Espacios en el sur austral para sanar el déficit por naturaleza

En 2005, el periodista Richard Louv acuñó el término “déficit de naturaleza”, aludiendo a una afección no médica que sugiere que el pasar menos tiempo al aire libre genera cambios de comportamiento en los niños. Louv proponía que, a medida que los jóvenes pasan menos tiempo en entornos naturales, sus sentidos se estrechan, tanto fisiológica como psicológicamente.

En la última década una serie de estudios científicos ha comprobado que el acceso a la naturaleza está directamente relacionado con el bienestar de niñas y niños, que incluir más vegetación en los patios de juego de la escuela puede mejorar su comportamiento psicosocial 1. Los beneficios, por supuesto, también lo son para adultos: hoy ya se sabe que incluso ver y contemplar escenas de la naturaleza puede reducir el estrés y regular la frecuencia cardíaca, mejorando nuestra sensación de plenitud2.

Volver a regenerarse en el bosque -especialmente los prístinos- pueden ayudan al ser humano a forjar el temple para vivir mejor. © Pilar Elorriaga.

La pandemia parece haber acelerado esta sensación. Una reciente investigación publicada en la revista académica Forests, sostuvo que el Covid-19 ha acelerado el regreso de las personas a la naturaleza y fomentado una percepción positiva de la capacidad de esta para promover la buena salud. En esa misma línea, Louv ha señalado que la pandemia, “está agregando un mayor sentido de urgencia al movimiento para conectar a los niños, las familias y las comunidades con la naturaleza”.

El paisaje forma parte de nosotros y si se destruye, hacemos desaparecer nuestra identidad. Volver a conectar con espacios verdes y la naturaleza puede ayudar a mitigar los efectos de la solastalgia. 

Vuelve al bosque

Desde el sur austral de Chile, Cristián Fernández y Rodrigo Matus iniciaron su propia cruzada para volver a conectar a las personas con este vínculo perdido que nos tiene inmersos en este déficit de naturaleza, conocido también bajo el neologismo de “Solastalgia”.

“En las ciudades modernas, la oportunidad de experimentar la vida en la naturaleza está muy separada de la cotidianidad. Requiere planificación, tiempo y muchas veces recursos extra. Además, se sabe que el acceso a parques, por ejemplo, disminuye en comunas más pobres”, sostiene Cristián Fernández, fundador y director ejecutivo de Fundación Nativos.

El Parque Escuela, Kaikén es una reserva destinada a la conservación y educación de más de 3.500 hectáreas ubicada a 180 km. al norte de la ciudad de Coyhaique. El próximo año inaugurarán un nuevo parque escuela en la zona de Cochamó. © Somos Nativos.

En ese contexto, y tras siete años de trabajo, Nativos hoy cuenta con una casa escuela ubicada en una zona cordillerana rodeada de bosques patagónicos al norte de la ciudad de Coyhaique, donde constantemente generan encuentros para recordar que la naturaleza es también nuestro hogar primigenio y así, descansar y recuperarnos del agotamiento provocado por la ausencia de espacios naturales en nuestras vidas. En palabras de Fernández:  “volver a la naturaleza es recuperar una historia de amor pero también de crudeza con ella, es volver a esa dinámica donde mi existencia depende de un modo de habitar natural”.

Y es que para los fundadores de Nativos, vivir en la ciudad nos ha hecho dependientes y vulnerables al sistema que este impone. “Si nos cierran el supermercado, no sabemos proveernos de nuestro propio alimento; si se nos acaba la calefacción, no sabemos calentarnos; si se nos echa a perder el auto, no tenemos el estado físico para desplazarnos hacia donde necesitemos. Vivir en la ciudad nos hace vulnerables y dependientes”, comenta

Despertar la creatividad a través del bosque y sus caminos, la poesía y conexión con el cuerpo, son algunas de las experiencias presentes en Kaikén. © Somos Nativos.

El refugio, recién inaugurado, tiene capacidad para 30 personas, y se construyó para ser habitado y visitado en comunidad bajo diferentes modalidades de experiencias. Para este 2022, está por ejemplo, un viaje poético, un acercamiento al reino Fungi, un viaje a lo naturalista, y una escénica ruta otoñal por los bosques de Nothofagus de la Patagonia. Cada una de las experiencias contempla actos guiados que permitirán a los participantes conocer, explorar y luego incorporar actos simples que pongan en valor una vida más sencilla, comunitaria y auténtica desde una postura más consciente de ellos mismos, los otros y el universo natural

De esta forma, el propósito de este parque escuela es seguir reforzando esta idea: que son los entornos naturales -especialmente los prístinos- los que ayudan al ser humano a forjar el temple para vivir. Y que sin ese contacto, el carácter disminuye. “Un entorno natural le propone muchas exigencias al ser humano: frío, cansancio, necesidad de autonomía, liderazgo, colaboración. Hay vivencias que solo se dan en la naturaleza; ella nos permite corroborar que somos capaces de subsistir. Eso provoca una regeneración profunda”, comenta Fernández.

El contacto con naturaleza profunda es un fuerte regenerador para sanar las heridas que el déficit por naturaleza está provocando en el ser humano. © Somos Nativos.

Referencias:

1 Putra I Gusti Ngurah Edi, Astell-Burt Thomas, Cliff Dylan P., Vella Stewart A., John Eme Eseme, Feng Xiaoqi. The Relationship Between Green Space and Prosocial Behaviour Among Children and Adolescents: A Systematic Review . Frontiers in Psychology     Volumen 11, 2020.

2 Brown, D. K., Barton, J. L., & Gladwell, V. F. (2013). Viewing nature scenes positively affects recovery of autonomic function following acute-mental stress. Environmental science & technology, 47(11), 5562–5569. https://doi.org/10.1021/es305019p-

Imagen de portada: Hacer tu propio alimento, cortar la leña, caminar por bosques prístinos nos puede ayudar a forjar el carácter perdido por el sedentarismo y la dependencia de la ciudad. © Somos Nativos.

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