Como sociedad nos hemos acostumbrado a las afirmaciones rápidas: el azúcar engorda, plantar árboles es bueno para el medio ambiente, las forestales son buenas para la economía. Y nos hemos desacostumbrado a mirar más profundamente lo que subyace a esas verdades, a deconstruir el cómo y el por qué de las cosas. Si lo hiciéramos, en efecto podríamos comprobar que la respuesta más que ser una afirmación o una negación clara y concisa, tendería a un eterno “Depende”.
“Plantar Pobreza, el negocio forestal en Chile” es un documental producido por el periódico Resumen, el cual fue lanzado el año 2014 con la finalidad de precisamente “mirar más profundo”, cuestionar y ayudarnos a comprender esta paradoja. De esta manera, se encarga de hacer un recorrido por las diversas problemáticas que afectan a las comunidades locales y al medio ambiente desde cada una de las partes del engranaje lucrativo que compone a la industria forestal en Chile: de las plantaciones de monocultivos a las plantas de celulosa (y su posterior exportación).
La realización de documentales de este estilo no es nuevo para el periódico Resumen, el año 2012 el documental “Mala Pesca” aborda la problemática de la sobreexplotación de los recursos marinos y su paulatina extinción, en el marco de las leyes que durante años han monopolizado estos recursos. Y en el año 2011, en conjunto con la Sociedad Mutualista Bautista Van Schowen, fue producido el documental “El Cobre ¿Sueldo de quién?” en dónde se explica el proceso de privatización de nuestro mayor recurso.
Una de las primeras problemáticas a la que nos introduce el documental “Plantar Pobreza” es la diferencia entre las nociones de “bosque” y “plantación forestal”. Pese a que variadas instituciones (entre ellas CONAF y FAO) tienden a utilizar estos conceptos como si fueran sinónimos —ya sea desde la ignorancia o desde un deseo de manipular la información— estos representan realidades totalmente diferentes.
En un bosque existe una comunidad conformada por diversas especies de árboles, hongos, líquenes, insectos y animales, los que han evolucionado para relacionarse de manera cooperativa y complementaria. Por ejemplo: los animales insectívoros contribuyen a mantener a raya las plagas; las raíces de los árboles se asocian a hongos para intercambiar agua y nutrientes. Además, las plantas coexisten en una diversidad de edades, debido a esto cuando un árbol joven está en etapa de crecimiento, tomando mucha agua y nutrientes del suelo, este estará rodeado de árboles maduros, que no necesitan abastecerse de tanta agua, y por el contrario, sus raíces la retienen en los suelos, y sus hojas devuelven a la tierra sus nutrientes. En suma, en un bosque existe un ciclo armónico que recicla los recursos; y además de todo esto, capta el famoso carbono de la atmósfera.
Por el contrario, cuando hablamos de plantaciones forestales en Chile, hablamos de la plantación masiva de una sola especie (monocultivo de Eucalyptus globulus o Pinus radiata) lo que hace que los árboles sean más propensos a plagas y por lo tanto deban ser tratados con pesticidas (y herbicidas) para asegurar su proliferación; además, todos los árboles tienen la misma edad, por lo que en etapa de crecimiento existe una extracción masiva de agua y nutrientes de los suelos, situación que se repite una y otra vez durante las sucesivas rotaciones, sin oportunidad de hacer un reciclaje de nutrientes, transformando un terreno fértil en uno árido. Y como si esto no fuera suficiente, al talar todos los árboles, no hay nada que evite que la lluvia arrastre el suelo (y con ellos químicos usados en el proceso) hasta el curso de agua más cercano, enturbiando y contaminando la misma y dejando una tierra profundamente erosionada. Finalmente, pese a que sí efectivamente estos árboles logran captar el carbono de la atmósfera, al momento de ser procesados en las plantas de celulosa lo devuelven, por lo que no hay realmente un balance positivo. Y todo esto sin hablar de cómo incrementan las posibilidades de incendios —hoy tan comunes en Chile— agravados por la sequedad del suelo y a la inflamabilidad de las especies preferidas para el monocultivo.
Comenzamos a avistar entonces un modelo que se nos hace familiar, un modelo cortoplacista, que llama “progreso” a la extracción de la mayor cantidad de recursos en el menor tiempo posible sin pensar en las consecuencias. Como si los recursos naturales fueran inagotables, o cómo si fuéramos todos a desaparecer en un futuro cercano por lo que no existe obligación de prever para el mañana.
Pero esto no solo nos afecta a todos en el largo plazo, hoy está afectando cruelmente a las comunidades locales y esto es lo que Plantar Pobreza logra hábilmente poner sobre la mesa, creando un diálogo —que no existiría de otra manera— entre distintos representantes de las comunidades locales que padecen la pobreza originada por las forestales y el director de la CORMA (Corporación de la Madera), llevándonos al corazón del conflicto.
Plantar Pobreza nos muestra cómo una actividad del llamado “crecimiento económico” a nivel país (la segunda después del cobre), produce más daños que beneficios para la comunidad local: escasez de agua (y con esto el fin de la soberanía alimentaria), accidentes laborales, presos políticos, territorio militarizado, contaminación ambiental, entre otros.
Y esto nos lleva a plantearnos ¿Qué es lo que nosotros consideramos riqueza? Si suben los índices de crecimiento económico, pero, perdemos nuestros alimentos, nuestra salud, nuestro tiempo, nuestra posibilidad de ver crecer a nuestros hijos y la diversidad biológica de nuestra tierra ¿Es eso digno de ser llamado riqueza? ¿Riqueza para quién?
Sin embargo, el documental no sólo se dedica a visibilizar el desastre socioambiental fomentado por el libre mercado y subsidiado por el estado (ósea por todos nosotros), sino que también da ejemplos de casos de éxito de restauración, en donde suelos erosionados han sido rehabilitados gracias a una reforestación con bosque nativo y a un manejo sustentable y comunitario. Casos como el del proyecto de manejo forestal Llancahue y el Werken Comunidad Wente Winkul Mapu de la comunidad de Ercilla, no dejan de dar esperanza y —esperemos— un camino a seguir.
Documental disponible en youtube.