Acuerdo Transpacífico (TPP-11): la narrativa del progreso a costa del deterioro ambiental

Desde la mirada oficial, La Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (SUBREI) define al TPP-11 como un "Tratado de integración económica plurilateral en la región de Asia-Pacífico", que tiene como objetivos "promover la integración económica, establecer marcos legales predecibles para el comercio, facilitar el comercio regional y promover el crecimiento sostenible". Es el tercer tratado de libre comercio más grande del mundo, por lo que su publicidad es fuerte. Desde una mirada oficial, el TPP-11 pareciera ofrecer un abanico de oportunidades a quienes se adscriben. Que Chile sea parte promete abrir una puerta concreta a la integración del cordón estratégico “Asia-Pacífico”, esa es una de las fuertes defensas que tiene el TPP-11 o CPTPP (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico por sus siglas en inglés).

Asimismo, el TPP-11 promete rebajas arancelarias para estos 11 países del Asia-Pacífico y sin duda se ha establecido como una oportunidad para garantizar el ingreso de productos chilenos a mercados internacionales (teniendo preferencia en sus aranceles y mejorando nuestras exportaciones), manteniendo a Chile con una relevancia estratégica y política. Se entiende entonces, que esto haya tenido una difusión amplia y sólida dentro de los medios que comulgan con dicho Tratado.  

Durante años se alzaron fuertemente las voces críticas que hablaban sobre la pérdida de soberanía que trae consigo el Tratado. ©Aquacl

Todo lo anterior suena bien. El papel aguanta mucho. Y es aquí donde me gustaría hacer un doble click y detenerme en los hechos que, pese al discurso social casi unánime, las múltiples movilizaciones populares que decían “No al TPP-11”, las evidencias científicas que demuestran que al aprobar el TPP-11 habrían problemáticas difíciles de abordar y aproximadamente los 5 años de una larga tramitación, éste Tratado terminó de igual forma entrando en vigencia definitiva para Chile en febrero del 2023. 

Entonces, ¿Cómo se gestó el Acuerdo que ha dividido desde un principio a la ciudadanía de la clase política y económica? El origen de este Acuerdo tiene potencialmente dos raíces. Era el año 2005 y se firmaba el P-4, un Acuerdo de Asociación Económica (AAE), entre Chile, Singapur, Nueva Zelanda y Brunei Darussalam. Este Acuerdo tenía el objetivo de generar un polo de integración en el Asia-Pacífico. Pasó aproximadamente una década de esto y Estados Unidos comenzó a mostrar interés en asociarse con algunos países, motivación que nace en reacción a que China había estado influenciando fuertemente áreas comerciales importantes en el mundo. Por lo que Estados Unidos decide juntar a países del Pacífico para crear este tratado de libre comercio, sin embargo, más adelante, se retracta de participar, quedando sólo 11 países dentro de lo que sería un “Acuerdo Transpacífico”. 

En el año 2016 se firma el TPP en Nueva Zelanda y en el año 2017 se da inicio de las renegociaciones del Tratado entre los países restantes. Los 11 países que actualmente forman el TPP-11 son Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Chile, Malasia, México, Japón, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam. Sin embargo, durante los pasados días, se supo que  Reino Unido entraría también en el TPP-11, convirtiéndose en el primer socio nuevo del bloque Asia-Pacífico desde su creación. Por lo que pronto será TPP-12. 

¿Cómo quedó Chile  dentro del Acuerdo? Nuestro país firmó el CPTPP el 8 de marzo del año 2018, en la última semana del segundo gobierno de la presidenta Michelle Bachelet. En octubre de ese mismo año, ingresó a la Cámara de Diputados para su tramitación. 7 meses después pasó al Senado. Por lo que pasaron 4 años hasta que, en octubre del año 2022 el Senado aprobara con amplia mayoría el TPP-11, entrando en vigencia en febrero del año 2023 y convirtiendo a Chile en miembro pleno. 

El TTP-11 es una muy bien pensada estrategia que protege a las multinacionales y corporaciones bajo la narrativa del progreso económico nacional. ©Mike Marrah

Las críticas

Es sabido que existe una conocida disonancia entre el poder político y la ciudadanía frente al TPP-11. Esto no es una novedad, ya que durante años se alzaron fuertemente las voces críticas que hablaban sobre la pérdida de soberanía que trae consigo dicho Tratado, la inexistencia de igualdad de género, la despreocupación sobre temas ambientales, la preocupación con temas de semillas y transgénicos y una larga lista de áreas en las que el TPP-11 no parece ser lo que quieren hacer parecer. Se trata de una muy bien pensada estrategia que protege a las multinacionales y corporaciones bajo la narrativa del progreso económico nacional. Estas se ven protegidas ante el discurso mediático simplista que venimos escuchando hace años, en el que se posiciona al TPP-11 principalmente como un “Tratado de libre comercio”, que beneficiaría al país en su conjunto.

¿Qué tiene realmente de libre comercio? ¿Nos favorece sustancialmente en términos macroeconómicos? Cabe preguntarse entonces, que como Chile hasta este momento tiene pocas fuentes exportadoras, ¿tendrá las libertades para diversificar su matriz de exportación? Lamentablemente el Tratado guarda limitaciones e inmoviliza muchas transacciones. Por ejemplo, en el sector público y las políticas públicas locales y de cada país. Y aquí cobran importancia los Tribunales internacionales, quienes serán justamente, los que reemplazarán a los Tribunales chilenos y serán ellos los que estén a cargo de cualquier desavenencia o conflicto provocado por el TPP-11. En otras palabras, es como si el TPP-11 estuviera por encima de ciertas decisiones del sector público y por encima de las políticas públicas de los países del bloque. No deja de llamar la atención que el TPP-11 se haya creado de tal forma que tuviera asegurado un plantel de tribunales que se encargaran de defenderlo.

Según el informe “Evaluación arancelaria y comercial del CPTPP: un análisis basado en la evidencia” lanzado en febrero del 2023 explica que, por una parte, la oferta exportable potencial de Chile en la actualidad es de 444 productos de un total de 1228. Y, por otra parte, la oferta exportable efectiva es de 108 productos (9% del total). Esto es interesante porque las ganancias comerciales son bastante limitadas pese a todo el esfuerzo por blindar a las multinacionales. 

“Ratificar el TPP-11 fue una jugada netamente política que va en desmedro no sólo de nuestra libertad y soberanía de exportación y diversificación, sino que también va en desmedro del medioambiente”.

Ratificar el TPP-11 fue una jugada netamente política que va en desmedro no sólo de nuestra libertad y soberanía de exportación y diversificación, sino que también va en desmedro del medioambiente. Es alarmante que los derechos fundamentales de los campesinos se vean trastocados, ya que impone (como muchas otras imposiciones del TPP-11), que se cumpla la Ley UPOV o ley Monsanto, que dicho sea de paso, busca implícitamente la privatización, el monopolio y el control de cultivos y semillas pese a toda la contundente evidencia científica al respecto. La relación entre el TPP-11 y las semillas no es favorable, ya que de esto se desprenden varias consecuencias negativas. Por una parte, se permite la privatización de las semillas y además se obliga a los campesinos y pequeños productores a comprar semillas al menos cada dos años, (a proveedores aprobados por el TPP-11), aumentando la frecuencia de compra en semillas de hortalizas y flores, las que se deberán comprar todos los años. Por otra parte, este agronegocio va de la mano con un aumento de transgénicos y monocultivos, desmineralizando los suelos, favoreciendo la sequía y desertificación, y dejando literalmente un terreno fértil para el uso intensivo de plaguicidas químicos. 

Lo que también es preocupante es que la restitución de semillas orgánicas por semillas transgénicas. ©Joshua Lanzarini

Lo que también es preocupante es que la restitución de semillas orgánicas por semillas transgénicas y monocultivos es el aumento del uso intensivo de fertilizantes químicos, plaguicidas y pesticidas, ya que los transgénicos tienen una mayor resistencia a éstos químicos, lo que podría eventualmente aumentar su filtración hasta contaminar las napas subterráneas. Esto es un círculo poco virtuoso y totalmente opuesto a lo que sucede en suelos sanos con semillas tradicionales y una agroecología. Sin embargo, ¿por qué si según el TPP-11 las partes reconocen la importancia de asegurar que sus respectivas medidas sanitarias y fitosanitarias se basen en principios científicos hay aún 99 plaguicidas en Chile con efectos dañinos para la salud humana, animal y para la biodiversidad? Entre ellos el Glifosato (habiendo más de 800 artículos científicos sobre los efectos dañinos del glifosato),  Procimidona, Tiofanato Metil, Dicloropropeno,  Flumioxazina entre muchos otros plaguicidas clasificados con efecto cancerígeno e importados de los países miembros del TPP-11. Sin dudas, pese a evidencias científicas sigue habiendo trabas para la prohibición de agroquímicos.

En el informe mencionado anteriormente, parece interesante detenerse en que la evolución de las exportaciones de Chile al CPTPP se han mantenido relativamente similares desde el año 2017. Asimismo, dicho informe hace mención detallada de las líneas arancelarias de Chile, encontrándose el sector de las manufacturas un 48%, un 33% en el rubro agropecuario y un 15% en la actividad de la pesca y la acuicultura. Por tanto, es interesante analizar que nuestra diversificación exportadora seguiría dependiendo de estas áreas por las restricciones del TPP-11, lo que es preocupante, ya que nuestros pilares exportadores son básicamente extractivistas. Si por una parte nos enfocamos en ese 15% de pesca y acuicultura, las consecuencias para mantener dicho porcentaje son altas: uso desmedido de antibióticos, contaminación orgánica en las aguas, sobrepesca, escapes, predación de especies endémicas, escenarios que están muy lejos de una pesca y acuicultura sostenibles. En cuanto al 33% agropecuario, en otras palabras estamos diciendo que Chile es un país agro exportador a escala masiva e intensiva, lo que implica un alto impacto ambiental si para mantener dicha línea de productos de exportación se necesita un enorme consumo de agua dulce, considerando que Chile está pasando por la sequía más extensa de su historia, con un déficit de precipitaciones entre un 60% y 80% del promedio histórico, lo que afecta principalmente a los medianos y pequeños agricultores. 

Haber ratificado el TPP-11 nos quita soberanía y nos posiciona políticamente en favor de continuar con el modelo neo-liberal que vela y resguarda los intereses corporativos. ©Greenforce Staffing

Estos son ejemplos de cómo se resguarda una estrategia internacional comercial y política, que poco ha escuchado a las ciudadanías y mucho ha escuchado a las multinacionales. Da para pensar. No es una sorpresa que históricamente nuestro país ha priorizado los intereses políticos y económicos y no las peticiones y demandas socioambientales. Haber ratificado el TPP-11 nos quita soberanía y nos posiciona políticamente en favor de continuar con el modelo neoliberal que vela y resguarda los intereses corporativos y de las multinacionales, y que además, como se mencionó anteriormente, juega con sus propias reglas y se defiende con sus propios tribunales.

Referencias:

Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (SUBREI), sobre la base de Direction of Trade Statistics (DOTS) del Fondo Monetario Internacional (FMI) [en línea] https://www.imf.org/.

Imagen de Portada: © Radio U.Chile