«Azmapu», el libro de Elisa Loncon que conecta naturaleza, filosofía y lengua mapuche

Cuando Elisa Loncon era presidenta de la Convención Constitucional, la editorial Planeta le propuso publicar sobre mujeres mapuche. Desde allí, partió la escritura de un libro que abordaría mucho más. Azmapu es el resultado de este proceso escritural que aborda la filosofía mapuche y la delgada línea entre la conexión del lenguaje con la naturaleza del pueblo originario.

La palabra Azmapu dice relación con la característica del paisaje que tiene un espacio territorial determinado. Es decir, la fisonomía del territorio que permite diferenciarlo de otro. Así, el azmapu de Chile será el cordón montañoso de Los Andes al este; el Pacífico al oeste y la gran biodiversidad que compone la larga y angosta franja de tierra entre ambos límites naturales. Al interior de un territorio existen otros Azmapu de espacios más pequeños, zonas donde la gente en su interior se identifica con ella y sus características geográficas. Loncon ha tomado esta palabra para hablar sobre el pensamiento mapuche, en el que toda la naturaleza se entiende como un ser vivo. 

A principios de este año, se lanzó el libro Azmapu de Elisa Loncon, Doctora en Lingüística y activista por los pueblos indígenas. Se trata de un texto que se compone de apuntes desarrollados hace más de 30 años. La “filosofía mapuche” no tenía sustento académico, así que fue ella quien lo desarrolló por primera vez en esta publicación. Su éxito ha sido tal, que ha reflexionado sobre realizar un capítulo dos con todas aquellas ideas que no pudo abordar en profundidad. Endémico web habló con ella sobre este libro, su trabajo y lo que significa el pensamiento mapuche.

Elisa Loncon, doctora en Humanidades y Lingüística Centro de Estudios Interculturales e Indígenas, docente de inglés y política, activista de los pueblos originarios, ahora es escritora de Azmapu. ©Editorial Planeta

Cuando la editorial te propuso escribir este libro ¿cuál era el enfoque? y en ¿qué se diferencia de otras publicaciones que has realizado?

La editorial Planeta quería un texto que pudiera llegar a todas las personas, sin que fuera un texto académico complejo. Entonces ahí fue cuando yo le propuse escribir con la colaboración de otra persona que pudiera ir articulando los textos académicos con los relatos vivenciales-orales. Finalmente así se pudo realizar. 

Yo creo que la diferencia, es que me permití una escritura simple, en términos de que la gente pudiera verse convocada a vivenciar pasajes de la propia vida de cada quién con la naturaleza, porque yo creo que todos tenemos experiencias con la naturaleza y eso es lo que importa recoger.

En el libro nos das la posibilidad de conocer tu relación con la lengua mapuzungun en tu niñez, ¿Cómo ves el contraste entre esta época y la de las nuevas generaciones? 

A todas las nuevas generaciones les hace falta esa conexión y vínculo con la naturaleza, es por eso que la vivencia personal es tan importante. En el caso de los mapuche, lo vivimos en colectivo, lo practicamos en las ceremonias y conversamos sobre esto. Lamentablemente, en la medida de que el mapuzungun se pierde, también se pierden estos conocimientos. Por ejemplo, en el libro cuento de cómo mi madre me enseñaba los cantos de los pájaros caminando por los humedales. Esta conectividad con el territorio, ya no se presencia en la actualidad.

¿Y tú crees que esto podría ser también por un tema de edificación? Quizá porque no estamos en las ciudades, no estamos tan cerca de la naturaleza, por ejemplo.

Aunque estemos en la ciudad,  sobre el cemento, nosotros somos seres interdependientes de la naturaleza. Cuando nos llegó la pandemia, por ejemplo, esto generó una cantidad de situaciones. Necesitábamos ese contacto hacia afuera; necesitábamos los minerales, el agua sana, las verduras. La ausencia del contacto nos hacía enfermar.

Aunque estemos en la ciudad, necesitamos cultivar esa consciencia que somos seres interdependientes con la naturaleza y está en el cuerpo de nosotros. Hay una cuestión súper importante y es que el 75% de nuestro cuerpo es agua y al entender eso, ahí  podemos entender la necesidad de tener agua sana y sus minerales, sino nos enfermamos. Entonces, nos falta un cambio de chip para entender que donde sea que estemos, necesitamos el sol, la vitamina D. Nos hace falta el vínculo.

Cuéntanos, con el paso del tiempo ¿cómo ves tu relación con la naturaleza? 

Muchas veces uno parece estar distante, porque yo estoy viviendo la ciudad con su estrés. Pero, como también lo explico en Azmapu, hay un modo de crianza que nosotros recibimos, donde sin habernos dado cuenta se nos fue entregando insumos de que éramos personas que estábamos en permanente conexión con la naturaleza y el cosmos. 

Entonces, una persona que es educada desde el sistema de conocimiento mapuche como en mi caso y muchos otros de nosotros, somos conscientes de estas necesidades. O sea, a mí me encanta el amanecer, el alba, recibir esa energía, salir a los cerros y yo lo trato de practicar y al mismo tiempo practicar esa conexión espiritual con el cosmos a través de los sueños. Eso siempre lo tenemos porque fuimos educados de esa manera y claro, uno necesita llegar al campo, llegar a sentir la tierra, sentir el viento, la lluvia y tenemos plena conciencia de eso y cuando tenemos la posibilidad, la disfrutamos y nos reconectamos.

Elisa Loncon hace una reflexión sobre cómo la naturaleza influye desde temprana edad al pueblo mapuche. ©Maykol Marchant

Comentas en tu libro que solo un 10% de mapuche habla mapuzungun ¿cómo se podría intentar masificar el porcentaje de hablantes?

Sería bonito tener programas públicos en la televisión. Imagínate tener un programa de conversación en la tele solo en lengua indígena, donde la gente conversara, donde se pudiera cantar, donde se pudiera contar relatos. Eso generaría un interés. 

Lo viví siendo presidenta de la convención, yo hablaba en mapuzungun, la gente escuchó, los niños se incentivaron, querían saber qué era esa lengua. No todos, pero de a poco se va generando conciencia. 

Hay que tomar esta gran necesidad de aprender, porque el idioma no le hace daño a nadie, al contrario, los idiomas indígenas nos van a permitir recuperar estos valores que son de la condición humana y su vínculo con la tierra. De hecho, los chilenos ya saben muchas palabras y sonidos mapuzungun, que si se interiorizan más, les será más fácil aprender.

«El küme mogen también implica tener una sana convivencia, sin mentiras, sin violencias, ni discriminación ni racismo (…). Hacer el bien nos conduce a la armonía» ¿Cómo crees que los chilenos vamos en este camino tomando en cuenta el proceso constitucional y el medio ambiente? 

Yo creo que los chilenos avanzamos, pese a todo lo que ocurrió después, hubo un avance en la discusión, se transformó en un tema de agenda política el vínculo con la naturaleza y sus derechos. Entonces, tenemos que valorar que como chilenos dimos un paso importante para recuperar esta relación indisoluble que tenemos los seres humanos con el entorno biodiverso.

Por otro lado, hay que reivindicar lo que escribimos y lo que decidimos dentro de este concepto también de plurinacionalidad. Tal vez necesitamos limpiar el discurso, de las mentiras, odio, bullying y la desinformación, porque nunca sostuvimos que con la plurinacionalidad íbamos  a dividir el país o que estábamos planteando una postura anti chilena. Al contrario, aquí estábamos convocando a reconocer a todos los pueblos originarios junto con los derechos sociales, humanos, de la naturaleza, de paridad, etc.

Entonces, el proceso constitucional fue y es un avance realmente importante de lo que necesitamos para poder proyectar una sociedad con menos odio, dialogante, que madure con su historia, porque la verdad es que no tenemos una historia dialogante, ni con los pueblos, ni con la naturaleza.

Elisa comenzó el libro Azmapu con la motivación de que la historia mapuche fuese contada desde su perspectiva como parte de la comunidad. ©Constanza López

Estamos en una crisis climática y tú haces énfasis entre la relación de la lengua mapuzungun y la naturaleza, ¿el mapuzungun, entonces, nos podría ayudar a comprender la naturaleza? 

Soy una convencida de que el mapuzungun es una lengua rica y plena de conceptos vinculados con la madre tierra. Los relatos orales que nosotros lo reconocemos como epew, hablan exclusivamente del vínculo del ser humano con la naturaleza, lo mismo con los cantos, las ceremonias, está todo nombrado en nuestra lengua. Entonces, es una riqueza para la sociedad chilena.

Yo enseño el mapuzungun y estoy convencida de que es una lengua que no solo debemos saberla los mapuche. Es nuestra lengua, tenemos que querer recuperarla, desarrollarla, pero al mismo tiempo, como todo el idioma, también comparte sabiduría y bueno, hay una posibilidad ahí de hermanarnos entre y con distintas lenguas.

La filosofía mapuche es una reflexión de cómo la comunidad ha pensado, sentido y actuado, en base a eso, ¿cuál ha sido la recepción de su comunidad al leer el libro o saber de su existencia previa?

La comunidad se ve reflejada en términos de que este libro también es para que las y los niños, y las mujeres, leyendo esa historia tan personal se reconozcan. Probablemente ellos también vivieron historias similares. Son relatos que convocan a lo colectivo. Entonces, eso me lo han destacado como algo valioso que se está escribiendo para despertar  tantas otras historias que están en las otras personas, generaciones y comunidades. 

Uno de los temas que has abordado en tu libro, ha sido las mujeres, ¿crees que la filosofía mapuche en torno a la feminidad conectada con la naturaleza está siendo consciente hoy en día?

Se mantiene esta necesidad de recuperar el vínculo, porque nosotras como mujeres mapuche, a veces no estamos conscientes de que tenemos el vínculo con la naturaleza.

Yo cuando niña ni siquiera me preguntaba, simplemente vivía mi relación con mi madre y con las otras mujeres y para mí eso era la vida, pero estando ya relacionada con el mundo académico, de grandes ciudades, de otras culturas, me permitió poner en valor que lo que nosotros tenemos es necesario.

Creo que aún falta bastante diálogo entre los distintos movimientos feministas y con las mujeres para comprender esta fuerza que tenemos cuando reconocemos que nuestra articulación no es solo con otras mujeres, sino  también con la naturaleza. Hace falta hacer más solidaridad para defender las aguas, los ríos, las montañas y toda la biodiversidad con la que cohabitamos.

Con un texto de 120 páginas, Elisa Loncon demuestra cómo ha sido la filosofía mapuche. ©Libro Verde

Imagen de portada: ©Editorial Planeta