Despertando por un buen vivir

Te invito a hacer un ejercicio de imaginación. Estás en tu hogar, pero el hogar ideal, con muebles ideales y construida idealmente, te miras en un espejo y estás vestido con la ropa ideal, cómoda, bonita, te sientes muy bien con ella. Tu casa está en completo equilibrio, sus colores, sus texturas, sus muebles, toda su construcción está hecha de la mejor manera para que todo funcione. Sales de tu casa y observas tu jardín, lleno de plantas, colores. Es un día precioso, como te gusta a ti. Entonces decides salir, caminas por una calle, ideal, donde se han ocupado los materiales más sofisticados para hacer de este espacio un lugar confortable para caminar y observar. El mundo ideal está frente a ti, materializado.

Observas tu entorno, casas, gente y animales, todo en armonía. Te acercas a lo que parece un pequeño negocio, tienen frutas y te apetece una. El dueño te trata muy amablemente, le pides una de sus frutas y se la cambias por algo que tenías en el bolsillo, que a tu parecer es de igual valor. Ambos quedan felices y sigues tu camino. Esa fruta que empiezas a comer es la fruta más deliciosa que has probado, dulce, suave, jugosa y gozas cada uno de los mordiscos.

Ahora vuelve a tu presente, observa tu entorno, tu ropa, tu casa, y piensa que tan lejos estás de ese mundo ideal que acabamos de visitar, qué se necesita para construirlo y qué debe suceder para lograr ese medio ambiente ideal. Seguramente tu sueño no será muy distinto al del resto de la población, ya que el humano guarda en sí el concepto de un mundo ideal donde todas las cosas estén en completo equilibrio. Como sociedad (occidentalizada) hemos creído que esto es solo un sueño y lo hemos vivido así, pero si miramos a un vecino no muy lejano podríamos descubrir uno de los tesoros más bellos de la humanidad que nos revelaría otro paradigma para comprender nuestra posición en el planeta. Este paradigma, nuevo para nosotros, era la base de los distintos pueblos originarios alrededor del mundo. Por la cultura mapuche es conocido como Küme Mongen, que se  traduciría literalmente como “buen vivir”.

Estructuración de invernadero en el encuentro Munay Mapu (2018), en el sur de Chile. ©Joaquín de Tierra

En nuestra sociedad, cuesta comprender el «buen vivir», ya que muchos tenemos conceptos muy distintos de su significado. Pero el mapuche sabe muy bien que significa puesto que este hermoso concepto engloba un ordenamiento natural en toda su estructura difícil de extrapolar, un horizonte en el cual se configura su modo de vida.

El Küme Mongen es entendido como la acción de vivir en armonía y reciprocidad con todos los seres, con los demás hombres y mujeres, con las fuerzas espirituales, con la naturaleza en sus infinitas manifestaciones y con uno mismo. Esto se logra con la práctica del reconocimiento de las energías naturales que mueven el universo, pues para este pueblo, el concepto de mundo, individuo, mundo físico, mundo sutil, energías totales, entre otros tantos, es indivisible, todo es parte de un todo que co-crea en conjunto. Entienden que el mundo nos les fue dado, más bien que pertenecen a un engranaje dentro del ordenamiento de un todo mayor. Así mismo nos abre la puerta a un entendimiento más allá de lo físico, si no también lo espiritual.

¿Pero quién dicta el orden? Para los mapuches el ordenamiento de su sistema de vida no es proporcionado por un grupo de personas en un gabinete dictando leyes, si no más bien, por uno dictado por la misma naturaleza y sus partes, al que llaman Admapu. Este es comprendido por un estudio minucioso del comportamiento de los elementos llegando así a la comprensión, en parte dual, de su funcionamiento. Para generar un diálogo entre las partes de este todo es necesario comprender las leyes que lo mueven, por ejemplo, el solo hecho de ocupar la “mala palabra” podría atraer energías de similar vibración o la mala acción, tener consecuencias de similar poder.

Montando techo recíproco de una ruca en el encuentro Munay Mapu (2017), en el sur de Chile. ©Joaquín de Tierra

Así el Küme Mongen es un concepto que aboga a la abundancia en sí, hacia la vida misma, por eso al «dar», bajo esta visión, de u otra forma se devolverá de similar manera la energía que acabo de entregar tanto física, material o espiritualmente. Así el termino Küme aboga a que ese gesto sea positivo, de buena fe, en pos de un crecimiento que beneficiará al que lo entrega como al que lo recibe.

En una sociedad como la nuestra, donde constantemente estamos cuestionando la sostenibilidad de nuestra forma de vida en su trato con la naturaleza, entre humanos, y  el individuo en sí, cabe destacar la importancia e impacto que este concepto desataría al replantearnos nuestra forma de habitar y relacionarnos. Así como la naturaleza simplemente fluye siendo lo que ella es, el Küme Mongen nos llama a actuar desde el sentir sin anteponer el pensamiento.

Actuar en pos de un bien mayor que nos beneficiará en conjunto hacia una nueva forma de vida, el buen vivir. Si tú estas bien, yo estoy bien. Si nosotros estamos bien, el entorno está bien. Si el entorno está bien, yo estoy bien. Y si todo está bien, ¡Küme Mongen!

Lawentuchefe Silvia Caneo ©Joaquín de Tierra

*Fotografía de portada: mamita Alejandrina en la ceremonia de bendición a la Pachamama, en Perú, durante en el encuentro Sumaq Kausay (2018) ©Joaquín de Tierra