Naturaleza e Infancia: El escenario ideal para el desarrollo de la niñez

Nuevas mentes en pleno desarrollo y ávidas de aprendizaje requieren de ambientes especialmente estimulantes, espacios que sean combustibles del fuego del desarrollo. De todas las posibilidades, tal vez no hay mejor lugar para avivar esta llama que la naturaleza. En ella los seres, humanos incluidos, se enfrentan a un mundo siempre nuevo y desafiante, pero al mismo tiempo en armonía. Un espacio clave para el desarrollo de niños y niñas, especialmente hoy, donde cada vez más personas desarrollan sus vidas alejadas de una húmeda mañana en el bosque o del fuerte viento de las tardes frente al mar. 

La importancia de los primeros años

Durante los primeros años de vida los niños se encuentran en una etapa del desarrollo cognitivo a la que el biólogo Jean Piaget denominó etapa sensorio motriz, esto quiere decir, que es a través de la exploración con los sentidos y el movimiento que el cerebro encuentra los estímulos más adecuados para desarrollarse. Debido a que las neuronas, células claves del sistema nervioso, presentan especial plasticidad durante los primeros 5 años de edad, los científicos consideran este periodo como una ventana crítica para el aprendizaje donde el cerebro posee mayor capacidad de generar nuevas conexiones, organizarse y acomodarse. Esta facultad permite a los menores adaptarse rápidamente a cambios de ambiente e incorporar con mayor facilidad nueva información, por esta razón los niños y niñas son capaces de proezas, como aprender nuevos idiomas rápidamente. Esta capacidad de plasticidad permanece durante todo el ciclo vital, aunque disminuye exponencialmente con la edad. A pesar de esto, las conexiones formadas durante la infancia acompañarán a la persona el resto de su vida.

Esto hace fundamental que nuestros niños puedan habitar y desarrollarse en ambientes estimulantes, y de todas las opciones, probablemente no hay uno mejor que la naturaleza, un aula perfecta para el desarrollo de diversas habilidades.

Los niños no se intimidan por las condiciones meteorológicas. De hecho estas pueden ser una oportunidad de juego y aventura para ellos. Foto: Centro Educativo Montessori San Nicolás.

Niños en movimiento

Nuestra especie dispone de grandes superficies a lo largo del sistema nervioso dedicadas al control motor, que nos facultan para realizar diferentes tipos de movimiento, desde gruesos y amplios como caminar, hasta los más finos y precisos como mover la lengua para expresar palabras o utilizar la pinza de dedos para tomar un lápiz y escribir. 

Para desarrollar estas complejas habilidades el juego y el movimiento ocurren en los mamíferos como una actividad psicomotriz innata y como una necesidad fisiológica, donde el cerebro espera recibir constantemente nueva información. Cuando los niños caminan por superficies que no son planas, cuando saltan sobre un tronco o cuando se agachan para esquivar una rama, están viviendo experiencias que aportan a este progreso motor. Además, activan otros procesos, como el desarrollo del sistema vestibular, encargado del equilibrio. 

La naturaleza es el escenario ideal para desarrollar estas habilidades. El ambiente heterogéneo de un bosque, una pradera o una playa presentan desafíos diversos según las distintas capacidades y facultades motrices de los niños. Así, todos podrán afrontar retos estimulantes, ya sea simplemente cruzar un arroyo o la compleja tarea de escalar un árbol. 

La naturaleza suele ser un ambiente tranquilo y relajante, e incluso cuando hay estímulos, no hay una presión o sentido de urgencia.

La apertura de la mente

El lenguaje, la memoria, la capacidad de atención y la función ejecutiva (compuesta por las capacidades de razonamiento, planificación, fijación de metas, toma de decisiones, inicio y finalización de tareas, organización, inhibición, monitorización, memoria de trabajo verbal y no verbal, anticipación y flexibilidad), son habilidades cognitivas que se fortalecen desde los primeros años de vida y tienen relación fundamental con los estímulos que les otorga el ambiente. Los niños que son expuestos a entornos abiertos ganan importantes espacios para el desarrollo de estas habilidades, aumentando la posibilidad de exploración y con ello, la oportunidad de poner a prueba y perfeccionar sus capacidades intelectuales.

Los niños no se intimidan por las condiciones meteorológicas. De hecho estas pueden ser una oportunidad de juego y aventura para ellos. (Foto del Centro Educativo Montessori San Nicolás)

En la naturaleza existen muchos conceptos que varían en complejidad, lo que permite un incremento exponencial del vocabulario pasivo (comprensión mental de conceptos) y activo (verbalización de estos conceptos). Desde la identificación de una roca, el aire o ideas complejas, como las relaciones ecológicas, hasta la capacidad de expresar y dialogar  en torno a estas ideas y/o conceptos.

El entendimiento de este mundo exterior permite a los niños desarrollar la capacidad de asociar e imaginar. Así, orgánicamente el entorno natural unido a la curiosidad innata de los niños, generará cuestionamientos ¿Por qué las hojas están arriba de los árboles? o ¿Qué hay debajo de esa roca? Estas preguntas y desafíos resultan motivantes para los menores y estimulan la resolución de problemas y la memoria de trabajo (la cual mantiene información con un uso activo). Además, a diferencia de los juegos diseñados para adultos, con reglas fijas, en la naturaleza los niños deben idear los juegos, desarrollando la creatividad. A largo plazo, esto implica una completa reorganización de su entendimiento del entorno y sus componentes, incluidos ellos mismos.

Para los niños y niñas las experiencias al aire libre pueden ser toda una celebración, donde disfrutan y al mismo tiempo aprenden. Foto de Carolina Pereira.

El ser interno y la comunidad

Probablemente el ámbito más ignorado del potencial de la vida al aire libre en la infancia, es el desarrollo de la relación con las emociones y con los pares. Algo que se considera muy “humano”, pero que en nuestro día a día muchas veces no está presente.

La naturaleza suele ser un ambiente tranquilo y relajante, e incluso cuando hay estímulos, no hay una presión o sentido de urgencia. En ella los niños encuentran un espacio donde se sienten libres de expresar sus emociones sin ser juzgados. Por ejemplo, pueden mostrar compasión hacia otros seres, como el pequeño caracol que encontramos entre la hojarasca del bosque. Los niños pueden desarrollar  gran empatía cuando se dan cuenta que existen pequeños organismos viviendo a su alrededor.

Además, es un espacio para aprender a regular las emociones, valorizando los límites sanos de estas expresiones. Un niño enojado que rompe una rama de un árbol está expresando su ira de forma explosiva. En el bosque pueden aprender que esto tal vez le hace daño a otro ser vivo y que hay formas más sanas de lidiar con esta emoción, como correr por un sendero y luego respirar el aroma del bosque o del pasto húmedo. En relación al miedo, este funciona como un motor para enfrentar desafíos. Cuando el niño debe cruzar por unas rocas, una pequeña dosis de miedo genera un gran sentimiento de superación y satisfacción cuando logra el objetivo. Así, aprenden que son capaces( de superar una situación y recuperar un estado emocional normal o de alegría.

Todo esto se potencia aún más cuando los niños interactúan entre ellos y con adultos. Juntos, un grupo puede aprender a trabajar en equipo, compartiendo y poniendo a disposición sus distintas habilidades. Tal vez se unirán líderes exploradores y valientes con almas sensibles, aprendiendo mutuamente. Con una supervisión que permita estas interacciones sanas, este ambiente puede ser uno de crecimiento increíble, forjando habilidades psicoemocionales y sociales que serán claves para la vida.

Muchas cosas se pueden realizar en ambientes urbanos, asociándolo a la naturaleza, como este taller de arte con materiales recolectados en el bosque. Foto de @montaraz.naturaleza

Naturaleza, más cerca de lo que pensamos

Muchas cosas se pueden realizar en ambientes urbanos, asociándolo a la naturaleza, como este taller de arte con materiales recolectados en el bosque.

Cualquier espacio natural es el aula ideal. ¿Vives en la costa? Anda a la playa. ¿Cerca de la montaña? Visita sus senderos o la nieve en invierno. ¿En la ciudad? Conoce los parques, descúbrelos y vive el aprendizaje junto a los niños. Todo lo verdadero para ellos lo es también para nosotros y nunca es tarde para conectarnos con nuestro niño interior. ¿No hay tiempo para salir a los parques? No importa, la naturaleza está en todas partes. Una planta de macetero es naturaleza. En ella habitan seres, insectos de los que no nos percatamos. La mente curiosa de un niño encontrará estos secretos. Un patio es una selva para la mente expansiva de la infancia. Involúcrate en su proceso, sigue su curiosidad y permítele explorar y equivocarse. La caída de hoy es aprendizaje y fortalecimiento en el futuro. 

Combatiendo el déficit de naturaleza

Ya sabemos que los primeros años de vida de una persona son claves para su desarrollo. Hoy, más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades (UNESCO), espacios pensados para  comodidad y uso de los adultos, para quienes las “junglas de concreto” son un ambiente conocido, seguro e incluso estimulante. Pero para los niños esto no necesariamente es así. Los estímulos en ambientes urbanos son reducidos, como en la monotonía de una calle asfaltada, o muchas veces fuera del alcance del entendimiento de un cerebro recién en desarrollo, cuando éstos son tan intensos o rápidos que no permiten su procesamiento. Además, la calidad de los estímulos es dispar. Un árbol en una pantalla nunca podrá compararse con la experiencia multisensorial de vivenciar directamente el árbol. La textura rugosa de su tronco, el sonido del follaje al viento, el olor y sabor de la fruta madura. El estímulo al aire libre es simplemente de mejor calidad.

Nos hemos alejado de los ambientes naturales y esto ha afectado nuestra identidad y nuestro desarrollo como seres, tanto así, que muchos autores hoy hablan del “síndrome por déficit de naturaleza”. Hasta hace poco no había mucha evidencia de estas implicancias en niños, pero hoy existen diversos estudios que la avalan. En España se estudió la relación positiva de la exposición constante a áreas verdes y el desarrollo de habilidades cognitivas en niños de 7 a 10 años (Dadvanda et al, 2015). En China se realizó un estudio similar, pero con niños más pequeños (0 a 2 años) y también considerando el desarrollo motor (Liaoa at al, 2019). Barrera-Hernández et al 2020, estudiaron la relación de los comportamientos sustentables y la felicidad en niños.  Todo esto nos confirma algo que muchos ya percibimos:  la importancia de la vida al aire libre

Estamos a tiempo de ampliar el camino, especialmente en pos de nuestros pequeños, quienes albergan una fuente inagotable de energía, encontrando en la naturaleza un espacio vital para dejarla libre. Permitir que los niños vivan experiencias y acompañarlos en este proceso, no solo fomentará el desarrollo de seres humanos más sanos y seguros, sino que también impulsará la construcción de una sociedad más vinculada y en armonía con el medio ambiente.

Referencias

Barrera-Hernández Laura, Mirsha Alicia Sotelo-Castillo, Sonia Beatriz Echeverría-Castro and César Octavio Tapia-Fonllem (2020) Connectedness to Nature: Its Impact on Sustainable Behaviors and Happiness in Children. Front. Psychol., 26 

Dadvanda Payam, Mark J. Nieuwenhuijsena, Mikel Esnaolaa, Joan Fornsa, Xavier Basagañaa , Mar Alvarez-Pedrerola, Ioar Rivasa, Mónica López-Vicentea, Montserrat De Castro Pascuala, Jason Suf, Michael Jerrettg, Xavier Querole, and Jordi Sunyer Green spaces and cognitive development in primary schoolchildren 2015. Proceedings of the National Academy of Sciences 112 (26), 7937-7942

Liaoa J. ,Zhang B.,Xiaa W., Caob Z. Zhang Y., Liang S., Hu K., Xua S.,Li W., 2019. Residential exposure to green space and early childhood neurodevelopment Environment International, Volume 128, Pages 70-76

https://www.losarbolesmagicos.es/2020/02/16/trastorno-por-deficit-de-naturaleza/ 

https://ecoosfera.com/naturaleza-ninos-beneficios-consejos-jugar-aire-libre/

https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/francisco-mora-el-cerebro-solo-aprende-si-hay-emocion/

https://www.lavanguardia.com/natural/tu-huella/20190313/461011629869/naturaleza-ninos-mejoras-aprendizaje-infantil-revision-estudios.html

https://elpais.com/economia/2017/03/21/actualidad/1490090070_278719.html?id_externo_rsoc=FB_CC&fbclid=IwAR3emOIOdYD8VqhWOURUWpDHJWfzdBcM-WiOORB5o9HvRNGxaATzQFI8i1Y

Sobre los Autores

Karen Stuardo es Fonoaudióloga, dedicada al estudio del neurodesarrollo infantil y amante de la vida en  la naturaleza. 

Bastian Gygli es estudioso de la naturaleza que a través de la fotografía, los libros y el turismo busca compartir sus regalos.

Imagen de portada: A los infantes les encanta la exploración y el juego al aire libre, especialmente si pueden hacerlo con sus amigos. Foto de Unsplash.com