Al conversar un rato con Fernán, es evidente su malestar hacia las jerarquías en la academia, dado que busca siempre establecer relaciones horizontales con quienes trabaja en el laboratorio que coordina. Este multifacético científico actualmente trabaja en su laboratorio en la Universidad Católica de Chile, investigando la organización multicelular en comunidades bacterianas y el desarrollo de tecnologías libres y de bajo costo para educación, investigación e ingeniería. Conversando con Endémico, nos contó la motivación detrás de sus trabajos y postura política en ciencias.
Tienes colaboraciones con artistas con quienes han hecho una gran cantidad de imágenes, algunas parecen vistas aéreas de la tierra y otros simplemente patrones geométricos coloridos, pero ¿cuál es el origen de esas imágenes?
Las imágenes se dieron en torno a mi estancia doctoral en Reino Unido. Al llegar por primera vez al laboratorio, me dejaron a cargo de las salas de microscopía. No hablaba nada de inglés y era un poco tímido, por lo que prefería estudiar de día e ir al laboratorio por la noche, cuando ya no había mucha gente. Me quedaba hasta tarde sacando fotos de todo lo que encontraba ahí: muestras antiguas, portaobjetos desechados por otros usuarios de la sala, cristales, plantas, tinciones fluorescentes, comida, remedios, entre tantos otros objetos.
Ahí nacieron la mayoría de esas imágenes, que luego fueron evolucionando. He tenido la suerte de trabajar en equipos interdisciplinarios con músicos, diseñadores, arquitectos, fotógrafos y escritores, no solo en torno a las imágenes, sino también en torno a preguntas sobre los límites de la ingeniería biológica, el significado más amplio de sus aplicaciones; la biofabricación, el poder de “computación” de los organismos y la asimetría de poderes en el uso de la tecnología.
¿Cuál es el método y la motivación para la creación de estas imágenes?
El método ha ido cambiando según los aparatos que he tenido a mano y técnicas que he ido aprendiendo. Lo que más he usado es microscopía de fluorescencia porque permite “ver” diferentes estructuras con diferentes colores de luz (iluminación monocromática). Se usa luz de diferentes colores para excitar diferentes fluorescencias, por ejemplo con luz azul se “prende” la fluorescencia verde de algunas tinciones, resaltador de texto o proteína fluorescente verde (GFP). Esta luz monocromática puede provenir de un láser, de luz blanca intensa filtrada (e.g. lámpara de tungsteno) o bien desde LEDs de colores. Luego se usan filtros para seleccionar la luz que llega al sensor de las cámaras (o fotomultiplicadores), permitiendo generar imágenes correspondientes a patrones de emisión de esa fluorescencia. Por ejemplo, se pueden usar diferentes tinciones para diferentes partes de una célula y obtener imágenes por separado con filtros de excitación y emisión correspondientes. Luego, estas imágenes pueden ser combinadas como una sola imagen de colores a partir de capas de distintos canales, tal como se hace con software de procesamiento de imágenes.
En cuanto a la motivación puedo decir que fue la curiosidad sumada al fácil acceso a microscopios. Comencé a usarlos de manera libre, como cámaras fotográficas más que instrumental científico. Las primeras imágenes buscaban destacar las formas emergentes en la materia, con foco en material inorgánico para resaltar patrones espontáneos que resultaban en estructuras sin un propósito biológico o evolutivo, sin una necesidad. Intentaba un registro que revelara procesos de organización a partir de reglas simples, interacciones locales y planes descentralizados. Otras imágenes buscaban contrastar organizaciones emergentes con aquellas comandadas por humanos y cómo respondemos al orden que es producto de la auto-organización.
Tengo entendido que en tu laboratorio trabajan realizando ciencia abierta y código abierto, ¿en qué consisten estos modelos?
Diría que aún estamos aprendiendo sobre ciencia abierta. Esta consiste en adoptar prácticas que aseguren el libre acceso al conocimiento científico y el instrumental utilizado para su generación. Este movimiento va más allá del libre acceso a las publicaciones financiadas con fondos públicos; también se refiere al conocimiento como un bien común y busca recuperar el rol protagónico de la sociedad en la generación y uso de ese conocimiento.
La declaración de Ciencia Abierta de Panamá, también establece que este movimiento “busca reivindicar el derecho legítimo de los ciudadanos a producir y beneficiarse de la ciencia, la tecnología y la innovación”. Las tecnologías libres, por otro lado, son aquellas tecnologías distribuidas bajo licencias abiertas que resguardan la libertad de uso, estudio, adaptación, modificación, reproducción, redistribución y comercialización por terceros. Este enfoque, muy conocido en el mundo del software (open software), está creciendo en el mundo del hardware (open hardware) y la biología (open pharma, openplant, openMTA, bioleft, entre otros). Esta visión está dando lugar a plataformas abiertas, distribuidas, inclusivas y cooperativas de desarrollo tecnológico, donde las ideas y diseños evolucionan bajo una dinámica de contribuciones colectivas, sin restricciones.
¿Qué valor observas en las tecnologías abiertas y en la educación sobre su uso?
Muchísimo valor. Considero que las tecnologías libres serán claves para generar estrategias de desarrollo más equitativo y nuevas vías de transferencia tecnológica que se apliquen mejor a proyectos que no encajan con la narrativa de la propiedad intelectual tradicional.
En el marco de las políticas de propiedad intelectual dentro de las universidades, las licencias abiertas/libre (GPL, CERN OHL, openMTA, bioleft, etc.) deberían ser incluidas como un medio más de transferencia tecnológica a la par de las patentes. Muchas universidades están empezando a valorar este enfoque que ya ha dado lugar a nuevas industrias y una ola de empresas que comercializan productos libres de patentes (e.g. Sparkfun, Adafruit, Opentrons, etc). A través de TECNOx -proyecto entre estudiantes latinoamericanos que buscan resolver problemas de su entorno haciendo uso de tecnologías libres- y otras iniciativas locales se busca generar un debate sobre tecnologías libres, soberanía tecnológica y las asimetrías generadas por la propiedad intelectual.
Con respecto a la educación sobre su uso, creo que también merecen un lugar en el discurso de “innovación” que se está dando a nivel país en Chile. La idea de que existen inventores solitarios que conciben ideas de manera aislada no representa la naturaleza colectiva de la generación de conocimiento y desarrollo tecnológico que vemos hoy en día. Las tecnologías libres y los modelos de desarrollo colaborativos en cambio si reconocen la importancia del contexto en los procesos de generación de ideas; a través de plataformas que permiten identificar el flujo de contribuciones (e.g. github/gitLab).
Siendo biólogo, ¿qué valor ves en la interdisciplina? ¿La aplicas en tu trabajo?
La interdisciplina es esencial para que un grupo de trabajo pueda aprender y desarrollarse de manera integral, a partir del intercambio de conocimiento entre los integrantes de este, especialmente cuando sus miembros cuentan con visiones diversas (no solo académicas).
Para mí, lo más positivo de la interdisciplina es que reivindica la importancia del trabajo colectivo y las colaboraciones. Ojalá esto sirva para desarrollar relaciones más adecuadas para el trabajo en equipo y se revisen las estructuras de incentivos competitivos que muchas veces desgastan estas dinámicas (e.g. “propiedad” intelectual; indicadores de promoción académica).
Hoy en día vivimos una crisis en diversas dimensiones, social, ecológica, entre otras, ¿crees sea posible superarlas? ¿Es la ciencia una posible respuesta?
Creo que la ciencia y la tecnología son parte de la respuesta, pero definitivamente no son la más importante. Las relaciones humanas, entre nosotros, y con nuestro entorno, son el gran origen de la actual crisis. En este sentido, la ciencia y la tecnología son siempre políticas, esto quiere decir que son herramientas de poder y su uso no es neutral, puede ser el control de una sociedad, o una vía de emancipación. Así como la ciencia puede justificar (y ha justificado) la explotación de la naturaleza, también puede ser una vía de emancipación, una forma de acercarnos a una sociedad realmente democrática, donde el conocimiento sea de libre acceso y las relaciones humanas estén basadas en el apoyo mutuo y la reciprocidad.
*Foto de portada Infección de trigo por cornezuelo (Claviceps purpurea), el hongo cuyas micotoxinas generan la enfermedad «erogotismo» o «fiebre de San Antonio», y fueron relevantes en la historia del LSD (CC)Fernán Federici