El Antropoceno: el futuro en nuestras manos

Todo organismo vivo requiere de energía y materia para vivir, por lo que se espera que las acciones que realice para lograr tal objetivo modifiquen el ambiente y con esto, genere un “impacto”. Así, podría aseverarse que todo ser vivo tiene un efecto en el planeta.

No obstante, es común que tales modificaciones sean locales, tanto en el espacio como en el tiempo. En general, no es muy común que una sola especie, menos aún del reino animal, pueda generar un impacto que repercuta a una escala global, ni que tenga consecuencias que se mantengan por mucho tiempo… Hasta ahora.

La historia de las sociedades humanas ha cambiado de forma notable. Es difícil creer que el humano moderno es exactamente la misma especie que habitaba como cazador-recolector hace 200.000 años. Pasamos de ser sociedades que modificaban su entorno desde una escala local, a una cuyo impacto puede detectarse hoy en día a escala planetaria.

Tal capacidad de modificación ambiental ha sido estudiada desde diversas disciplinas (ecología, antropología, sociología, geología, entre otras), con énfasis en entender el impacto que significa para el sistema natural y para la propia sostenibilidad de las sociedades humanas modernas. Estas mismas disciplinas proponen denominar el alcance actual del impacto antrópico como una nueva época, propuesta en el año 2000 por Paul Crutzen, Premio Nobel de Química, como “la época del Antropoceno”.

Nuestro planeta se formó hace 4.5 billones de años, tiempo más que suficiente para que hayan ocurrido grandes cambios a escalas geológicas, desde la existencia de atmósferas tóxicas, la creación de los primeros organismos vivientes, la “tierra bola de hielo” -en donde se congeló la tierra por completo-, entre otros fenómenos. Los geólogos han clasificado las formas de vida y condiciones dominantes de cada etapa en divisiones jerárquicas, contenidas en eones, eras, períodos, épocas y años.

Impacto del ser humano sobre variables naturales y climáticas. ©Victor Vergara

Hoy en día nos encontramos en el período Cuaternario, la división más reciente de la era Cenozoica, y que empezó hace 65 millones de años con el auge de los mamíferos y con las glaciaciones, conocidas cada una como “eras de hielo”. El Cuaternario se divide a su vez en dos épocas, el Pleistoceno, que empezó hace 2,58 millones de años atrás, y el Holoceno, que empieza con la retirada del último período glaciar y con el cual se dio origen a un clima estable y cálido, hace 11.700 años.

No obstante, las actividades del ser humano contemporáneo han percolado a tal escala y con implicaciones tan profundas, que incluso compiten con las grandes fuerzas de la naturaleza, empujando al planeta fuera de este clima estable, con variaciones climáticas que no se detectaban hace más de medio millón de años atrás. Esta nueva situación plantea el desarrollo de un estado sin precedentes en la historia geológica, lo que permite indagar sobre la existencia de una nueva época.

©Victor Vergara

¿Por qué debería de importarnos la instauración de una nueva época geológica?

Tal decisión importa porque, de instaurarse, significa que terminamos el régimen de los procesos de glaciación y deglaciación, propias del Cuaternario, para adentrarnos a un mundo de gran incertidumbre. Diversos análisis sobre cómo se caracterizará la próxima etapa postulan el continuo aumento de la temperatura global, entrando a un nuevo estado de “tierra caliente”, que a su vez muestra varianzas extremas para algunas escalas regionales y/o locales (eventos de inundaciones y sequías en cortos períodos de tiempo, incluso anual), todo esto como resultado de la acción de las sociedades humanas modernas.

En Chile, se espera un aumento en la desertificación en la zona central y pérdida de precipitaciones al sur, pero con eventos extremos de lluvias. A su vez, se plantea una pérdida significativa de biodiversidad: en efecto, el grupo liderado por el Dr. Anthony Barnosky, de la Universidad de California en Berkeley, plantea que realmente estamos presenciando la sexta extinción masiva. Esta pérdida de biodiversidad pone en riesgo el mantenimiento de los procesos naturales de los cuales nosotros, las sociedades humanas, también dependemos.

No todas las ciencias están de acuerdo con denominar una nueva época: se requiere de evidencia estratigráfica para tal caracterización; es decir, la posibilidad de lograr evidenciar el cambio a partir de un estudio del suelo. Son diferentes los eventos que se plantean como el comienzo del Antropoceno: (i) el desarrollo de la agricultura a gran escala, hace 800-500 años atrás; (ii) la extinción de la megafauna al final del Pleistoceno; (iii) el poblamiento humano en América; (iv) y los comienzos de la revolución industrial en Europa.

Tantas propuestas han llevado a muchos a pensar que el término se trata más bien de un fenómeno de cultura pop, sosteniendo muchos geólogos que entonces, aunque importante para crear consciencia, no debiese de estarse discutiendo dentro del área científica.

Más allá de si se logra instaurar o no la nueva época, los cambios de tales variables ambientales traen mucha preocupación sobre cómo lograr mantener de forma sostenible las demandas. A raíz de lo anterior, “los límites del planeta” es un esfuerzo interdisciplinario del Centro de Resiliencia de Estocolmo, que busca determinar los procesos naturales que aseguran la regulación del sistema planetario, y con esto, el sostenimiento de la sociedad humana. Su cuantificación pone en manifiesto que varios límites ya han sido sobrepasados.

Diferentes propuestas se han planteado para enfrentar los cambios, cada una dependiente de la filosofía y principios que decida adoptar el humano como sociedad, aún cuando todos los escenarios se basan en el uso de la tecnología para poder manejar tales cambios, es la visión política y social la que termina de instaurar el escenario.

Una sociedad puede decidir mantener “los negocios como siempre”, confiando plenamente en el desarrollo de la tecnología para enfrentar los cambios ecológicos que se vayan presentando. Esta filosofía no supone modificaciones en el sistema político ni económico, que en un principio dieron pie a las transgresiones de los límites, basándose en que tales sistemas lograrán una adaptación y que los humanos podrán desarrollar tecnología a una velocidad suficiente para enfrentar los problemas.

Por otro lado, se puede instaurar una filosofía donde aceptamos nuestra incapacidad de controlar todos los procesos naturales a través de la tecnología, y, dado que se toma conciencia del impacto humano en los ecosistemas, se decide mitigar su efecto. Este principio supone un manejo más cuidadoso en el uso de recursos, promoviendo más su restauración, lo que necesariamente supone límites sobre el sistema económico y político actual.

No obstante, una cosa es suponer el resultado de nuestras acciones y otra, lo que el sistema natural logre resistir. Así, el Dr. Robert Costanza, académico de la Australian National University, contempló en el año 2000 la posibilidad de escenarios que podrían generarse de acuerdo a la filosofía instaurada (“optimistas” vs. “escépticos” tecnológicos). El planteamiento del escenario Star Trek, supone la instauración del optimismo tecnológico con la capacidad real del mundo de soportarlo: aquí, es posible maximizar nuestro actual concepto de calidad de vida, desarrollando tecnología que soporte nuestras comodidades, incluso la conquista del espacio exterior, reemplazando las fallas del sistema natural con tecnología. No obstante, si se instaura tal filosofía y el mundo no es capaz de soportarla, se instaura el escenario Mad Max, en donde la violencia es la única herramienta para lograr alcanzar las necesidades básicas humanas.

En caso contrario, la instauración de una filosofía escéptica bajo un mundo capaz de soportar el impacto humano significa para Costanza un mundo del “Gran Gobierno”, en donde se instaura un estado paternal, totipotencial, que dirige la economía y el avance científico de forma especialmente precavida, limitando el crecimiento y la repartición de los beneficios en la sociedad, aún cuando tal crecimiento y bonanza fuese posible. Asumir una filosofía escéptica en un mundo en donde realmente es necesario adoptar medidas de mitigación para sostener el sistema natural desarrolla un escenario de “Ecotopia”, con sociedades comunitarias de bajo consumismo y alto desarrollo local, bajo una demanda ecológicamente sostenible. Obviamente, Costanza en su diálogo exagera la realidad figurada de cada uno de estos escenarios, con el fin de crear una mayor impresión sobre su análisis.

¿Cuál escenario estamos desarrollando? Hoy en día, el desarrollo tipo Star Trek de algunas sociedades pareciera que se vive a costa de otras que viven tipo Mad Max. Los recursos, al explotarse y repartirse de forma heterogénea, propio del sistema de libre mercado, origina su acumulación por una parte de la comunidad, mientras que se secuestra su acceso hacia otras. Por otro lado, la instauración de un escenario tipo Star Trek a escala global, es decir, compartida por todas las sociedades humanas en el planeta, no es factible, pues diversos estudios muestran que hoy en día no existe suficiente desarrollo tecnológico ni de recursos que lo soporte. A su vez, si no logramos poder mantener las tasas de innovación requeridas para este escenario, caemos en la posibilidad de colapsar hacia un escenario Mad Max, condición que deberíamos querer evitar a toda costa, o ponemos en riesgo nuestra propia existencia en la Tierra.

Un escenario tipo Ecotopia sería el más adecuado, en donde se respeten las libertades individuales y se mantenga el bienestar general a partir del desarrollo local y respetando los límites del planeta. El cuestionamiento crítico a tal sociedad humana, radica en si el cambio de los valores sociales podrá ser suficientemente fuerte y rápido para gatillar una transición a tiempo hacia la sostenibilidad, con el fin de poder mantener el sistema natural tal como lo conocemos y asegurar nuestra propia existencia.

En definitiva, de no lograr cambios rápidos, debemos de estar conscientes que el futuro del Antropoceno puede traer consigo condiciones catastróficas que podrían significar una peor calidad de vida, a la que deberíamos ajustarnos hoy en día para alcanzar la sostenibilidad. De nosotros mismos depende en qué se convertirá esta nueva era geológica.

Bibliografía:

Barnosky, AD, Matzke N, Tomiya S, Wogan GOU, Swartz B, Quental TB, Marshall C, et al. (2011). Has the Earth/’s Sixth Mass Extinction Already Arrived?. Nature 471(7336): 51–57. – Costanza R. (2000). “Visions of Alternative (Unpredictable) Futures and Their Use in Policy Analysis”. Conservation Ecology, 4(1).

Crutzen, PJ, Stoermer, EF, (2000). The Anthropocene. IGBP Newsletter 41:12.

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