“No me puedo mover” Gritan en silencio los bosques, cuando arden por el descuido de algún cigarrillo o fogata mal apagada.
“No me puedo mover”. Este es el estado de una planta, y la diferencia tajante entre el reino vegetal y el reino animal —aunque se mueven, sí, nos recuerda la obra, pero demasiado lento para que podamos percibirlos.
Solemos escuchar que la reducción de masa vegetal sobre la tierra es preocupante para nosotros, que si se terminara de talar el amazonas de seguro sería nuestro fin. Pero, ¿cuántas veces al día pensamos realmente en cuánto dependemos del reino vegetal y en lo que esto significa? Los necesitamos y sin embargo, solemos tratarlos como objetos: a veces decorativos (las plantas en maceta y el jardín), a veces utilitarios (máquinas productoras de oxigeno, contenedoras de agua y fuentes de alimento), pero, siempre genéricos y reemplazables; no obstante, están vivas.
“Estado vegetal”, es una obra dirigida por Manuela Infante, actuada por Marcela Salinas y compuesta por ambas el año 2017. Pertenece a la corriente del teatro post-dramático, porque deja atrás la manera tradicional de hacer teatro desde un texto (escrito previamente por un dramaturgo). Por el contrario, fusiona los roles de dramaturgo, director y actor creando desde la colectividad, y sin otorgar necesariamente jerarquía al texto frente a los otros elementos de la escena.
Esta obra, que acaba de terminar su temporada en el festival Santiago a mil, es parte de una trilogía de la reconocida directora/dramaturga chilena. Piezas que brotan de la necesidad de poner en escena un teatro no antropocéntrico, es decir, un teatro que deje de lado los conflictos entre personas, para plantear la relación de los seres humanos con los otros elementos con los cuales se relaciona. La primera obra,“Realismo”, otorgó protagonismo a aquellas fuerzas naturales que nos controlan, como la gravedad. Mientras que,“Estado vegetal”, explora nuestra relación con las plantas (o su relación con nosotros). La tercera obra aún está por materializarse.
Un joven en moto choca contra un árbol y queda en estado vegetal. La premisa de la historia es simple y al parecer muy humana, no obstante el árbol de la escena es igual de protagonista que el hombre. Los fundamentos que dan vida a la trama podemos encontrarlos en la filosofía. Por una parte, en los descubrimientos del neurobiólogo vegetal italiano Stefano Mancuso, quien estudia la inteligencia vegetal; y por otra parte en las reflexiones de Michael Marder, un filósofo ruso quien reflexiona acerca del dialogo imposible entre el ser humano y las plantas, y las posibilidades para establecer parámetros éticos en este contexto.
Uno de los aspectos más interesantes de esta obra, es que la exploración del reino vegetal como un objeto dotado de “teatralidad” no se limita a la historia, por el contrario, se manifiesta en todos los elementos de la obra, desde la iluminación (luces que trazan el camino del sol en el cielo) hasta la composición misma del guión: un monologo polifónico cuya historia se ramifica tal como las ramas de los árboles.
Marcela Salinas es la única actriz en escena, a la vez, su cuerpo es el lienzo donde se plasman los múltiples personajes de la obra. Esta decisión sigue la idea propuesta por Mancuso de que, en el reino vegetal, al no existir una organización central del organismo cada individuo es una multitud. Idea que se retrata con belleza en el texto, cuando uno de los personajes dice que oye a las hojas de los árboles “gritar como personas en un estadio”.
Esta noción, de clasificación u orden no jerárquico dentro de los especímenes vegetales, dota al título de la obra de una re significación y hace reflexionar acerca de la ironía de que nuestra democracia (donde en teoría somos todos iguales) sea una estructura jerárquica —pero claro, fue pensada por un cerebro al que se le adjudica mayor importancia que una mano, no por una rama, que tiene la misma importancia y funcionalidad que una raíz. ¿Estará nuestra capacidad de imaginar la política y las formas de gobernar limitada por la organización biológica de nuestro organismo?
El título, “Estado vegetal” tiene entonces tres interpretaciones: es el acto de ser planta, es una condición humana donde la persona en cuestión está viva más no es capaz de relacionarse activamente con el mundo que lo rodea, es una forma de gobierno ideal (vegetal) donde cada individuo dentro de la multitud es asignado las mismas herramientas y la misma validez.