Una nueva oportunidad para las comunidades costeras

La pandemia del virus SARS-CoV2, o más conocido como COVID-19, es uno de los grandes desafíos que la humanidad ha tenido que afrontar. Con más de 23.700.000 casos confirmados en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud, ha puesto en jaque los sistemas de salud, seguridad social, económicos, ambientales y el rol de […]

La pandemia del virus SARS-CoV2, o más conocido como COVID-19, es uno de los grandes desafíos que la humanidad ha tenido que afrontar. Con más de 23.700.000 casos confirmados en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud, ha puesto en jaque los sistemas de salud, seguridad social, económicos, ambientales y el rol de la ciencia en la mayoría de los países. América Latina, una región que en el último tiempo se ha encontrado con dificultades económicas y sociales, lidera hoy el número de casos confirmados con más de 6 millones de personas contagiadas. Las medidas optadas para mitigar el número de contagios y “aplanar la curva” en los distintos países de la región han sido diversas, pero cuando estos tienen como principal actividad económica el manejo de los recursos naturales, es válido cuestionar e indagar sobre los efectos que tales medidas han tenido sobre éstos y los pasos a seguir para un manejo sustentable.

El ecosistema marino – además de cubrir el 70% del planeta y proveer más del 50% del oxígeno que respiramos – es el sustento económico de múltiples comunidades costeras. En el mundo, se estima que aproximadamente 32 millones de personas se involucran de forma directa a la pesca artesanal (Bennett et al., 2020). Esta es una actividad extractiva realizada por personas naturales que si bien presentan diferencias entre los países, se caracterizan por presentar embarcaciones menores, aparejos de pesca sencillos o tradicionales, habitan en zonas costeras, son ciudadanos locales y un importante sustento para su comunidad. La legislación chilena define la pesca artesanal como la actividad pesquera extractiva realizada por personas naturales en forma personal, directa y habitual, que trabajan como pescadores artesanales inscritos en el Registro Pesquero Artesanal, y su actividad se ejerce a través de las siguientes categorías: armador artesanal, pescador artesanal, buzo, recolector de orilla, alguero o buzo apnea. Además, se puede presentar embarcaciones con una eslora máxima no superior a 18 metros y 80 metros cúbicos de capacidad de bodega la que es identificada e inscrita en el Registro Pesquero Artesanal.

El ecosistema marino, además de cubrir el 70% del planeta y proveer más del 50% del oxígeno que respiramos, es el sustento económico de múltiples comunidades costeras. Crédito: Francesco Ungaro vía Pexels.com

Como tantos sectores, éste no se hace ajeno a los impactos de esta pandemia. La pesca artesanal, a nivel mundial, es una actividad vulnerable a la recesión de los mercados globales, ya que la mayoría de sus desembarques son destinados a la exportación. Recursos como la langosta americana, mexicana, cangrejo de río australiano y camarones vietnamitas, han presentado una disminución en su demanda debido al cese de los mercados asiáticos y europeos. En Italia, por ejemplo, la actividad pesquera se redujo en un 84 % según Depellegri et al., (2020). Frente a esta situación, científicos del Insituto Hopkings Marine Station de la universidad de Standford, sostienen que el cierre de los mercados dominantes extranjeros, puso en evidencia la vulnerabilidad de la pesca artesanal, ya que cada vez las pesquerías dependen más de compradores extranjeros en lugar de los mercados nacionales. Por otra parte, cabe destacar que a nivel internacional se espera una mayor actividad de pesca ilegal, no reportada y/o no regulada (IUU) debido al deceso de observadores y fiscalización por periodos de confinamiento (Bennett et al., 2020).

¿Cómo pueden las comunidades costeras seguir desarrollando una actividad extractiva que forma parte de su identidad cultural sin poner en riesgo su subsistencia ni la funcionalidad del ecosistema?

Pescadores artesanales en Chile: Un nuevo desafío

En Chile, la pesca artesanal es un sector compuesto por 91.436 personas a diciembre del 2019, siendo el 76% hombres y 24% mujeres (Subpesca, 2019). Una actividad que no solo incluye a una persona natural si no que en muchas ocasiones, también se encuentra involucrado el núcleo familiar del pescador/a. Las exportaciones son una venta clave para la pesquería de centolla, erizo, merluza, jibia, macha y ostión. Aunque no existen datos oficiales o científicos al momento con respecto al impacto de la pandemia en las exportaciones en la pesca artesanal, es de esperar que su cantidad y utilidad decaiga con respecto a años anteriores. Si bien la pandemia ha tenido un impacto en el mercado internacional, las demandas por recursos marinos en los mercados nacionales también se ha visto reducida, y las comunidades costeras de Chile no son ajenas a estos efectos. Pescadores sostienen que sus ventas han disminuido en un 70%, principalmente por la baja demanda por parte del rubro culinario, turismo y la venta directa en las caletas (Mundo Acuicola, 2020; Conapach, 2020).

Caleta de Pescadores en Chiloé, en el Monumento Natural Islotes de Puñihuil: Crédito: Giuliana Vomero.

Sin lugar a dudas, la pandemia del Covid-19 ha expuesto diversos aspectos de cómo se relacionan las comunidades costeras con sus ecosistemas y qué es necesario mejorar para su desarrollo sustentable. Bennet et al ., (2020) sostienen que si se sostiene el descenso en la pesquerías mundiales, se podría observar una recuperación de las poblaciones de especies explotadas, tal como quedó en evidencia durante la Segunda Guerra Mundial. Recordemos que cerca del 90% de las pesquerías mundiales se encuentran sobre-explotadas. Pero ¿qué pasará si este descenso no es sostenido? ¿Cómo pueden las comunidades costeras seguir desarrollando una actividad extractiva que forma parte de su identidad cultural sin poner en riesgo su subsistencia ni la funcionalidad del ecosistema?

Si bien el confinamiento ha distanciado la relación del ser humano con el ecosistema y reveló las vulnerabilidades que experimentan las comunidades costeras, también ha mostrado los posibles impactos positivos de las acciones que se toman en conjunto.

La recuperación de la biodiversidad y ecosistemas marinos será un punto clave en la era post pandemia. Estos esfuerzos deben tener como objetivo aumentar la abundancia de hábitats y especies claves para asegurar la resiliencia, funciones, estructura y servicios del ecosistema (Duarte et al. , 2020). También se debe tener en cuenta que la recuperación no es aislada: en cada localidad entran en juego diversos factores como la variabilidad natural local, la intensificación de eventos derivados del cambio climático como aumento de temperatura superficial de la columna de agua, la acidificación, conflictos sociales, políticas de mitigación al cambio climático, financiamiento, entre otros que condicionan la manera en que cada comunidad dirije sus esfuerzos. Sin embargo, el intercambio de experiencias positivas y la replicación de ideas son pasos que nos acercan a empoderar a las comunidades para afrontar sus futuros desafíos. Por ejemplo, en diversas partes del mundo – como México, Islas del Pacífico, Hawaii, Seattle y Ghana – se ha hecho evidente la solidaridad entre comunidades junto a la aparición de emprendimientos sociales que fomentan el comercio directo entre consumidores y pescadores artesanales. Así, se ha potenciado el comercio local, la menor dependencia ante al mercado exterior, la disminución de actores que especulan en el precio y un ingreso más justo entre los pescadores artesanales.

En la actualidad, cerca del 90% de las pesquerías mundiales se encuentran sobre-explotadas. Crédito: Bedis ElAcheche vía Pexels.com

Esta pandemia ha reflejado el poder que tienen las acciones individuales conjuntas de cada país en los ecosistemas. Felizmente, las medidas de confinamiento optadas por la mayoría de los países han tenido un efecto positivo en la emisión de gases de efecto invernadero y contaminantes en la atmósfera. Además, se ha comprobado que se redujo la contaminación acústica en ciudades, como también en el ecosistema marino dado la disminución del tráfico naviero.

Gráfico 1. Emisiones diarias de CO2 (MtCO2 d-1).  En la gráfica a se muestra la media anual de emisiones diarias de CO2 en megatoneladas desde 1970-2020. En la gráfica b se observa la media mensual de emisiones de CO2 diarias durante las medidas de confinamiento entre enero y mayo 2020.

Fuente: Quéré et al., 2020

Si bien el confinamiento ha distanciado la relación del ser humano con su ecosistema y la pandemia reveló las vulnerabilidades que experimentan las comunidades costeras a diario, también ha mostrado los posibles impactos positivos de las acciones cuando se toman en conjunto. Solidaridad y trabajo en equipo son valores que, en muchas ocasiones olvidados, vuelven a resurgir. Aunque las pandemias mundiales se den en períodos espaciados de tiempo, la exposición de estas comunidades a la inestabilidad del mercados, las recesiones, inestabilidad de políticas, guerras de comercio o desastres naturales es y será constante. De cierta manera, la pandemia nos invita a crear oportunidades, beneficios, a unir esfuerzos científicos, sociales, económicos con el conocimiento local para así restaurar y manejar la naturaleza de forma integrada. Tal vez así aquellas comunidades costeras vulnerables podrán dirigirse hacia un desarrollo sustentable y una mejor posición socioeconómica en el futuro.

  Referencias

  • Bennett, N., Finkbeiner, E.M., Ban, N.C., Belhabib, D., Jupiter, S.D., Kittinger, J.N., Mangubhai, S., Scholtens, J., Gill, D. y Christie, P. (2020). The COVID-19 Pandemic, Small-Scale Fisheries and Coastal Fishing Communities, Coastal Management, 48:4, 336-347, doi: 10.1080/08920753.2020.1766937
  • Depellegrin, D., Bastianini, M., Fadini, A. y Menegon, S. (2020). The effects of COVID-19 induced lockdown measures on maritime settings of a coastal region, Science of The Total Environment, 740, 140123, doi: https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2020.140123
  • Duarte, C.M., Agusti1, S., Barbier, E., Britten, G.L., Castilla, J.C., Gattuso, J.P., Fulweiler, R. W., Hughes, T.P., Knowlton, N., Lovelock, C.E., Lotze, H.K., Predragovic, M., Poloczanska, E., Roberts, C y Worm, B. (2020). Rebuilding marine life, Nature, 580, 39-51, doi: https://doi.org/10.1038/s41586-020-2146-7
  • Le Quéré, C., Jackson, R.B., Jones, M.W., Smith, A. J. P., Abernethy, S., Andrew, R. M., De-Gol, A. J., Willis, D. R., Shan, Y., Canadell, J. G., Friedlingstein, P., Creutzig, F y Peters, G. P. (2020). Temporary reduction in daily global CO2 emissions during the COVID-19 forced confinement, Nature Climate Change, 10, 647-653.
  • World Health Organization. (2020). WHO Coronavirus Disease (COVID-19) Dashboard. Recuperado de: https://covid19.who.int/
  • Zambrano-Monserrate, M., Ruano, M.A. y Sanchez-Alcalde, L. (2020). Indirect effects of COVID-19 on the environment. Science of the Total Environment, 728, 138813, doi: https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2020.138813

Sobre la Autora

Giuliana Vomero Fernández (gnvomero@uc.cl ; @gv.biologiamarina) es uruguaya y Bióloga Marina (PUC). Desde sus años de estudiante, se ha interesado por las dinámicas biológicas y socio-económicas en la zona costera. Realizó su práctica profesional en el ámbito de la consultoría ambiental y en 2019 trabajó en el Laboratorio de Innovación Social  UC, fomentando la innovación social en comunidades de pescadores artesanales. Actualmente, crea contenido y coordina la iniciativa GV Biología Marina (www.gvbiologíamarina.com), la cual busca acercar el ecosistema marino a la sociedad a través de educación ambiental y divulgación científica.