STFI: Explorando las raíces Latinoamericanas a través de los murales

STFI es el apodo de Estefanía Leigthon (30), muralista que, después de 10 años de solo observar a sus amigos pintar las calles con murales, decidió aventurarse a hacerlo ella misma. Nacida y criada en Santiago de Chile, su profesión es diseño de vestuario, pero desde muy pequeña le llamaban la atención el graffiti y los murales en las calles.

Hace unos años decidió irse de Chile y viajar por Latinoamérica, incluyendo países como Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Guatemala y México para así encontrarse con las raíces de este continente, y también las raíces indígenas: “Fue más fuerte que yo. Encontré en el muralismo otra manera de comunicarme, de hacer cosas con mis manos y tener una postura simultáneamente”, relata STFI durante el encuentro de creatividad en la ciudad, Citylab.

“Mujer de Patzun en Chimaltenango, Guatemala. Ilustración para el Museo del Mundo 2018.

¿Cómo fue tu contacto con culturas indígenas durante tu viaje por Latinoamérica?

Viajé durante cinco años en total, entonces viví muchas experiencias. Lo primero fue Bolivia. Fue mi lugar favorito por la manera en que se vive la cultura indígena allá. Esta está viva: en el cotidiano, en la ciudad, en los pueblos. Puedes ver sus tradiciones, la lengua viva, sus vestimentas, alimentación; no es algo que hay que buscar mucho para encontrar; ni oculto ni perdiéndose, está allí vigente. No quieren ser otra cosa más que la que ellos son. Lo defienden y lo protegen, eso es hermoso y muy inspirador.

De allí en adelante estuve en diversos lugares, con diversas realidades, historias y paisajes; desde las ciudades al campo, la playa, el mar caribe o la selva. Participé pintando en una universidad campesina en Ecuador, que nace desde la comunidad, desde sus propias necesidades. Aquí participan personas de otros países que van a aportar conocimientos y formalidades para seguir creciendo, pero también personas locales que viajan horas desde la selva para aprender, compartir sus saberes y solucionar las problemáticas sobre sus proyectos agrarios.

Fueron muchas instancias donde me acerqué y compartí con distintas comunidades, desde el muralismo –o el voluntariado– hasta celebraciones de ceremonias y rituales locales. Estos encuentros me llevaron a descubrir –entre otras cosas– distintas feminidades, y encontré en las mujeres indígenas una resistencia al sistema capitalista al vivir su feminidad a su manera, lo cual fue una contraposición a lo que yo sabía sobre cómo se debe ser mujer.

Aprendí sobre la cosmovisión de los pueblos indígenas –que se fundamenta en su relación con la madre tierra y la madre naturaleza– y me di cuenta como la mayoría de las personas  vive sin esas preocupaciones, sin saber cuál es su fuente de vida… tienen otros intereses y prácticas. Tan simple como, por ejemplo, que las mujeres indígenas no se rigen por el estereotipo de belleza establecida por la publicidad y que atormenta y mal educa a hombres y mujeres en todo el mundo. Al contrario, en los pueblos indígenas la belleza se nota en cada uno de sus rasgos bien definidos y autóctonos, y respetan tanto a la naturaleza que viven empoderadas de sus cuerpos, de sus quehaceres, de sus tradiciones. Como por ejemplo, al transmitir de generación en generación los saberes sobre medicina natural. Sin duda existen muchas problemáticas sociales pero la manera en que la mujer habita con valentía y naturalidad me conmovió, entre muchas otras cosas.

¿Y has tenido esta conexión con las etnias chilenas?

En el viaje me di cuenta de lo poco que sé de mis propios orígenes; de las culturas locales; del pueblo mapuche; de la perspectiva distante en que te hablan de la historia de Chile y de los pueblos originarios en el colegio; y de la información limitada que nos entregan los medios de comunicación. En el viaje entendí que no soy tan chilena y que el territorio es mucho más amplio, me sentí latinoamericana y me sentí libre y cómoda en cada lugar. Me representan diversos pensamientos que conocí viajando y sin duda quisiera aprender más de la cultura originaria de esta zona del continente.

¿Cómo crees que los chilenos (o santiaguinos) valorizamos las culturas indígenas?

Me pasa con el asesinato de Camilo Catrillanca… ver el rechazo por lo indígena, escuchar comentarios que ponían en valor lo material ante la vida de un hombre ¡No puede ser! Los pueblos indígenas son nuestro origen, la identidad latinoamericana es bellísima, es poderosa. Debiéramos respetarla y estar orgullosos de ello. Me avergüenza que el gobierno de Chile tenga una guerra con el pueblo Mapuche. Tuve un choque cultural muy fuerte al volver a Santiago.

Pero creo que hay mucha gente que está cambiando su mentalidad, muchos grupos activos que se están organizando para visibilizar muchas luchas, que yo apoyo. Creo que todas contra el patriarcado y capitalismo. Hay que hacer cambios profundos y ser valientes y fuertes, hay que aportar desde la experiencia, desde el hacer.

Esta vez, no me voy a ir, hay muchas cosas que quiero hacer. Quiero aportar desde el pintar en la calle, en muros colaborativos, talleres o lo que se pueda para ser más conscientes y más humanos. Eso es lo bonito del arte público: pintas un muro, y la gente puede ver en una imagen toda la inspiración que supera fronteras, representada en colores vivos, en la naturaleza diversa y en el retrato de la mujer latinoamericana y mestiza que representa la fuerza de la naturaleza.

“La música como musa inspiradora” U. de Chile 2018.

¿Consideras que tu obra se acerca al ecofeminismo?

Sí, es eso… sobre cómo se abusa de la tierra y de los derechos de la mujer. Yo retrato a la mujer mestiza, latinoamericana, diversa, de mirada profunda y empoderada de su ser y su cuerpo, con esa misma fuerza de la Tierra que nos sostiene. Quiero darle visibilidad a estas dos fuerzas que son tan vulneradas por este sistema patriarcal y capitalista.

¿Como has visto tú la lucha femenina en la obra de otros artistas? ¿Hay más mujeres pintando?

Veo que hay varias organizaciones de mujeres muralistas en Chile y en Latinoamérica en general que se están organizando por la necesidad de igualdad en el mundo de la pintura, en un ámbito más profesional. La cantidad de mujeres pintando crece cada día pero eso no es tan visible en proyectos de gran escala, como en las participaciones en festivales o encuentros de pintura. Siempre el porcentaje de chicas es más limitado. Creo que si no se abren espacios igualitarios es muy difícil subir el nivel y demostrar de que somos capaces. Lo bueno es que la calle es libre y quien quiere puede pintar, más con tantas pintoras organizadas acompañándose en este proceso e invitando a las nuevas pintoras a perder el miedo y a tomarse los espacios que nos pertenecen a todos.

¿Cuáles son tus planes para este año?

Mi reciente y primera exposición individual “Jardín interior” que se inauguró el pasado 14 de Dic en Galería Lira fue una hermosa experiencia, de concentrarme en el trabajo de taller, cosa que me hacía mucha falta con tantos años de viajar constantemente. Pude plasmar varias ideas y sensaciones que he tenido desde que volví a Chile sobre volver al hogar, ver el cuerpo como hogar, cuidarlo tal como cuando uno riega las plantas de nuestro jardín y habitar nuestro cuerpo con amor. La muestra fue muy visitada y recibí hermosas demostraciones de apoyo y muchos comentarios positivos al respecto, así que estoy muy contenta por eso. Ahora tengo ganas de poder mover la exposición en regiones para llegara a más personas.  

Por otro lado, también estoy comenzando el año con varios proyectos de murales. Pintaré en Estación Central la fachada de un colegio de niñas como parte de la campaña “Usa Tú Poder”. Luego viajaré a pintar a Calama (entre otros viajes que tengo por Chile este año). Volveré a Santiago en marzo para pintar la fachada de la Federación de estudiantes de la Universidad de Chile como parte del inicio de este año, que, ¡espero siga tan movido como está comenzando!

*Foto portada: “Mujer y Quetzal” Cartago, Costa Rica. 2017

Ilustración digital a pedido para taller de circulo de mujeres.