«Regeneración Agua y Tierra»: sembrar futuro desde el presente

Desde hace más de una década, Francisco ha estado al frente de Regeneración Agua y Tierra, un proyecto nacido desde la inquietud de volver a habitar el territorio en coherencia con los ciclos de la naturaleza. Entre la permacultura, la agroecología, la agricultura sintrópica y una visión profunda de los sistemas vivos, hoy su trabajo se despliega en distintos rincones de Chile y más allá, construyendo comunidades regenerativas y repensando nuestra forma de habitar el mundo.

En esta entrevista, Francisco Fuenzalida comparte su camino, los desafíos y aprendizajes de la regeneración. También surge en la conversación, un llamado a la urgencia de volver a mirar la tierra y el agua como las bases de toda posibilidad de futuro.

©Regeneración Agua y Tierra

Endémico: Todo proyecto tiene un punto de partida. ¿Cómo nace Regeneración Agua y Tierra y qué fue lo que te empujó a iniciar este camino?

Francisco: Aguatierra nace en 2016, luego de más de 10 años de aprendizaje en permacultura, agroecología y varios intentos de vida comunitaria y autosuficiencia. Fue un proceso de ensayo y error, de ir entendiendo que para sostener estos proyectos hacía falta más que voluntad: era necesario generar una base sólida de conocimientos, recursos y experiencias. Así surge como un espacio de estudio y práctica, especializado en manejo de aguas, vegetación y animales. Un lugar para ensayar cómo volver a vivir en comunidad y en sintonía con la naturaleza.

E: Todo comienzo trae sus desafíos. ¿Cuáles fueron los principales obstáculos en esos primeros años y qué aprendizajes marcaron ese proceso inicial?

F: El mayor desafío fue bajar el idealismo juvenil a la realidad. Traer los sueños de autosuficiencia y vida comunitaria al mundo concreto, donde los ideales muchas veces chocaban con la falta de recursos y con visiones más conservadoras desde la academia o el ecologismo tradicional, lo cual no nos permitía alcanzar el entendimiento profundo del territorio. Otro obstáculo difícil de atravesar, fue que todo surgió muy autogestionado, financiado desde los propios bolsillos y círculos de amistad. Pero también fue un aprendizaje invaluable sobre la importancia de experimentar y equivocarse.

E: Al empezar a trabajar en terreno, ¿qué realidades te encontraste en los ecosistemas? ¿Hubo algo que te sorprendiera o marcara especialmente?

F: Me impactó la aridez del centro-norte, lo pelado de los cerros desde la IV  Región hasta Santiago, lo fácil que se incendiaban. Por otro lado, el sur, con sus monocultivos de pino y eucalipto que arrasaban con los ecosistemas originales. También me sorprendía lo disociado que estaba el conocimiento: la agronomía por un lado, la ecología por otro, cuando en realidad todo está profundamente conectado.

E: Con los años de trabajo, ¿cuáles sientes que han sido los avances más significativos en la regeneración del suelo y el agua?

F: Uno de los mayores logros ha sido constatar lo mucho que se puede hacer con poca agua en ecosistemas semiáridos. Cómo trabajar el suelo y el paisaje de forma sistémica puede generar efectos dominó impresionantes. También, ver cómo se ha posicionado el conocimiento de la naturaleza como un organismo sensible e interconectado. Esa síntesis entre el manejo del agua, la vegetación y los animales ha sido clave.

«Me sorprendía lo disociado que estaba el conocimiento: la agronomía por un lado, la ecología por otro. Cuando en realidad todo está profundamente conectado» (Francisco Fuenzalida).

E: Restaurar un ecosistema implica muchas capas. ¿Qué metodologías han desarrollado y cómo se adaptan a las distintas realidades que enfrentan?

F: Nuestro enfoque combina el manejo del agua, los sistemas vivos (plantas, animales, hongos) y la dimensión humana: gobernanza, organización y toma de decisiones. Cada proyecto parte desde lo relacional, entendiendo las particularidades culturales y humanas de cada lugar. Eso determina el diseño, las escalas y los énfasis. Si alguna de estas patas falta, los procesos regenerativos se caen.

E: La regeneración es también un trabajo con las personas. ¿Cómo ha sido la relación con las comunidades y qué rol juegan en todo este proceso?

F: El rol de las comunidades es fundamental. Hoy somos nosotros quienes, como especie, definimos la fertilidad o la degradación de los ecosistemas. La recepción es diversa y lenta, depende mucho del contexto: desde liceos agrícolas, comunidades campesinas, usuarios de Prodesal, hasta vecinos urbanos cerca de bosques. Lo que hemos aprendido es que debe ser un proceso muy práctico y experiencial si queremos que cale hondo.

«El rol de las comunidades es fundamental» dice Francisco en relación a la práctica de la regeneración. ©Regeneración Agua y Tierra

E: En todo esto, la educación parece ser una pieza central. ¿Qué lugar ocupa en el proyecto y qué han aprendido desde ahí?

F: La educación es el corazón de lo que hacemos. Se trata de formar una generación capaz de apropiarse de este paradigma y hacerlo suyo. Ver cómo estas personas se convierten en puentes y replicadores en sus propios contextos ha sido una de las grandes alegrías de estos años.

E: A lo largo del camino siempre hay historias que nos recuerdan por qué hacemos esto. ¿Hay alguna experiencia de regeneración que te haya marcado especialmente?

F: Lo más potente ha sido ver cómo pequeños grupos o familias se organizan y empiezan a vivir de esto, generando una masa crítica que mantiene vivo el movimiento. Proyectos como el Huerto Popular Observatorio Sur, La Bosquihuerta Quimey, Winkelhue o Centro Micelio son ejemplos de eso. Es hermoso ver cómo esta propuesta empieza a caminar sola.

E: Hoy, ¿cuáles sientes que son los principales desafíos para seguir expandiendo su impacto?

F: El gran desafío hoy es escalar este trabajo, llevarlo a una dimensión territorial y climática. Para lograrlo, necesitamos contar con herramientas e instrumentos que permitan movilizar recursos hacia la regeneración aplicada y la investigación en terreno. Al mismo tiempo, es clave que este esfuerzo se conecte directamente con los grandes desafíos que enfrentamos en torno al agua, la producción de alimentos y la estabilidad climática. Porque, en el fondo, la manera en que usamos el suelo define el clima que tendremos. Estamos en una encrucijada que exige comprensión, financiamiento y, sobre todo, voluntad política.

E: Si pudieras hacer un llamado a la acción, ¿qué te parece fundamental que entendamos o hagamos en favor de la regeneración?

F: Que se entienda de una vez la interconexión profunda entre los sistemas naturales y nuestros sistemas sociales y económicos. No es solo la naturaleza la que se degrada: es nuestra propia capacidad de desarrollo la que se ve afectada. Hay que empezar por acciones pequeñas y concretas, en nuestros propios territorios.

Es urgente volver a mirar la tierra y el agua como las bases de toda posibilidad de futuro. ©Regeneración Agua y Tierra

E: Mirando hacia adelante, ¿qué proyectos o territorios se vienen en el horizonte para ustedes?

F: Estamos consolidando una red en Aysén y abriendo pilotos con comunidades agrícolas en la IV Región. También estamos mirando hacia Argentina y fortaleciendo asesorías online. Queremos que esto crezca con bases sólidas, integrando el agua, la vegetación y lo comunitario.

E: Si te proyectas al futuro, ¿cómo imaginas un territorio realmente regenerado? ¿Cuál es ese sueño grande que te impulsa?

F: Imagino comunidades humanas descentralizadas, trabajando a favor de los ciclos del agua, produciendo su alimento y habitando los ecosistemas de forma armónica y en colaboración. La transición será lenta y diversa, pero ese es el camino que veo posible.

E: Después de todo este camino, ¿cómo ha cambiado tu forma de ver la vida y la relación con la naturaleza?

F: Me ha dado una confianza nueva. Sentir que uno trabaja junto al sol, al agua, el aire, el fuego, los procesos geológicos, y al equilibrio electromagnético de la Tierra, me ha permitido encontrar ese lugar donde como especie somos parte de la regeneración y no de la degradación y exagerada extracción. No es tan difícil: se trata de imaginar qué pasaría si todo funcionara como un organismo, donde cada ser opta por la colaboración para que todo funcione.

©Regeneración Agua y Tierra

E: Finalmente, ¿qué mensaje le dejarías a quienes recién comienzan a recorrer este camino de la regeneración?

F: Que lo hagan práctico y que se informen. Que desencadenen la conciencia y la organización desde pequeñas intervenciones en sus propios territorios. La gran revelación de estos años es que todo empieza desde ahí: desde la acción, el encuentro y la práctica.

Cerrar el círculo: volver a la tierra

Escuchar a Francisco es recordar que la regeneración no es solo un desafío técnico o ecológico, sino una forma de volver a mirar el mundo y nuestra manera de habitarlo. En tiempos donde el colapso ecológico es evidente, la propuesta de Regeneración Agua y Tierra es una invitación a detenernos, mirar el suelo bajo nuestros pies y volver a poner las manos en la tierra. Ahí, en lo concreto, es donde comienza el cambio.

©Regeneración Agua y Tierra

Imagen de portada: ©Regeneración Agua y Tierra