
Desde 1492 hasta mediados del siglo XVIII, los europeos se apropiaron de innumerables plantas medicinales originarias de América, tales como el tabaco, la quina, la coca, el guayacán o el peyote. A través de expediciones científicas e interrogatorios, recopilaron saberes de indígenas y esclavos, comerciaron con drogas, consolidaron circuitos extractivistas y sentaron las bases de las primeras políticas sanitarias. Al mismo tiempo, inquisidores y misioneros persiguieron el uso ritual de ciertas plantas, enfrentándose a la persistente resistencia de curanderos y comunidades. Ciencia botánica, plantas, fraude y brujería se entrelazan en este recorrido que va desde los bosques americanos hasta las cortes europeas, para mostrar la expansión imperial, entre otras cosas, como una colonización del conocimiento.
Durante la Edad Moderna, las plantas medicinales constituían cerca del 80 % de la farmacopea, lo que explicó el interés europeo por identificarlas, clasificarlas, estudiarlas y, sobre todo, controlarlas. Lejos de ser elementos neutros del paisaje, estas plantas operaban como instrumentos políticos y económicos al servicio de los proyectos coloniales. De esta forma, este libro aborda la historia de las plantas, pero también de la colonización europea, el comercio trasatlántico y la evangelización hispanoamericana.
La obra se organiza en tres partes: “Libro I: El nuevo mundo medicinal”, “Libro II: El oro amargo de las Indias” y “Libro III: Rupturas de comunicación”. En la primera sección, Boumediene desentraña el proceso mediante el cual el “Viejo Continente” se propuso identificar, registrar y estudiar las plantas “descubiertas” en América. ¿Cómo se utilizan estas nuevas especies?, ¿cómo integrarlas en los sistemas médicos europeos –como el galenismo o el paracelsismo–?, ¿qué plantas eran mejores para las enfermedades de la época?, ¿las plantas americanas competían con las europeas?, ¿cómo extraer información de las comunidades indígenas respecto a la medicina herbal? son algunas de las preguntas en las que gira este apartado. Entre cuestionarios, códices y expedientes inquisitoriales, se fue construyendo un saber botánico que, al mismo tiempo que censuraba prácticas indígenas, se apropiaba selectivamente de otros conocimientos ancestrales.
La segunda parte es dedicada principalmente a la historia de la quina (Cinchona officinalis). Boumediene recorre sus primeras descripciones, las recetas medicinales iniciales, las confusiones botánicas con otras especies, su uso en el tratamiento de las fiebres intermitentes y el proceso de apropiación de sus propiedades terapéuticas por parte de los europeos. La quina no solo se incorporó al repertorio médico occidental, sino que también marcó el inicio de un nuevo paradigma: el del medicamento específico. Este enfoque transformó las lógicas medicinales imperantes hasta entonces. Mientras que antes se consideraban las cualidades de una sustancia —purgativa, vomitiva, diurética, entre otras— como las responsables de mejorar la salud del paciente (galenismo), ahora se privilegiaba la acción particular de un remedio capaz de combatir una enfermedad concreta, proyectando la idea de una medicina más precisa y universal.
En la tercera parte se abordan aquellas plantas medicinales que no lograron cruzar el Atlántico por haber sido prohibidas por la Corona. Europa sancionó el uso de especies como el tabaco, el peyote, el mate, la coca e incluso el cacao. También fueron condenadas las plantas empleadas en la elaboración de bebidas alcohólicas, como el agave utilizado para el pulque. El sistema colonial, por un lado, buscaba apartar a los pueblos indígenas de prácticas consideradas idolátricas o moralmente cuestionables. Por otro lado, procuraba conservar su fuerza de trabajo en las zonas mineras, por lo que en ciertos casos permitió el consumo de algunas plantas, como la coca.
Como bien señala el autor de esta obra: “Drogas, curiosidades, placer. Las cosas de América son objeto de múltiples metamorfosis, fruto de negociaciones y conflictos entre diferentes maneras de vivir” (131). Esta historia de las plantas constituye una lectura imprescindible para quienes buscan comprender, desde una perspectiva histórica, los mecanismos de la globalización y los procesos de circulación que marcaron la época moderna, siempre atravesados por omisiones y cancelaciones de otros saberes. En palabras de Boumediene: “la circulación de un producto siempre involucra la ‘no circulación’ de algo […] En este sentido, las ‘conexiones’ son en parte procesos de separación” (17).
Más que una historia de plantas medicinales, este libro es una cartografía de las relaciones de poder que modelaron —y aún modelan— los saberes sobre la naturaleza. Con una escritura rigurosa y provocadora, Boumediene muestra que detrás de cada intercambio botánico hubo disputas epistémicas, políticas coloniales y una economía del conocimiento que jerarquizaba, traducía y muchas veces borraba los saberes de los pueblos originarios.

La colonización del saber también invita a cuestionar la forma en que hoy seguimos pensando y escribiendo sobre estos procesos, incluso cuando han habido intentos de descentralizar el conocimiento. En el prólogo, el autor señala: “Aprovecho la ocasión para expresar cierta molestia con respecto al mandato, tan recurrente, de ‘descentrarse’. En especial cuando este principio induce a europeos, en base a un manejo de las fuentes y de las lenguas, a pretender, una vez más, discurrir desde ninguna parte. No se trata de hacer de la necesidad una virtud ni de preconizar el eurocentrismo, sino de admitir que siempre estamos pensando desde algún lugar; por tanto, si escribimos desde Francia siempre estamos eurocentrados” (41). Esa conciencia situada recorre cada página de esta obra, que lejos de imponer una verdad, propone una lectura crítica, documentada y profundamente necesaria de los vínculos entre botánica, colonialismo y saber.
La llegada de esta edición al público hispanohablante permite recuperar una parte olvidada de nuestra historia común. Porque, como deja entrever el autor, entender el devenir de las plantas es también comprender cómo se ha cultivado —y disputado— el conocimiento sobre la vida y nuestra propia existencia.
Ficha técnica:
Año: 2025
Editorial: Tinta limón
Colección: Nociones comunes
Créditos: Traducción: Thara Corredor, Cristina Moreno, Ángela Urrea (Travesías). Corrección: Elina Kohen. Diagramación: Florencia Ayelén Medina.
Páginas: 460
Medidas: 14 x 20 cm
ISBN: 978-631-6507-21-1
Arte de tapa: Ilustración del agave, por Jacopo Ligozzi, Florencia, finales del siglo XVI.
Diseño de colección: Juan Pablo Fernández.
Encuéntralo en Lom y en Buscalibre.