Bosques Submarinos en peligro: la extracción ilegal de huiro en Chile

El océano es uno de los lugares más salvajes que quedan en el planeta Tierra. Un motivo suficiente como para lograr que científicos y conservacionistas de todo el mundo hoy pongan su mirada en este ecosistema en un país como Chile, un territorio que cuenta con más de 4.000 kilómetros de costa.

Durante  los últimos años, las investigaciones marinas en Chile han sido prolíficas: se han descubierto animales que se creían extintos, se han hallado nuevas especies y a la vez, se han puesto en la mira una serie de prácticas que afectan el funcionamiento de la vida, no sólo submarina, sino de todo el ecosistema de manera macro.

Chile tiene más de 4.000 kilómetros de costa. © Alexandra Diacuno

Hablamos de caza de ballenas, la expansión desmesurada de salmoneras, pesca de arrastre y también, del barreteo de algas pardas (huiro): un oficio que ha llegado a convertirse en una práctica extractivista muy poco sana para los bosques submarinos que, a su vez, amenaza a una gran cantidad de animales que subsisten de las profundidades del mar y  que propician la existencia de todo lo que conocemos. 

¿Qué es el barreteo?

El barreteo es una técnica de extracción que consiste en sacar el alga desde el disco, o desde la raíz, para dejarla flotando y luego recolectar las  plantas cuando llegan a la orilla.

Como es de esperar, al ser sacadas de raíz, estas  especies no se vuelven a reproducir.

Este tipo de explotación de los bosques submarinos tiene su base en el mercado. Con los años, el valor comercial del huiro o la alga parda ha aumentado, así como también su demanda. Esto, se debe a un descubrimiento que indica que  las algas poseen un compuesto llamado “alginato”, que se están utilizando en cosmética, gastronomía, odontología, entre otros. Estos alginatos son polisacáridos que tienen propiedades para formar geles y soluciones altamente viscosas.

Los bosques submarinos constituyen amplios ecosistemas. Ellos son la casa de más de 150 especies submarinas, desde peces de roca, cangrejos, moluscos, hasta caracoles. Lamentablemente, un sistema rico en vida que hoy peligra.

Actualmente, Chile es uno de los países con mayor importancia en la exportación de algas pardas, llegando a vender más de 300 mil toneladas de huiro, principalmente a China. Hoy, según datos del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (SERNAPESCA), la exportación de algas en Chile representa el 20,4% del valor total de las exportaciones pesqueras y acuícolas, lo que se traduce en 618 mil toneladas de algas y un total de $1.257,6 millones de dólares de ganancia al año”. 

El barreteo saca el alga desde la raíz. © ONG Oceana Chile

Estas cifras, se explican fácilmente tras conocer las características territoriales de nuestro país. Al sur del continente,   las condiciones atmosféricas son perfectas para que esta macroalga pueda crecer y subsistir. Sus costas rocosas y aguas frías de poca profundidad, crean el ambiente ideal para la formación de bosques de algas pardas de gran relevancia biológica y ecológica. Estos ecosistemas son la casa de más de 150 especies submarinas, desde peces de roca, cangrejos, moluscos, hasta caracoles. Lamentablemente, un ecosistema rico en vida que hoy peligra.

En las últimas dos décadas la extracción de huiro en el norte de Chile ha crecido y empeorado sus condiciones, convirtiéndose en un problema mayor. Desde ahí, se han implementado ciertas regulaciones que tristemente no han logrado paliar la extracción desmesurada. Actualmente el barrido es un problema constante que no ha podido solucionarse por parte de las autoridades ni de las comunidades que habitan estos espacios.

Huireros: de recolectores ancestrales a prácticas extractivistas

Es innegable que la práctica de recolección de huiro solía ser artesanal incluso en los pueblos ancestrales de la zona. En la Caleta Chañaral de Aceituno, por ejemplo, es habitual escuchar historias de abuelos y bisabuelos que se dedicaban a sacar las algas que botaba el mar hacia la orilla. Ellos se dedicaban a recolectarla para su venta, pero en un formato claramente sustentable y consciente. En una escala pequeña.

Cuando la extracción de huiros comenzó a aumentar, el gobierno chileno a través de SERNAPESCA, lanzó medidas para controlar esta creciente masividad. Actualmente cada huirero debe estar inscrito en el Registro de Pesca Artesanal (RPA) y declarar la cantidad de algas extraídas. El Estado, además, ha impulsado el Plan de Manejo de algas pardas en la región de Atacama. Pero, no ha sido suficiente.

No hay una real fiscalización de las algas que se recogen del mar. © Tbep

¿El problema? Primero, los huireros inscritos tienen que autodeclarar la cantidad de huiros recolectados, pero no hay una verdadera fiscalización de cuántas son las algas extraídas del mar.

Y, luego, nos encontramos que solo hay un puñado de fiscalizadores para toda la costa marítima de Chile. En detalle, según el director regional de SERNAPESCA de Atacama, Claudio Ramírez, su región que tiene 500 kilómetros de costa, cuenta solo con 24 fiscalizadores.

Esto genera que, pese a que la cuota anual de captura sea de 2 toneladas por bote, hoy se estén extrayendo unas 300 mil toneladas en todo el país, cifras que no son congruentes. Además, estos números consideran solamente el alga que el mar bota naturalmente. Sin embargo, no estamos considerando la presencia de una clara extracción ilegal que debería detenerse cuando antes.

En palabras simples, las algas son verdaderos bosques submarinos que hacen el trabajo de convertir el carbono del entorno y convertirlo en oxígeno.

En 2022, la ONG Oceana Chile, dedicada a la conservación del mar, publicó un estudio que confirma que en el norte de Chile, “las poblaciones naturales de algas pardas o huiros, han sido fuertemente explotadas durante las últimas dos décadas. Así, a partir de las algas pardas se ha configurado una pesquería multiespecífica, de gran importancia social, económica y ecológica, que se ejerce prácticamente a través de todo el litoral entre las regiones de Arica y Parinacota a Coquimbo. Hoy, este oficio cuenta con 6.372 pescadores artesanales autorizados para operar sobre los servicios ecosistémicos que la conforman: huiro negro (Lessonia spicata/berteroana), huiro palo (Lessonia trabeculata) y/o huiro (Macrosystis pyrifera)”

Un ecosistema amenazado

Según SERNAPESCA, las algas son “organismos vegetales unicelulares o pluricelulares que viven en el medio acuático y son capaces de realizar fotosíntesis oxigénica y obtener el carbono orgánico con la energía de la luz del sol. Las algas realizan un significativo aporte de oxígeno al medio y los grupos más importantes y conocidos son: algas verdes; algas rojas y algas pardas o cafés”. En palabras simples, son verdaderos bosques submarinos que hacen el trabajo de convertir el carbono del entorno y convertirlo en oxígeno.

Además, el Estado establece que “su explotación se registra principalmente mediante la recolección de orilla y su extracción es controlada, en cuanto a las cuotas de extracción establecidas y el respeto de los periodos de veda implementados, con el objeto de alcanzar una administración sustentable de este recurso”.  

En teoría, un mecanismo que sería el ideal si las fiscalizaciones pudieran llevarse a cabo y la extracción no se demostrara tan descontrolada como lo hace hasta hoy.

Un caso que bien explica la amenaza que sufren los bosques marinos, ocurrió Vallenar, en la región de Atacama. Allí, SERNAPESCA implementó un gran plan de fiscalización de pesquerías estratégicas que se acompañó de un operativo específico en las plantas de transformación de algas. 

Finalmente, la acción legal infraccionó a 4 plantas por tenencia de recurso Huiro Negro barreteado sin acreditación de origen legal, por un total de 28.965 kilos.  

Para cuidar los diversos sistemas ecosistémicos se debe actuar hoy. © Ben Wicks

Y si bien esta acción puede sonar alentadora, la realidad es que no sólo son 4 plantas, sino muchas más, las que cuentan con personas que trabajan para esta industria y que alegan que el barreteo es su sustento para el día a día.

Buscando soluciones

Aunque suene difícil, en el recién publicado informe de Oceana Chile: “Bosques Azules: ¿Qué estamos haciendo frente a la creciente extracción de huiro en Chile?”. se buscó conocer los datos exactos de la situación y buscar soluciones para que esta práctica sea regulada antes de que sea demasiado tarde.

En dicha instancia, Liesbeth van der Meer, Directora Ejecutiva de la ONG, comentó que “el propósito radica en recoger las preocupaciones y el conocimiento de cada una de las partes involucradas para así proponer una política pública que permita detener la grave deforestación de los bosques azules”. 

Sin duda, los esfuerzos por parte de las autoridades, sumado a las acciones de distintas organizaciones medioambientales y locales pueden llevar a buen puerto las acciones que se han comenzado a tomar. Esperamos que el rechazo a Dominga sea la primera de muchas acciones que vayan a la par con el desarrollo sustentable de nuestras aguas, ecosistemas y de nuestra sociedad.