Radicado en Hong Kong, Craig visitó Chile hace poco para participar de una charla sobre esta temática, organizada por la Fundación Plastic Oceans Chile, la cual ha sido fundamental para poder vincular a las personas a iniciativas locales, tal como limpiezas de playas, u otras instancias de educación ambiental. Al mismo tiempo, la fundación ha generado proyectos multidisciplinarios en colegios, organizaciones públicas y privadas, e incluso el gobierno, en donde la sustentabilidad es el principal foco. La agrupación no solo se encuentra en Chile, sino también en otros países donde Plastic Oceans Foundation ha apoyado la formación de equipos especializados en el tema.
Nos reunimos con Craig para conocer más sobre la realización de este documental, y también para aprender sobre lo que él ha visto en cuanto al impacto de este mismo, aspecto particularmente relevante en este tipo de obras, debido a la urgencia de la temática. ¿Nos podrías hablar sobre el concepto de economía circular?
Existen muchas soluciones que podemos integrar a nuestras sociedades, y por eso manufacturadores, el gobierno, y los consumidores, todos tienen algo que decir al respecto. La pregunta es, ¿cómo creamos una economía que no descarte sus recursos? Y, ¿cómo creamos una economía que termine con la producción de los plásticos? Realmente, no los necesitamos.
Nosotros trabajamos con la industria del plástico porque queremos que sean parte del debate, y les decimos que no somos anti-plástico: mi cámara está hecha de plástico, mi auto está hecho de plástico, y el 70% de los insumos de mi oficina están hechos de plástico; pero son productos de extenso ciclo de vida, y no llegan al ambiente inmediatamente. Son los productos de un solo uso los que son el problema. Esto significa que son productos que utilizamos por cinco a diez minutos, y luego permanecen en el ambiente por 300 años o más, siendo algunos de los ejemplos más clásicos; las botellas de plástico, cubiertos de plástico, bombillas, bolsas plásticas, y tantos otros más.
Una de las soluciones, que mostramos en la película, ya la realizan en Alemania. Ellos tienen un sistema que se llama Green Dot System, donde lo que hicieron fue legislar y obligar a los manufacturados a ser responsables por el plástico que ellos producen. Entonces, si una empresa produce una botella de jugo, ellos deben ser responsables por la vida útil de esa botella, desde el momento en que la producen, hasta que el consumidor la haya terminado de usar. Y esto se hace mediante un impuesto, que luego se traduce en fondos destinados a recolectar este plástico, a través de distintos métodos de reciclaje.
Es verdad, pero esta propuesta de Alemania (y otros países), como tú planteas, no necesariamente elimina la producción de plásticos de un solo uso, ¿correcto?
Creo que la meta final es basura cero (zero waste). No creo que existan argumentos en contra de esto. Pero no podemos obligar a las empresas a cambiar lo que están haciendo hoy por basura cero, o por otro lado, obligar a los consumidores. Es un paso muy grande, es muy disruptivo y va a causar que ciertas economías y sistemas colapsen. Entonces debemos avanzar paulatinamente.
Ya tenemos mucho plástico en nuestro planeta, debemos aprender a lidiar con eso, y debemos cambiar la mentalidad de los consumidores sobre los plásticos de un solo uso. Cuando las personas sean conscientes del problema, luego podrán efectuar el cambio y eventualmente tomar decisiones para dejar de usar productos como botellas plásticas, bombillas, cepillos de dientes de plástico, y reemplazarlos con otros objetos.
Ya hemos visto cómo los gobiernos han comenzado a decir que van a prohibir los plásticos de un solo uso. En el Reino Unido, se pusieron una meta: el 2030. Luego tenemos empresas como Unilever que dicen que van a cambiar sus empaques al 2025. Tenemos varios hitos, y cuando se plantea un plazo, hace que más personas se enfoquen y se muevan más rápido.
¿Qué tipo de iniciativas llamaron tu atención en Chile?
Hace unos días fuimos a visitar Comberplast, una empresa que recicla distintos tipos de plástico, y lo hacen de manera circular. Antiguamente, solían ser productores de plástico -ya que es una empresa de 46 años-, donde hoy, los dos hijos del dueño la dieron vuelta y la transformaron en un negocio sustentable, donde reciclan todo; desde redes de pesca a basura electrónica. Luego transforman todo esto en pellets de plástico, y así producen productos tal como sillas y kayaks, entre otros. Así, han mostrado que existe un valor en el reciclaje del plástico, y este no es basura. Antes de visitar Chile, pensaba que habían plásticos que realmente no se pueden reciclar, pero este viaje me ha demostrado lo contrario.
También visitamos un proyecto comunitario realizado por Fundación Mingako, donde hay un terreno que previamente era usado como vertedero para la basura electrónica, y hoy se transformó en un centro de reciclaje, un centro de educación ambiental y un huerto orgánico, donde también hacen compost. Además, toda la construcción del lugar está hecha con materiales en desuso. Son este tipo de proyectos comunitarios los que crean conciencia para mostrarnos herramientas que permitan alargar la vida útil de los materiales.
Abundan argumentos sobre los efectos de la contaminación del plástico. Existe el discurso ambiental que tiene dos aristas: primero, que estamos matando a las especies marinas con todo este plástico, y segundo, que estamos utilizando un material que se produce a través de un recurso muy nocivo para el planeta: el petróleo. Sin embargo, también existe el componente de la salud humana. ¿Cuál crees que es el discurso más potente?
En todos los lugares es distinto, porque sus asociaciones con el plástico de un solo uso son diferentes. Por ejemplo, no creo correcto culpar a los países que están en vías de desarrollo por el hecho de que son los que más contribuyen a esta problemática; en cuanto a la cantidad de plástico que ingresa al océano. Dentro de los 20 países que más contaminan, los primeros seis son asiáticos: China, Indonesia, Tailandia, Vietnam, y Sri Lanka; todos menos China son países en vías de desarrollo.
Todo lo que estas naciones están haciendo es lo que se les está impulsando hacer, lo cual es consumir: compran productos provenientes de países desarrollados -Europa, América y Australia-, los consumen y posteriormente, como no tienen los recursos suficientes para construir la infraestructura para procesar esta basura y no tienen dónde meter los residuos, estos terminan en ríos y luego en nuestros océanos.
Estados Unidos, por ejemplo, tiene uno de los peores niveles de reciclaje que cualquier otro país del planeta. Reciclan entre el 7 al 14% de su basura, lo cual es muy bajo. Esto es particularmente cierto si lo comparas con México, donde reciclan aproximadamente el 56% de su basura plástica, lo cual está al nivel de los países europeos. Por tanto, debemos tener precaución en cuanto a cómo etiquetamos estos países, y debemos ver qué infraestructura tienen.
Hoy no tenemos donde más reubicar todo este plástico, y cada pedazo que fue producido, aún existe en nuestro planeta (a no ser que haya sido incinerado), y por eso estamos viendo tanto plástico regresando a nuestras costas, porque ya ha alcanzado un nivel donde es visible, donde los océanos están trayendo plástico a las playas de todo el mundo.
Y lo estamos encontrando en nuestro pescado, en nuestras fuentes de alimento, y esto ha comenzado a crear problemas masivos de salud humana. Este es precisamente el tema que me interesa hablar a los gobiernos. Porque cuando vas a un gobierno y le dices “tú tienes un problema de plásticos de un solo uso, y debes legislar al respecto”, te miran y te dicen “nos gustaría, pero tenemos a muchos grupos de lobby con intereses en las empresas que producen petróleo y plástico, y manufacturan botellas y pellets, entonces es muy difícil para nosotros hacer algo”.
Pero cuando vas y les dices que esto trae consecuencias a la salud humana, entonces toman nota, porque la salud conlleva otros presupuestos. Los gobiernos destinan muchos recursos a tratar de resolver problemas de salud humana, entonces eso les da una herramienta con la cual pueden trabajar. Hoy estamos recién comenzando a entender los problemas que el plástico produce al sistema endocrino, y existe suficiente evidencia que este material está produciendo enfermedades, cáncer, y problemas hormonales. Y cuando comenzamos a estudiar esto más en profundidad, creo que allí podemos dar las herramientas a los gobiernos para que puedan cambiar la legislación.
He leído que en Inglaterra van a prohibir los plásticos de un solo uso. ¿Quiénes fueron los primeros en tomar esta medida?
Uno de los primeros países fue Rwanda. Este país prohibió las bolsas plásticas principalmente porque su ganado se las estaba comiendo, y les producía enormes problemas de digestión. Y el ganado en Rwanda es considerado moneda de cambio. Básicamente, el plástico estaba afectando su economía. Entonces prohibieron las bolsas. De hecho, si llegas a Rwanda y te pillan con bolsas plásticas, te meten preso.
En este contexto, existen países que uno no se esperaría que han liderado el tema. Y dentro de ellos, hay estados que han tomado las riendas del tema, tal como California en EE.UU., que prohibió las bolsas y también comenzaron a cobrar por ellas. Por otro lado, Hong Kong introdujo un impuesto por bolsas hace seis años aproximadamente, y esto ha tenido un efecto significante, ya que el solo hecho de pagar unos centavos adicionales ya es algo que las personas no quieren hacer, por lo que empiezan a traer sus propias bolsas.
El Reino Unido hizo algo similar hace dos años (cobrar por las bolsas), y esto produjo una polémica inicial, ya que todos decían que usaban las bolsas plásticas para la basura. Pero finalmente, lo que sucedió fue que después de tres meses este sentimiento cambió completamente. Cuando las personas se adaptan a nuevos hábitos, como traer sus propias bolsas, ven valor en eso. Luego, lo que sucedió fue que se hizo una auditoría en las playas del Reino Unido, y encontraron que en seis meses -desde la implementación de la medida- hubo una reducción del 30% de plástico en las playas. Tuvo un efecto inmediato. Ahora estamos escuchando que quieren prohibirlas al 2030.
¡Excelente! ¿Y qué opinas sobre el plástico biodegradable?
Este es un gran tema. Dos cosas: primero, los plásticos en base de petróleo como el PET no son reciclados, porque muchas localidades no tiene la infraestructura para reciclarlos, y por ende son un gran problema. Por otro lado, el problema con los plásticos en base a plantas es que no se pueden reciclar, ya que el polímero no se deja reciclar, a no ser que se convierta en compost y luego se transforme a otro polímero. No se puede lavar, hacer trizas, y luego derretir y transformar en pellets.
Al mismo tiempo, para transformarlo en compost, se necesitan composteras industriales que llegan a una temperatura de 120°C, y existen muy pocas ciudades donde existe esta infraestructura. No se van a degradar en el compost de tu casa.
El otro problema asociado a este material es que las personas creen que es plástico normal, entonces intentan reciclarlo y mezclarlo en el lote de plásticos de PET y Polietileno, y eso contamina el plástico, y luego no se puede reciclar el lote entero. Creo que, por estas razones, no es un buen material.
Sin embargo, existen nuevos polímeros que se están inventando. Avanti es una empresa en Indonesia que hace plástico de una planta llamada casava (Manihot esculenta), la cual se descompone rápidamente en el agua. Si una bolsa hecha de este material termina en el océano, es comida de peces, y por ende no causaría un problema para el entorno. Lamentablemente, aún es muy caro producir este material, entonces el desafío hoy es, ¿cómo introducir un polímero que tenga un precio similar a los plásticos en base a petróleo, y que se pueda crear utilizando las maquinarias y tecnologías que ya existen? Hoy estamos extrayendo un 4% de las reservas de petróleo en el mundo solo para producir plástico.
¿Te consideras una persona optimista ante el actual escenario global?
Me preguntan mucho esto. La verdad es que, cuando terminé la película, estaba completamente deprimido. No tengo hijos, entonces tengo una visión diferente a las personas que sí los tienen.
Lo que filmamos fue tan deprimente que me hizo considerar no tener hijos, me hizo pensar ¿por qué traer niños a un planeta tan tóxico? Sin embargo, desde que comenzamos a dar charlas en los colegios, de a poco me he puesto más optimista. Los niños saben mucho de esta problemática, entienden cómo llegamos a esto, y quieren entender cómo se puede revertir. Me di cuenta que estos niños son el futuro, y que ellos deben solucionarlo para sus hijos. Eso me cambió profundamente, y hoy soy optimista, y busco el optimismo en lo que hago.
Un problema global requiere soluciones en todos los niveles, y hoy se está logrando la atención a las actividades que están sucediendo a todo nivel. Son todas piezas necesarias para solucionar este multifacético problema. Y allí es donde viene el poder del cine y las acciones de una fundación. Funcionan muy bien en conjunto.
Para más información sobre la fundación Plastic Oceans pueden pinchar aquí: A Plastic Oceans.