejada en la crisis que instituciones multilaterales y gobiernos están enfrentando.
El acuerdo Breton Woods, adoptado después de la Segunda Guerra Mundial, es el impulso inicial para el sistema que hoy denominamos “neoliberalismo”, el cual fue consolidado a través de la creación del Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), los acuerdos del GATT, y la Organización Mundial de Comercio (OMC). El libre comercio fue la principal meta, buscada a través de la apertura de los mercados, la desregulación de las economías nacionales y la privatización de los servicios, todo esto para una supuesta creciente marea de bienestar. Pero lo que realmente produjo fue hacer a los ricos más ricos y a los pobres más pobres: “Esta ‘marea’ que sube no levanta todos los botes; sólo levanta los yates.” (Mander, 2004).
Aunque existen propuestas teóricas sobre cómo sería “otro mundo posible” al actual, no se ha logrado articular un conjunto de elementos que constituyan una visión común de ese “otro mundo”, capaz de interpretar, en términos generales, a gran parte del movimiento antiglobalización.
Respecto a qué podemos decir del sistema que nosotros queremos, se reconocen como primer paso la construcción de los principios básicos que debieran ser la base de un nuevo sistema político-económico. El autor y activista norteamericano Jerry Mander reconoce diez principios que debieran guiar el nuevo paradigma:
1.Democracia participativa: al contrario de la perversa democracia representativa que ahora impera.
2. Subsidiariedad: no confundir con localización, lo cual significa devolver todo el poder a lo local; mientras que la subsidiariedad significa que el poder y la decisión deben estar en el nivel más básico, respecto del problema a resolver.
3. Sustentabilidad ecológica: para satisfacer las necesidades de las personas, y mantener la capacidad de reproducción de los ecosistemas.
4. Recuperar el patrimonio común: ni estatal ni privado, que los recursos esenciales para la vida vuelvan a ser propiedad comunitaria.
5. Proteger y respetar la diversidad biológica cultural: se explica a sí misma.
6. Derechos humanos: articulados de manera universal y resguardados a nivel local.
7. Protección a los derechos de los trabajadores: del sector formal tanto como el informal.
8. Equidad: con una justa distribución de las riquezas.
9. Seguridad alimentaria: la producción de alimentos debe primero satisfacer las necesidades de las comunidades locales, antes que partir volando a Europa.
10. El principio preventivo: un principio clave, es cuando una práctica o un producto suponen amenazas potencialmente graves, por lo que hay que realizar acciones preventivas para limitarla o prohibirla, mientras no exista certeza científica acerca del posible daño.
En este contexto soñado, son necesarios nuevas instituciones para cumplir los derechos humanos, la protección ambiental, el trabajo, la resolución de conflictos, el intercambio de tecnologías, la preservación de la cultura y el resguardo de los derechos indígenas. Para abordar este problema, la idea de subsidiariedad expuesta como segundo principio de convivencia, es una buena alternativa a la actual globalización, e incluso ante la idea de localización.
No podemos soslayar la noción de lo global como algo necesario para la gobernabilidad local: como el resguardo de los derechos humanos, lo cual precisa la existencia de un tribunal penal internacional. Es difícil resolver de manera local problemas globales como el uso de los mares, el cuidado de la atmósfera, entre otros. El problema es la definición de los límites de acción de los organismos globales, nacionales y locales. Actualmente, los gobiernos y empresas pasan por encima de los derechos humanos de manera impune, necesitamos recrear una institucionalidad democrática en todos los niveles, que sea realmente participativa.
Como resumen del resumen, gran parte del problema tiene su origen en la centralización; la concentración de poder en una entidad, ya sea estatal o empresarial, pública o privada. En la medida que seamos capaces de desenredar estos nodos de poder, podremos volver a extender la red por toda la playa, lanzar la malla al mar y vivir con buena pesca para el futuro, respetando el ciclo de restauración de los ecosistemas.
Fuentes:
Mander, J. (2004). Críticas a la Globalización Empresarial y Principios para Sociedades Sustentables. En: Alternativas Vivientes: Experiencias y Propuestas Ciudadanas Frente a la Globalización, 1ra ed. Santiago: Chile Sustentable.