La realizadora portuguesa Cláudia Varejão nos concede un prolijo retrato de un grupo de pescadoras artesanales gracias a su premiado documental AMA-SAN.
Este filme sigue la vida de tres mujeres que se dedican a un estilo de pesca submarina que se ejecuta en Japón hace más de dos mil años. Este estilo particular de captura, posiblemente uno de los primeros de la humanidad, es similar a la caza pero se realiza en el fondo del mar mediante una inmersión sin respirar, o sea sin escafandra autónoma o tanque de oxigeno. Estos pescadores, que en este caso es un grupo de féminas de distintas edades, son los denominados AMA-SAN y a través de este documental pausado e íntegro podemos conocer sus estilos de vida, equipos, rituales y experiencias.
Desde el comienzo se plantea un estilo claro de narrativa y cinematografía que nos advierte que en esta película el espectador es como una mosca en la pared, o sea observamos con familiaridad a los sujetos desde una posición privilegiada y cercana. Movimientos de cámara muy leves nos permiten conocer a estas mujeres en la intimidad de su hogar, sus hijos, nietos y cercanos, abriéndonos así las puertas a un mundo al que difícilmente tendríamos acceso, sobre todo en este lado del planeta.
Poco a poco se van develando detalles sobre cada personaje hasta que son situadas juntas dentro de un modesto bote dirigido por el único hombre que se ve en todo el relato, el capitán. Aquí somos testigos por primera vez de su oficio, el buceo libre que busca extraer la máxima cantidad de caracoles de mar y abulón. Estos haliótidos o “orejas de mar” son moluscos muy apreciados por su carne principalmente en China, Japón y Corea, aunque ahora también se han puesto de moda en Estados Unidos y México por lo que se enfrentan hoy a serios problemas de conservación.
Las esforzadas mujeres se preparan rudimentariamente para otro día de zambullidas y sorprende contemplar la sencillez de los elementos que utilizan para proteger, por ejemplo, sus oídos de la presión del fondo marino. Un simple paño es finalmente lo único que las cuida de los temibles efectos que infligen las contracciones que sufre la cabeza en las profundidades del agua, y completan su preparación limpiando sus máscaras con ramos de hojas de una pequeña planta.
Cada vez que vuelven de su día laboral las pescadoras se juntan frente a un fuego y descansan sus oídos cubriéndolos nuevamente con toallas. Estas secuencias exteriorizan la profunda amistad que tienen estas compañeras de trabajo y por sobre todo, la singularidad de sus relaciones en torno a tan exclusivo oficio. En más de una ocasión podemos verlas compartiendo algún consejo para amarrarse mejor aquel trapo protector o para encontrar lugares de copiosidad. Las más experimentadas rememoran también sobre los tiempos pasados aportando datos para las más jóvenes sobre las pescas en otras épocas, en otros lugares y exponiendo además cómo ha cambiado el hábitat que explotan. Por ejemplo, mencionan que en la antigüedad había gran abundancia de caracoles, pero que debido a su actual escasez debieron diversificarse y comenzar a recolectar también la “carne de pez”.
Desde un punto de vista un poco más técnico, AMA-SAN se estructura a través de una cámara contemplativa de tiempos lentos y planos largos que dejan ver acciones completas permitiendo así una intimidad notable. Esto acompañado de un diseño sonoro permite vivir la historia como en primera persona, ya que el registro de ambientes, sobre todo en las secuencias de pesca submarina, nos invita a zambullirnos en una atmósfera inusual pero a la vez relajante y placentera. La belleza de las tomas acuáticas también nos brindan la posibilidad de vivenciar la experiencia de esta pesca artesanal a través de un prisma singular y la ausencia de música incidental permite al espectador concentrar toda su atención en los ecos de las profundidades.
Además, a diferencia de tantos otros filmes documentales, esta obra no es relatada por un narrador omnisciente, y aunque los diálogos están presentes en contadas ocasiones, las acciones y detalles de cada lugar son suficientes para contarnos la complejidad de este trabajo y lo excepcional de quienes lo emprenden. Consecuentemente, las melodías que se logran escuchar se hacen presente sólo a través de fuentes visibles que las emiten, como por ejemplo un televisor o alguien que canta un karaoke frente a un pequeño público. Así, elemento tras elemento, se estructura una película que logra íntegramente retratar la belleza de la vida diaria de estas pescadoras, de lo complejo y valiente de sus trabajos, y de este mundo acuático dominado por mujeres de una simpleza y magnificencia admirables.
AMA-SAN consuma una armoniosa relación entre ser humano y entorno a través de un ritmo pausado y prudente donde se respetan tanto los límites personales como los naturales e invita a admirar lo que nos rodea siendo cuidadosos y sin intimidar al resto de las especies. Es un excelente ejemplo de observación consciente, conservación deferente y finalmente de la apreciación de lo simple y maravilloso que nos entrega el planeta.
El filme está disponible online en el sitio Vimeo OnDemand.