«Arte del origen» : hacia una ecología humana

“La propuesta «Arte del Origen» de Ender Rodríguez resignifica pedagógicamente el uso de los pigmentos naturales, vegetales y minerales, como posibilidad tanto estética como de transformación socio-ecológica. Es, quizás, una vuelta al abrazo de la tierra”. (Katherine Chacón. Curadora, investigadora y Crítica de Arte).
Preparando pancartas con indígenas del amazonas para protestar ante el Congreso Nacional de Venezuela por los derechos aborígenes y por una ley hecha por las propias comunidades, año 1993.

“Arte del Origen”: A manera de antecedentes 

Cuando niño jugaba, fundamentalmente, entre matorrales y árboles cerca de una quebrada en San Cristóbal, en la cordillera andina —fronteriza con Colombia—. Hablo de los años setenta, cuando en nuestro país, Venezuela, el internet, los juegos computarizados o los celulares eran algo irreal. Estudié en la Universidad Experimental del Táchira UNET y allí, me integré rápidamente a los centros ecológicos y culturales, y creamos en 1990 el Grupo Indigenista UNET. En 1992 abandoné la ingeniería agronómica y a mi familia, y me integré a una ONG a favor de las culturas indígenas en la Amazonía Venezolana durante 4 años. 

En diferentes momentos participé en rituales de la etnia piaroa donde un chamán hacía experiencias de curación física y del alma según sus simbolismos culturales y espiritualidad. También me pintaron con cortezas de árbol de caraña y así hubo muchas experiencias como por ejemplo notar la manera en que la etnia eñepá (panare) se pintaba con tinturas de semillas de onoto o achiote –preparado muy artesanalmente-. Allí empecé a crear mentalmente esta idea de una especie de “Arte del Origen” como quien desea viajar hacia todos los orígenes del inicio para reinventarse incluso. 

«Pintar con tierras y elementos naturales, vistos como algo marginal y periférico, de alguna manera rompe con las academias de arte que enseñan a pintar solo con productos industriales y desde una visión hermética y urbana muy alejada de las realidades socioambientales en que vivimos actualmente».

Una vez colaboré en la hechura de una casa de los piaroa, donde había que batir barro desde un gran foso donde directamente con los pies amasábamos ese material natural arcilloso para montar luego estructuras de paredes de bahareque. Sentirse “ser uno con la tierra barrosa” en el Orinoco marcó mi vida, junto a todas las maravillosas nuevas experiencias que vivía siendo un joven de veinte años venido a la jungla desde la montañosa urbe andina. Obviamente también vivíamos amenazas de poderes y grupos irregulares y minería ilegal, madereras, etc.. Con la comunidad piaroa de Ahuad´aje del Norte del Amazonas, se logró con dificultad, expulsar a una empresa maderera que había invadido su territorio. No fue la primera vez que estuvimos en la mira del poder minero y otros intereses. 

En el año 1993, en la ONG que trabajábamos de voluntariado, conocí a la gran artista mexicana Laura Anderson Barbata, quien enseñó a grupos de jóvenes de la etnia yanomami a realizar papel artesanal de fibras naturales para dibujar –o contar– sus relatos cosmogónicos a partir de tinturas de cortezas silvestres. Todas estas experiencias me fueron dando ideas para algo más que lo artístico. Sin embargo, pintar con flores y hojas verdes no lo observé o descubrí directamente del mundo aborigen; fue en un taller con niños de un páramo andino tachirense en el año 1997 donde por “accidente” una pequeña niña campesina presionó con el codo una flor sobre una hoja blanca y ésta pintó asombrosamente. Después de muchas vivencias se fue estructurando esta idea de pintar con la naturaleza pero sobre todo sembrar, cosechar y reconectarse, renacer o hacer catarsis.

Uno podría decir, tal como el gran fotógrafo Roberto Colantoni ante la hermosura de las pinturas rupestres: “recorro los trazos rojizos de la roca, penetrando otro tiempo y espacio […] todas las rocas han desaparecido, menos Waipu […] yo, hombre moderno, he sido iniciado”.  Pintar con tierras y elementos naturales (ya sea vegetales y minerales), vistos como algo marginal y periférico, de alguna manera rompe con las academias de arte que enseñan a pintar solo con productos industriales y desde una visión hermética y urbana alejada de las realidades socioambientales en que vivimos actualmente.

Proyecto de Arte Colaborativo con comunidades a través de Obra de Arte Conceptual hecha con tierras de dos ciudades “fronterizas” y del puente entre Colombia y Venezuela. 2021 (Por hacerse). ©Ender Rodríguez

Química natural vegetal y mineral

El proyecto Arte del origen en parte ha sido trabajar con los pigmentos vegetales (del latín vegetāre: «vivificar, estar vivo») que brinda la naturaleza de las plantas, es decir, flores y todo lo que dicho reino vegetal permita utilizar respetosamente: hojas, frutos, savia, fluidos y resinas, semillas, raíces,  cortezas, tallos o tubérculos, por ejemplo (sea a nivel terrestre o marino). Científicamente hablamos de pigmentaciones biológicas (biocromos) de flores y vegetales como: las porfirinas (entre ellas las clorofilas “A”, “B”, “C” y “D”), los carotenoides, las antonianinas-flavonoides y las betalainas. Del mundo mineral también me apropio y puedo decir que existen inimaginables y exponenciales posibilidades de uso y reutilización para ampliar la paleta cromática –natural– del pintor (tanto orgánica como inorgánica). 

Moler piedras o materiales propios de la química natural encontrada, formada milenariamente, puede funcionar especialmente; pero hay que evitar absolutamente la destrucción o el abuso en la toma del material. Ante ello, Arte del Origen se plantea como premisa en lo posible, sembrar jardines y salvar bosques para tener pintura para el futuro y para vivir mejor. No pienso incluir en mis talleres, prácticas y experimentaciones técnicas los pigmentos o fluidos animales, aun cuando en el mundo indígena fue usada tal metodología para llamativas obras de pintura rupestre muy diversa. Es proyecto tampoco plantea, exactamente, volver al origen del uso y maneras de trabajar pigmentos como lo hacían los aborígenes per se; se trata de redescubrir, lograr apropiaciones y nueva experimentación desbordada a otros niveles (incluso extra-pedagógicos) y en todo caso holísticos. 

“Arte del Origen” actualmente no posee presupuestos, ni ayudas o patrocinios de ninguna ONG de apoyo. Entre las nuevas ideas esperando ojalá apoyos solidarios para ejecutar, se plantea realizar talleres de arte del origen, arte ecológico y del reciclaje, catártico, conservación/reforestación alrededor de manantiales y cuerpos de agua dirigido a niños y comunidad que habita cercano a manantiales y pozos de agua limpia que, puedan estar afectados próximamente por contaminación, urbe desenfrenada, roza y quema, turismo mal orientado, etc. 

©Cris Cl
©Engin Akyurt

Consideraciones críticas finales

Con el proyecto, he reflexionado sobre la necesidad de incluir en las experimentaciones creativas, estéticas, socio-alternativas y holísticas canales pedagógicos flexibles y de expansión. Debemos replantear  el uso de lo térreo, los cromatismos naturales, vegetales y minerales, y de otros productos vistos como marginales y fuera de la técnica pictórica industrial más común en las prácticas de creación de la obra de arte. Lo anterior, podría abrir otros senderos de reconexión del ser humano con la naturaleza, no solo entre artistas visuales sino también entre comunidades y personas no inmersas en el campo del arte. 

Esta otra manera de crear técnicas y “diversas metodologías” desde la naturaleza podría ser además personalizada desde cada quien usando una planta, un mineral, un alga o el material que te recuerda lo placentero de tu infancia, un sueño o, al contrario, ese material para superar un trauma, etc. En estas ideas podríamos incluir al gran Armando Reverón y sus experimentos con ladrillos molidos, tinturas orgánicas y otras combinaciones buscando espiritualizar su cuerpo con la naturaleza y el mar, que es el lugar predilecto del inicio de la vida.  Reverón se convertía en su propio chamán exorcizador de sus demonios. Joseph Beuys nos hablaba de la ampliación del concepto del arte; yo diría también el senti-pensamiento y la experienciación energética transformadora.

La idea es hacer talleres y experienciación desde la “co-creación”, el arte colaborativo, el activismo socio-ecológico, la visión amplia de “creactividad” comunitaria y no esteticista, no sometida a las visiones ortodoxas o académicas del sistema convencional del arte.  Está en juego la destrucción del planeta, el asesinato de líderes ambientalistas, mujeres y hombres tanto como grupos comprometidos que se enfrentan al extractivismo global y regional. La premisa es: sembrar y salvar bosques y manantiales para tener una casa futura, pintura, alimentos y un nido resistente para ser libres de modo “sociocreactivo”.

Pintando con flores directamente ante comunidad campesina en época de pandemia gracias a la ONG CISP-Venezuela.2021. ©Ender Rodríguez

Imagen de portada: “Barco hacia la nada”, Técnica: Tierra sobre bastidor-lienzo. 2023. ©Ender Rodríguez