Desafíos de la Comunicación Científica: preludio al taller “Comunicación Ambiental” del ciclo Naturaleza Digital

Por Paula Iturralde-Polit El nuevo ciclo Naturaleza Digital partió a principios de octubre de este año con el propósito de ofrecer espacios de divulgación educativa en torno a los paradigmas científico-culturales que nos han conducido al problema medioambiental en que nos vemos inmersos actualmente. Hoy nos encontramos ad portas del tercer encuentro, el cual cuenta […]

Por Paula Iturralde-Polit

El nuevo ciclo Naturaleza Digital partió a principios de octubre de este año con el propósito de ofrecer espacios de divulgación educativa en torno a los paradigmas científico-culturales que nos han conducido al problema medioambiental en que nos vemos inmersos actualmente. Hoy nos encontramos ad portas del tercer encuentro, el cual cuenta con el apoyo de Patagonia. Esta vez, el llamado es a todos quienes se interesen en comunicar temas científicos y ambientales y quieran, a su vez, desarrollar su propia propuesta narrativa para impulsar cambios en la sociedad. Este taller lleva por nombre “Comunicación Ambiental” y lo imparten la bióloga, ecóloga y exploradora de National Geographic Paula Iturralde, junto a la licenciada en ciencias biológicas y comunicadora ambiental Diana Troya. A continuación te dejamos este artículo sobre los desafíos de la comunicación científica escrito por Paula Iturralde y a modo de preludio de este nuevo taller que se aproxima.

Se ha vuelto casi un cliché hablar sobre la importancia de comunicar la ciencia. A diario escuchamos hablar sobre la relevancia de llegar con historias de nuevos descubrimientos a un público general, más allá de la academia. A mi personalmente no me gusta separar a la “academia” de “el público en general”, es como pensar que si perteneces al primer grupo no puedes pertenecer al otro y viceversa. Un tipo de hegemonía en el que se posiciona a laciencia como algo fuera del alcance de la mayoría y eso, en cierto modo, hace que muchas personas desconecten su interés por conocer aspectos esenciales de cómo funciona el mundo y lo que nos conecta a él. Es necesario fortalecer las estrategias para compartir nuevos descubrimientos y erradicar la indiferencia o confusión sobre temas que aparentan ser complejos. No deja de ser una carrera de obstáculos que hay que atravesar o sortear y no existe una receta ideal para transmitir conocimiento porque es mucho más complicado que solo modificar la jerga científica por un lenguaje más cercano.  

El taller “Comunicación Ambiental” lo imparten la bióloga, ecóloga y exploradora de National Geographic Paula Iturralde junto a la licenciada en ciencias biológicas y comunicadora ambiental Diana Troya. 

Es importante que nos re-conectemos con la ciencia, especialmente porque está más cerca de lo que creemos, está presente todos los días en cualquier actividad que hagamos o cualquier objeto que utilicemos. Entender por ejemplo, cómo mantenemos el equilibrio cuando nos subimos a una bicicleta, o por qué el agua hierve a diferente temperatura dependiendo de la elevación del lugar en el que estemos se explica con ciencia. Hay muchas cosas que damos por hecho y no nos detenemos a pensar en el proceso que explica cómo esas cosas ocurren, pero que conocerlas nos puede traer un sinfín de beneficios. Así, en un día de mucho calor, sabemos que podemos refrescarnos si nos cubrimos del sol. Una sombra generada por un árbol será más efectiva que la generada por un edificio o pared, pero, ¿te has detenido a pensar por qué? Se debe a que durante el proceso de fotosíntesis, las plantas captan la luz solar y la absorben, eso hace que el calor alrededor de la planta se disipe. Además, una parte del agua que sube desde la raíz, por el tronco hasta las hojas del árbol se libera como vapor de agua por transpiración. Ese proceso genera aire fresco (más denso que el caliente) que desciende. Eso explica porqué la sombra de un árbol es tan refrescante y demuestra además la importancia de reforestar ciudades, no solo con fines estéticos sino para controlar la temperatura ambiental. 

La ciencia está en todas las actividades que hacemos, como mantener el equilibrio en una bicicleta por ejemplo. © Patrick Hendry. 

Sin embargo, no me quiero centrar en un tema particular porque mi objetivo es hablar sobre lo que he podido aprender para definir la ruta o rutas que nos permitan llegar a un público masivo con información científica. Re-conectarnos con la ciencia es re-conectarnos con el mundo, sin embargo, la responsabilidad de comunicar, no puede recaer solo sobre la academia y no es justo asumir que solo desde ahí se tiene la obligación de informar con coherencia y eficiencia tanto científica como coloquialmente. Estamos hablando de habilidades que requieren de una permanente dedicación, de entrenamiento, de compromiso, de un aprendizaje constante que demanda mucho tiempo, y que además requiere de un trabajo colaborativo. Es mucho más provechoso crear puentes entre la academia, junto con comunicadores y educadores para combinar esfuerzos, crear herramientas y consolidar conceptos complicados en algo más digerible.

“Re-conectarnos con la ciencia es re-conectarnos con el mundo, sin embargo, la responsabilidad de comunicar, no puede recaer solo sobre la academia y no es justo asumir que solo desde ahí se tiene la obligación de informar con coherencia y eficiencia tanto científica como coloquialmente […] Es mucho más provechoso crear puentes entre la academia, junto con comunicadores y educadores para combinar esfuerzos, crear herramientas y consolidar conceptos complicados en algo más digerible”

Mientras escribo esto se me cruza un artículo publicado en endémico web que dice: “las colaboraciones han provocado nuevos conceptos y un conjunto de innovaciones en la ciencia, las artes y las humanidades y se extienden más allá de los límites disciplinarios, desdibujando los tipos de preguntas y métodos de investigación que dichas disciplinas inscriben tradicionalmente”. Lo he tomado como cita aquí porque nadie puede hacer todo solo. Lynn Margulis, una bióloga y gran comunicadora científica descubrió que nuestras mitocondrias son asociaciones (simbiosis) con bacterias, y así demostró que la cooperación entre especies es lo que nos ha permitido evolucionar desde los sistemas más simples hasta los más complejos. Estoy convencida que para incrementar el impacto de la comunicación científica, la colaboración es fundamental. Hace poco, en un taller de prácticas narrativas al que fui invitada gracias al apoyo de la National Geographic Society, aprendí una frase que ahora resuena conmigo permanentemente: “solo entre todos, sabemos todo”. Es así que un grupo interdisciplinario es el ideal para identificar y desarrollar las rutas diferentes que se adapten a objetivos y metas específicas.

 

Lynn Margulis, descubrió que nuestras mitocondrias son asociaciones (simbiosis) con bacterias. La cooperación entre especies es lo que nos ha permitido evolucionar desde los sistemas más simples hasta los más complejos. © National Cancer Institute. 

Si hacemos una búsqueda rápida en la web sobre los principales “consejos para comunicar ciencia” podemos encontrar varias constantes. Uno de los que más resalta es: “conoce a tu audiencia”. Suena fácil, pero ¿cuántos tipos de audiencias existen? Hay rangos etarios, hay niveles de educación, hay intereses diferentes, hay realidades diferentes, hay localidades, hay espacios geográficos, hay idiomas, hay valores, hay creencias, hay culturas. Cada uno de estos aspectos, y muchos otros, (que por espacio, y probablemente por desconocimiento no los nombro), van a definir a la audiencia. Una vez seleccionada, otro consejo que resuena es “conecta con datos curiosos”. Esta sin duda tiene que ir de la mano con la anterior porque entonces conocer a la audiencia implica primero indagar un poco más y contestar varias preguntas: ¿cuánto sabe nuestra audiencia sobre el tema?, ¿cuánto más necesitan/quieren conocer?,  ¿cómo sus valores y creencias se entrelazan con la información que queremos comunicar? Recomendaciones y sugerencias existen de sobra, pero solo la experiencia permite sortear los obstáculos, aprender, desaprender y volver a aprender. Cada “audiencia” es un mundo, cada “formato” de comunicación es un idioma distinto: una entrevista en televisión, un programa de radio, un podcast, un video, un foto reportaje, una historia narrada. Ningún método es mejor que otro, y el éxito depende de cómo logramos que la audiencia responda al mensaje.

Además, la comunicación científica ha sido mayoritariamente unidireccional, nos esforzamos para enviar un mensaje, pero nos olvidamos de verificar que este resuene en nuestra audiencia. Por eso confío más en un tipo de comunicación bidireccional, en el que el primer paso sea atrevernos a indagar más sobre lo que nuestra audiencia ya conoce y utilizar esos saberes como una fuerza extra para poder integrar nuestro mensaje con su experiencia de vida. Se podría considerar la posibilidad de hablar de ciencia de manera más natural y empezar por resaltar datos con los que nuestro público objetivo se identifica. Pienso por ejemplo que, al hablar de la crisis climática, se puede empezar con preguntas a la audiencia sobre los cambios que hayan detectado de un año a otro en las condiciones climáticas del lugar donde viven: más o menos sequías, más o menos temperatura, más o menos tormentas. Entender de primera mano cuáles han sido esos cambios, permite que quienes estamos comprometidos a transmitir información válida, trabajemos en la preparación de un mensaje que resuene con esas experiencias específicas. Luego ir para atrás a explicar científicamente por qué ocurren estos cambios, qué problemas pueden acarrear y qué podemos hacer para aportar desde nuestro lugar para mitigar el problema. 

“El conocimiento no es estático porque cada día aprendemos más. La información evoluciona y lograr hacer entender eso es posiblemente el reto más grande que tenemos como científicos para con nuestras audiencias”

Creo que lo más apasionante de comunicar, no es solo llegar a más gente con el mensaje que nos interesa sino todo lo que aprendemos en el transcurso. No olvidarnos de la importancia de recalcar siempre, que la ciencia evoluciona y que las respuestas que tenemos hoy con una misma base científica pueden variar toda vez que haya más información disponible. El conocimiento no es estático porque cada día aprendemos más. La información evoluciona y lograr hacer entender eso es posiblemente el reto más grande que tenemos como científicos para con nuestras audiencias.

Ese desafío es lo que me animó a narrar este artículo en base a mi experiencia en comunicación y no puedo dejar de mencionar el interés particular que tengo por los murciélagos. Un grupo de mamíferos de características extraordinarias, pero muy temidos no solo por falta de información sino por desinformación. Poco se conoce sobre el impacto positivo de su alimentación tan variada, pero es ampliamente divulgado el mito de que “todos se alimentan de sangre”. Poco se conoce de la capacidad de su sistema inmunológico para evitar enfermedades (incluido el desarrollo de células cancerígenas), pero se divulga la idea errada de que “todos son transmisores de virus mortales”. Pocos conocen sobre su sistema para orientarse a través del sonido (ecolocalización), pero la mayoría piensan equivocadamente que son ciegos y muy poca atención se ha prestado a su extraordinario comportamiento social. 

Estos son algunos ejemplos que representan una lucha constante que implica compartir información para enseñar, pero además para romper creencias arraigadas y equivocadas que acarrean consecuencias y ponen en riesgo la biodiversidad. Lo segundo puede ser mucho más difícil que lo primero y esa ha sido precisamente la catapulta que me ha embarcado en la misión de comunicar y de fortalecer los puentes para una comunicación efectiva que impulse la conservación de la biodiversidad no solo desde la academia sino por parte de todos, precisamente para romper la hegemonía de que solo un grupo puede tener “el poder” de lograr un cambio. Si “solo entre todos sabemos todo”, entonces solo entre todos podemos generar un cambio positivo e inculcar un comportamiento más responsable que impulse la conservación de la biodiversidad y el cuidado de nuestro planeta para re-conectarnos con el mundo natural que nos rodea y del cual dependemos.

TE INVITAMOS A PARTICIPAR DE EL TALLER NATURALEZA DIGITAL: “COMUNICACIÓN AMBIENTAL”

Dictado por Paula Iturralde y Diana Troya

2 sesiones: Martes 16 de noviembre y miércoles 17 de noviembre de 11.00 a 12.30 hrs. Horario Santiago de Chile

Modalidad: Online, vía Zoom.

Inscripciones en http://www.endemico.org/talleres/

Valor por persona: $5.000

Invitan: Endémico y Patagonia.

Consultas a editora@endemico.org

Acerca de las talleristas:

Paula Iturralde: bióloga (Ecuador), con maestría en ecología (Francia). Ha liderado investigaciones Socio-Ambientales y es candidata a PhD (Costa Rica). Es exploradora de National Geographic, tiene experiencia en comunicación científica y se especializa en la escritura de historias que inspiren a la responsabilidad ambiental y la conservación de la biodiversidad. 

Diana Troya: Licenciada en Ciencias Biológicas (Ecuador), especialización en Comunicación Ambiental (Canadá) y maestría en Antropología Visual y de Medios (Alemania). Se ha centrado en los márgenes de las ciencias naturales/sociales, el arte y los activismos. En su trabajo se involucra con la interseccionalidad, la decolonialidad y los estudios feministas críticos para abordar las luchas socio-ambientales, la conservación y la justicia climática.