El chincol: un vecino gentil, prudente y simpático

El Chincol (Zonotrichia capensis), sin duda, es una excelente especie para iniciarse en el avistamiento de aves, sobre todo para aquellos que quieren comenzar a observar una especie en particular y profundizar en su comportamiento. Esto, porque se trata de un ave que en Chile se distribuye por todo el país: desde la región de Arica y Parinacota hasta la región de Magallanes, incluyendo Rapa Nui y el archipiélago de Juan Fernández. Además, es una especie fácil de encontrar en diferentes hábitats y también en diferentes etapas de su ciclo biológico.

Se encuentra desde el nivel del mar hasta los 4.500 msnm según lo informado por el Atlas de las Aves Nidificantes de Chile y abarca prácticamente todos los ecosistemas que encontramos en el país; desde zonas áridas en el norte hasta zonas de mayor pluviosidad en el extremo sur del país. Así también lo podemos observar en zonas remotas y dentro de las ciudades, muchas veces incluso en nuestros propios jardines ya que no tiene inconveniente alguno en vivir cerca de las viviendas humanas. 

En el continente americano habita desde el sur de México hasta el sur de Chile y Argentina, abarcando todos los países continentales a excepción de las zonas de la Amazonía donde se encuentran pocos registros. En el caribe también habita, pero sólo en la isla La Española (Haití y República Dominicana). 

El chincol es un ave muy fácil de ver y puede ser un buen compañero para iniciarse en el mundo del avistamiento. © wingsfromsouth

Con 14 a 16 centímetros de longitud, esta especie pertenece a la familia Emberezidae (aves semilleras), orden Paseriformes (aves cantoras) y que se caracterizan en general por ser pequeñas, de plumaje sencillo y con el pico cónico especializado para comer granos y semillas. En Chile se registran 5 razas o subespecies: Z. chilensis; la más difundida en el país, frecuentando las zonas urbanas; Z. antofagastae y Z. peruviensis; en el norte de Chile, Z. sanborni que habita la cordillera desde Atacama hasta el valle del Yeso y Z. australis que es la de mayor tamaño siendo más común encontrarla en los Andes centrales y en la zona sur austral.

En el caso puntual del protagonista de este artículo, y respecto de su plumaje, partiremos señalando que el vientre y el pecho son pardo claro o blanquecino a diferencia del dorso que es pardo grisáceo con manchas negras al igual que sus alas y cola, pero con un tono levemente más oscuro. Las alas presentan unas bandas blancas fácilmente distinguibles y la garganta que es blanca tiene un característico collar incompleto en la zona de la nuca que es de color canela o castaño rojizo. Respecto de las patas, se debe señalar que se encuentran bien adaptadas a su hábito arborícola, con tres dedos orientados hacia delante y uno hacia atrás (anisodáctilos).

Sin embargo, lo que destaca en esta especie y que, sin duda permite diferenciarlo de otras, es el plumaje gris en su cabeza que presenta una corona o copete con rayas negras que varían ligeramente según la raza, por ej. la Z. australis no las presenta a diferencia de las otras cuatro subespecies en las que las líneas se ubican a la altura de la corona, a la altura de los ojos y a la altura de la mandíbula inferior. 

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La hembra tiene los mismos colores de plumaje que el macho, aunque un poco más apagados, lo cual los hace prácticamente indistinguibles el uno del otro, pero al no presentar la hembra las plumas de la corona eréctiles, podemos saber cuándo estamos frente a un macho, es decir, será macho siempre y cuando la corona se manifieste al momento de observarlo. Los juveniles tienen un plumaje más uniforme de color café grisáceo, con jaspeado café negruzco en el pecho y cabeza y no presentan el clásico collar rufo presente en los adultos.

No es raro que el chincol sea confundido con el gorrión (Passer domesticus) ya que su colorido y tamaño es similar. Ambas especies son comunes de ver en ciudades y en el campo, pero el chincol suele ser menos gregario y pasa más desapercibido en su comportamiento (menos agresivo) que el gorrión, los cuales son comunes de visualizarse en grandes bandadas y muy bulliciosas. Además, el gorrión posee dimorfismo sexual, lo que significa que existen variaciones de color, forma o tamaño, entre macho y hembra.

Se caracterizan en general por ser pequeñas, de plumaje sencillo y con el pico cónico especializado para comer granos y semillas. © wingsfromsouth

El chincol, a diferencia del gorrión, presenta el copete eréctil característico que es una guía para diferenciar a ambas especies. Otra diferencia es el plumaje a nivel de la cabeza, que en los gorriones machos presentan líneas cafés a ambos lados y en el cuello, además del color negro debajo del pico. El gorrión hembra tiene colores menos llamativos que el macho, con el dorso café, cuerpo gris y líneas grisáceas a ambos lados de su cabeza y cuello. Finalmente, en esta comparación de ambas especies, cabe mencionar que, el chincol es un ave nativa de América Central y Sur, mientras que el gorrión es una especie introducida de Asia y Europa.

Se observa el macho del gorrión en la parte superior de la imagen, y la hembra en la parte inferior. © wingsfromsouth

La comunicación de un ave se manifiesta mediante el canto, con lo cual pueden expresar numerosas situaciones relacionadas con su comportamiento como, por ejemplo, marcaje de territorio, alerta ante amenazas, llamado a los pichones o volantones; o ser utilizado también como parte del cortejo.

Los sonidos vocales son básicamente las llamadas, que son breves y acústicamente simples (una o dos sílabas) y el canto que, a diferencia de las llamadas, son una serie larga de notas armoniosas con secuencias y patrones similares a una melodía. En general se sabe que la complejidad del canto varía entre las especies e incluso entre las poblaciones de una misma especie. El canto, al ser un comportamiento aprendido, es esperable que varíe según la geografía en la cual se encuentra el ave. Por ejemplo, el enorme alcance geográfico del chincol ha influido en que sus cantos tengan notables variaciones (dialectos) debido probablemente a las alteraciones de los distintos hábitats en los que vive en Chile. En otras palabras, a lo largo del país y dependiendo de la latitud, el chincol posee cantos que en su inicio son iguales, pero que varían notablemente al término de éstos. Quienes pongan atención en su canto descubrirán estas diferencias y si agregan un poco de imaginación, escucharán con asombro que la melodía se asemeja a la frase “¿Has visto a mi tío Agustín?”.

Su ciclo reproductivo varía de acuerdo con la geografía, pudiendo encontrarse activo todo el año o, en zonas más australes, enmarcarse bajo los meses estivales. © wingsfromsouth

El chincol se caracteriza por ser una especie confiada que se acerca a las casas de los humanos en búsqueda de comida.Escudriña en el suelo dando saltitos con las dos patas al mismo tiempo de forma característica para la especie. Generalmente se les ve en solitario o en pareja, aunque a veces también es posible divisarlo en bandadas, sobre todo cuando hay una oferta de alimento disponible. Asé,se alimenta de semillas e insectos, pudiendo cambiar sus preferencias de acuerdo con la disponibilidad de recursos. También come vegetales y, durante la época reproductiva, captura invertebrados para sus crías.

Su ciclo reproductivo varía de acuerdo con la geografía, pudiendo encontrarse activo todo el año o, en zonas más australes, enmarcarse bajo los meses estivales. Por ejemplo, según el Atlas de las Aves Nidificantes de Chile en la zona centro, desde la región de Coquimbo hasta la región de O’Higgins, la actividad reproductiva comenzaría en julio cuando los machos comienzan a realizar sus cantos reproductivos y aunque aún faltan más estudios, en la región de Magallanes la temporada se extendería entre octubre y febrero.

La construcción del nido está a cargo principalmente de la hembra. Lo hace en forma de taza con dimensiones aproximadas de unos 7 cm de diámetro exterior, y unos 3 a 4 cm de diámetro interior. Los materiales para su construcción pueden variar; pastos, ramas pequeñas, fibras vegetales, crines y lo acolchan con plumas pequeñas. Es muy adaptable en cuanto a su ubicación, pudiendo estar desde el suelo hasta, generalmente, una altura media ocultos bajo alguna mata, enredadera o arbusto. Si ponemos atención seguramente descubriremos varios al alcance de nuestra vista.

Por su amplia distribución, esta especie se encuentra en la categoría de “preocupación menor”. © wingsfromsouth

En cada nidada, generalmente, coloca de 2 a 4 huevos de color blanco con tonos azules o verdoso pálido y con manchas cafés rojizas. Respecto de su ciclo reproductivo, se debe señalar que esta especie en particular sufre de parasitismo de otra especie, se trata del mirlo (Molothrus bonariensis). Esto significa que la hembra del ave parásito deposita sus huevos en nidos activos del chincol (y de otras especies también) con el objetivo de que empollen los huevos y críen a los pichones hasta la edad adulta. Lo anterior, explica porque muchas veces vemos a chincoles alimentando a pichones de un tamaño bastante mayor que los progenitores.

Por su amplia distribución, esta especie se encuentra en la categoría de “preocupación menor”, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Dado que  es una especie abundante y se encuentra en gran parte de los ambientes del país, no se consideran necesarias medidas específicas para su protección.

Te invitamos a observar a esta especie y disfrutar de su gentil y prudente compañía.

El chincol sufre de parasitismo de otra especie, se trata del mirlo (Molothrus bonariensis). © wingsfromsouth

Imagen de portada: © wingsfromsouth