Uno de los chicos de la brigada me pide un lápiz. Va a anotar el nombre del gremio de pescadores de Punta de Choros para escribirlo en el mural que están por realizar en la comunidad. Para ello, le pregunta a un pescador, este le responde que no están ni ahí con la organización.
Estamos en Punta de Choros. Las decenas de voluntarios del Carnaval Guanaco se mueven en los espacios públicos del sector, entre la escuela, la sede vecinal y la sede del gremio de pescadores, mientras los muchachos de la Brigada Negotrópica están ahora conversando codo a codo con los pescadores en la caleta “Los Corrales”.
Este grupo de muralistas comenzó por iniciativa de cuatro hermanos. Cuatro cabros que empezaron como mecheros, y aprendieron muralismo en un taller que se realizó en la cárcel, donde su buen amigo Charquipunk, hacía clases. No, mentira, eso es una broma que los chicos de la brigada tiran para romper el hielo cuando comienza esta entrevista. La verdad es que todo comenzó en los años ’80, cuando en la comuna de Lo Prado (lugar de donde provienen los hermanos) se hizo un llamado para pintar las paredes con el respaldo de una brigada de aquellos años, de la cual ya no recuerdan el nombre. Los murales de la época hacían retratos, por ejemplo, de peones levantándose en contra de la reina del ajedrez.
Pasado el tiempo, por allá por el ‘97, los mismos hermanos decidieron salir a pintar paredes en su comuna por el puro placer de hacerlo y luego incorporando la participación de sus amigos que se sentían atraídos por el tema. Así se conformó la Brigada Negotrópica. La palabra negotrópica nació de una talla entre amigos. Dicen que muchos se han incorporado tomando la brigada como una escuela para aprender, pero se han quedado. Otros, en tanto, se han sentido atraídos por las temáticas que tocan y se adhieren al proyecto.
Se declaran como gente de clase media-baja. Algunos dicen, por ejemplo, que en su casa no habían cuadernos de arte ni una formación acérrima en esta disciplina, pero sí hubo siempre un incentivo familiar hacia los dotes que demostraron desde pequeños. Para ellos, todo esto partió como un juego.
La Brigada trabaja en conjunto y de manera anónima. No quieren ser reconocidos individualmente. Son un grupo muy bajo perfil y eso se nota, por ejemplo, en este carnaval, donde vienen directamente a pintar sin tomar mucho protagonismo en las demás actividades. Lo que hoy en día realizan es el resultado de todo un equipo que trabaja constantemente de manera desinteresada por lo que les gusta.
No tienen una visión ni un valor definido y lo que pintan va apareciendo en el muro de acuerdo a lo que le motiva a cada uno. A excepción de algunas ocasiones, como para un concurso, un pedido de alguna persona o un mural específico en el que quieran trabajar, cuando eso ocurre, uno o varios del grupo trabajan en el boceto y luego toda la brigada lo lleva a la pared, pero en general, sus integrantes dicen que todo es bien espontáneo y libre.
Por ejemplo, para realizar este mural, cada uno hace un borrador del animal que quieren plasmar en la pared y luego, manos a la obra. Uno hace el fondo, el cual será marino, mientras los demás limpian, ordenan, dibujan. Es así, como luego de unas tres horas, el mural queda tiki taka.
Periodista: ¿Qué estilo o “corriente artística” definirían ustedes en sus murales?
Brigada: La Negotrópika, jajajaja (risas)
P: Bueena. Esa es…
B: Bueno, creemos que nosotros seguimos las influencias que crecimos viendo durante esos años (80). Eran así como figuras bien rápidas, como sintetizadas, con temáticas bien políticas de oposición a la dictadura. Se refleja en nuestros murales, en los cuales solemos destacar la línea, por ejemplo. Algo así como la Ramona Parra.
P: En qué lugares han pintado ¿Siempre participan en poblaciones y proyectos sociales, no?
B: Sí, pero en varias partes también. Agradecidos vemos como sale trabajo remunerado. La menor de las veces, pero sí se puede vivir de esto. Ponte tú, pintamos restoranes, casas particulares. Y a veces también nos hacen pedidos en diferentes lugares. Nosotros vamos donde nos inviten en realidad… desde Suecia hasta La Victoria. Y si no, nosotros elegimos los muros que queremos pintar y los pedimos o los pintamos no más, dependiendo si hay un dueño o dueña de casa. También hemos trabajado por trueque, lo que es muy reconfortante también.
P: ¿Recuerdan alguna experiencia con la comunidad? Igual ustedes tienen que interactuar harto con la gente.
B: Nos ha pasado que al principio igual la gente está como escéptica. Que no nos quieren pasar el muro o que nos preguntan “¿quiénes son ustedes?”. Pero por lo general, nos va súper bien con la gente porque les gusta lo que pintamos. Una vez le pedimos el muro a una vecina y ella dijo que “No, no me gusta esa cuestión”. Entonces pintamos al lado de la casa de ella y mientras lo estábamos haciendo salió la señora y dijo “¡Ay, qué lindo! Yo también quiero una palomita afuera de mi casa”, porque pintamos pájaros y la gente suele llamarles paloma a todos los pájaros en Santiago.
P: ¿Y qué tal ese proceso de vincularse con las comunidades?
B: Es algo que hemos hecho desde siempre. Nosotros vivimos y crecimos en una población. Las primeras veces que pintamos fue en ese ambiente, como encuentros muralistas en las poblaciones. De hecho, la primera vez que pintamos y firmamos como Brigada fue en una villa de La Reina… era una pobla que queda bien arriba. Hicimos un mural a Rodrigo Rojas, el chico del caso Quemados. Bueno y así partió la brigada igual, como con el afán de la memoria. Buscando detenidos desaparecidos. Después pintamos varios líderes mapuche, como Caupolicán y Lautaro.
P: Entonces, al principio su misión era rescatar la memoria histórica de Chile ¿O no?
B: Más que eso, la memoria sudamericana, porque también pintamos mártires, revolucionarios, escritores, artistas. Y al principio usábamos sólo blanco, negro y rojo. En un momento pensamos que lo íbamos a hacer por siempre, que iba a ser nuestro sello.
P: Eso es muy Ramona Parra.
B: Sí, pero por una cuestión de recursos también, ah. Y de calle. La línea negra para que se vea de lejos y los colores con la idea de hacerlo rápido. Y bueno, con el tiempo nos fuimos haciendo rápidos.
Cuando una de las integrantes del grupo entró a estudiar a la universidad, comenzó a tomarse el muralismo más en serio. Fue allí donde dio la idea a los demás de comenzar a pintar animales, ampliando la gama de colores, pues eso fue lo que más le llamaba la atención cuando empezó a conocer más sobre esta disciplina.
Integrante: Ahí yo les dije a los chiquillos ‘¿Por qué no pintamos en colores?’. Y todos me dijeron que sí, porque se dieron cuenta que yo era la más bacán.
Brigada: jajajaja (risas) Y nos dimos cuenta de que ella tenía amigas, entonces dijimos “hagámosle caso, pa’ que vengan a verla las amigas”.
Integrante: Claaaro. Y de más de 20 años, entonces, grandecitas.
Brigada: Bueno, y también porque era una buena idea, si los animales ¿Qué más resistente que ellos?
P: ¿Ustedes creen que esta actividad refuerza el activismo medioambiental?
B: Sí poh, esa es la idea. Que sea un aporte que permanece. Para que la gente valore y vea su propia historia. Igual hay gente que es insensible, que la hueá no le va a entrar por ningún lado.
La Brigada Negotrópica sólo se dedica a los dibujos. Declaran que no les desagrada el graffiti, que esta forma de expresión nunca les entró “ni por las letras, ni la cultura gringa”. Algunos sí realizaron incursiones en esta tendencia, por una cuestión generacional del 2000. Pero la Brigada siempre se fue por el mural y el dibujo, algo más latinoamericano.
P: Y ¿Qué piensan del muralismo en Chile?
B: Hay caleta de muralismo en Chile. Mucho. Hay una historia prolífica detrás, que se vio en peligro y, de hecho, cambió totalmente desde lo que fue durante la UP, donde era la corriente artística predominante, a ser la más perseguida durante la Dictadura. Antes se enseñaba muralismo en la universidad. La Escuela de Bellas Artes, por ejemplo, tenía un departamento de muralismo donde venían desde México y otros países a intercambiar conocimientos. Una hueá que nunca volvió. Una vez vino Siqueiros a pintar una escuela en Chillán ¿Cuándo ahora van a pintar una escuela en Chillán?… Eran otros tiempos.
P: Pero eso se puede recuperar hoy en día…
B: Claro po, mostrándolo, visitándolo. Hace poco restauraron el mural de Siqueiros.
P: Y ustedes ¿Qué buscan? ¿Cuál es su objetivo principal con el muralismo?
B: Hacer justicia. Tomarse la calle y hacer justicia, a través de lo hipnótico de las imágenes. Si tú ves las fotos y las imágenes quedas hipnotizado. Nosotros esperamos que eso haga un click en tu mente. Ojalá. Más que educar, esto no es educar, así como de un punto de vista tan patriarcal. A través de otra cosa que está más cerca de lo que la gente cree, pero no se percata, nosotros queremos hacer justicia. Y, obviamente, pasarlo bien entre nosotros, ¡si esto es lo más entretenido que hay!
La Brigada Negotrópica pintó dos murales en el marco del Carnaval Guanaco. Uno en la entrada a la comunidad de Los Choros y el otro en la Caleta Los Corrales, el cual realizaron en conjunto con el muralista Charquipunk y Laperra. En el segundo de estos es donde se realizó esta amena entrevista.
Fue precisamente ese día vimos cómo una gaviota murió al tocar los cables de alta tensión. Murió al instante. Cayó de golpe al suelo, agonizó durante unos segundos y se petrificó. Asimismo, cada día mueren cientos de animales que están en peligro de extinción, son ellos parte de nuestra historia.
Historia que este grupo de muralistas se encarga de poner en evidencia.