El arcoíris invisible es un libro del científico y divulgador Arthur Firstenberg. De manera amena y rigurosa esta obra narra la historia de la electricidad desde los albores del siglo XVIII hasta nuestros días. El relato busca concientizar sobre la relación que existe entre las ondas electromagnéticas y variadas enfermedades y afecciones ambientales. Patologías cardiacas, diabetes y cáncer; así como una multitud de problemas medioambientales, han sido causados en gran parte por la contaminación electromagnética asociada al progreso tecnológico, que va desde la invención del telégrafo hasta la controversial red 5G.
En 1746 el experimento de Leyden cambiaría el mundo para siempre. Se trataba de un experimento para comprobar si una botella llena de agua podía conservar cargas eléctricas. Funcionaba por fricción y producía, así, electricidad estática. Aunque sus inventores intentaron advertir de los efectos nocivos de la electricidad, desde entonces este aparato y otros que se desarrollaron con posterioridad se empezaron a utilizar en demostraciones públicas. En estas exhibiciones maravillaban al público con descargas eléctricas capaces de matar a pequeños ratones y pájaros, entre otros animales. Incluso se llegó a aplicar a humanos, generalmente espectadores voluntarios o cadáveres.
La electricidad que usamos hoy en día fue identificada en el siglo XVIII como una característica de la vida. Con el experimento de Leyden se aprendió a generarla y utilizarla “sin percatarse de sus efectos en los organismos vivos y las enfermedades que hoy están asociadas a este fenómeno” dice el autor de El arcoíris invisible. Durante más de doscientos años hemos vivido bajo la generalizada creencia de que la electricidad era inocua para el ser humano y el planeta. En este libro Firstenberg, sin embargo, destruye esta convicción. De esta forma, el autor aborda no solo la historia de la electricidad, sino también las enfermedades y daños ambientales asociados a ella, desde el siglo XVIII hasta nuestros días.
Arthur Firstenberg es un científico y divulgador que ha trabajado gran parte de su vida en torno a la supuesta inocuidad de los campos electromagnéticos sobre lo vivo. Es licenciado en matemáticas por la Universidad de Cornell y posteriormente ingresó a la Universidad de California, Irvine School of Medicine en 1978. Sin embargo, luego de una dosis excesiva de rayos X debió interrumpir sus estudios en 1982 a causa de las secuelas que esta exposición dejó en su cuerpo. Desde entonces, y debido a su condición –es una de las tantas personas que son sensibles a la electricidad– se consagró a la investigación, al asesoramiento, como autor y como orador, en el campo de los efectos medioambientales y de las radiaciones electromagnéticas.
En el libro, Firstenberg dice que “lo cierto es que no todo el mundo siente o conduce la electricidad en la misma medida”, pero esto no quiere decir que hayan personas inmunes a las ondas electromagnéticas. En sus palabras: “la electricidad sigue siendo parte integrante de la condición humana y es tan necesaria para la vida como el aire y el agua. Tan absurdo es pensar que la electricidad no afecta a una persona porque esta no es consciente de ella como suponer que la sangre no circula por las venas cuando no tenemos sed”.
De esta forma, las ondas eléctricas que hoy abundan en el ambiente no sólo significan grandes avances científicos. Estas han generado como consecuencia una forma de contaminación ambiental llamada electrosmog o contaminación electromagnética. Así, “las personas especialmente sensibles a la electricidad se quejan de las líneas de alta tensión, los ordenadores y los teléfonos móviles” señala el autor, quién además se encarga de documentar los síntomas relacionados a la electricidad, entre los que se destaca: acúfenos, dolores de cabeza, ansiedad, insomnio y problemas cardiovasculares. Incluso Firstenberg da cuenta de la relación entre el aumento de ondas electromagnéticas con la propensión a padecer diabetes, obesidad y cáncer.
Esto es un problema cada vez más preocupante en cuanto mayor es la tecnología. El autor señala que “la cantidad de energía eléctrica que se acumula indirectamente en nuestro cuerpo a causa de toda la tecnología es mucho mayor que la que se almacenaba deliberadamente en las máquinas de los electricistas durante el siglo XVIII y a principios del XIX”. Además, esto evidentemente no solo afecta a los humanos, sino también a toda la trama de lo vivo. En el libro se mencionan bastos ejemplos de ello, se observa, por ejemplo, los cambios en el comportamiento de las abejas que bajo la exposición eléctrica suelen perderse de sus colonias; así también en aves, que suelen desorientarse o ver afectada su progenie, lo que a la larga tiene como resultado la extinción de estas especies.
“Las ondas eléctricas que hoy abundan en el ambiente no sólo significan grandes avances científicos. Estas han generado como consecuencia una forma de contaminación ambiental llamada electrosmog o contaminación electromagnética”.
Este libro está extraordinariamente documentado y bien referenciado. Se trata de una piedra angular en el sentido de que traza el desarrollo de la electricidad en nuestra civilización, su interacción con lo vivo, desde los mismos principios de su descubrimiento en 1746 hasta nuestros días, incluyendo incluso proyecciones de futuro. Es un libro esencial para conocer los peligros de las nuevas tecnologías y los cuidados que deberíamos tener en el desarrollo de éstas a futuro.
Imagen de portada: Fotografía de Albert von Schrenk-Notzing del Instituto de Psicología de Múnich, 1913. Tema de portada de la edición castellana de El arcoíris invisible. Una historia de la electricidad y la vida.