El gato andino: Puente de conexión entre las comunidades andinas y su cultura

A lo largo de los Andes de Argentina, Chile, Bolivia y Perú vive un misterioso felino del cual hasta hace poco más de 20 años la ciencia occidental conocía de su existencia, pero nada se sabía acerca de su biología y ecología: el gato andino (Leopardus jacobita). Fue con el propósito de conocer y estudiar a este felino que el año 1999 se creó la Alianza Gato Andino (AGA), una organización que se dedicó a recabar información sobre esta enigmática especie, clasificada como “En Peligro” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y uno de los felinos más raros del mundo.

El felino sagrado de los Andes

En sus inicios, las primeras expediciones para conocer al gato andino se realizaron en el altiplano andino, un lugar tan inhóspito como cautivador, situado en lo que podría llamarse el techo del mundo terrenal. Basándonos en la mitología Inka, el lugar donde habita este felino se encuentra en lo que sería la frontera entre Kai pacha (el mundo de aquí) y Hanan Pacha (el mundo de arriba, donde se encuentran los dioses), alcanzando alturas que pueden superar los 5.000 metros de altitud (casi el límite de las condiciones para la vida macroscópica). Es entre rocas y laderas escarpadas que este felino ha encontrado su lugar en el mundo, cerca de los Apus y Achachilas, entidades superiores para el mundo andino. Y al parecer este lugar privilegiado junto a los dioses espirituales ha hecho que el gato andino no haya pasado desapercibido para las comunidades de los Andes.

Mujeres pastoras de la comunidad de Pucasaya, Perú © Anthony Pino – AGA

Una cosmovisión ampliamente representada

Si bien hasta hace muy poco para la ciencia occidental este felino era prácticamente un fantasma, hace años que para el mundo andino su figura fue parte relevante de su cultura. Diversas son las manifestaciones precolombinas que a través de petroglifos, vasijas y elementos rituales muestran a un felino moteado dotado de una larga y gruesa cola anillada. Su figura aparece además en narraciones locales como la del mito del Qhoa, el cual habla sobre un felino volador capaz de traer las lluvias al altiplano (Kauffmann, 1991). Por cierto, este mismo felino es el que se encuentra entre las figuras dibujadas en el altar mayor en el templo de Coricancha en Cuzco, representación considerada la síntesis de la cosmovisión andina (Giraldo-Jaramillo, 2015). El mito del Qhoa recobra especial relevancia en los ecosistemas del Altiplano andino, en donde el agua es un elemento escaso, y a la vez de gran importancia para la agricultura y ganadería, principales actividades económicas de las comunidades locales.

Asociado también a la actividad ganadera se encuentra el uso ritual de pieles y ejemplares embalsamados de este felino (y también del gato del pajonal o colocolo, Leopardus colocolo) por parte de las comunidades. Durante las ceremonias andinas del wayño y la k’illpa, a través de las cuales el ganado camélido (llamas y alpacas) es marcado, el gato andino se transforma en una figura central que se asocia con los dioses, llamando a la fertilidad y prosperidad. En estos rituales el gato toma el nombre del Awatiri Mallku, el pastor o cuidador sobrenatural de los animales, vínculo entre el mundo terrenal y sobrenatural. Esta estrecha interrelación entre elementos naturales propios del ecosistema y elementos relevantes dentro de la cultura es común en el mundo andino, en donde animales, plantas, ríos y montañas tienen un valor cultural, más allá de su valor ecológico (Grebe, 1989; Castro y Aldunate, 2003). De esta manera, la naturaleza pasa a formar parte fundamental en sus quehaceres, tradiciones y costumbres, a la que se le respeta y venera.

Figura de felino alusiva al gato andino en pieza de alfarería de Tiwanaku © Nicolás Lagos

El abandono del origen

Al igual que la naturaleza, la cultura humana se encuentra en constante evolución. Si bien en las culturas andinas estos cambios históricamente han ocurrido en sincronía y armonía con su entorno natural, la occidentalización y consecuente alejamiento de las personas con su identidad cultural y la naturaleza ha traído consigo una pérdida de esta conexión tan importante con lo que ha formado parte intrínseca de sus vidas. Para el mundo occidental, naturaleza y cultura parecieran ser dos conceptos opuestos que además se presentan en una relación jerárquica en donde la naturaleza se encuentra al servicio del bienestar humano. Sin embargo, las comunidades andinas entienden que el bienestar humano se encuentra fuertemente ligado al bienestar de la madre naturaleza, como lo representan en la filosofía andina del Sumaq Kawsay o el Buen Vivir.

Es entre rocas y laderas escarpadas que este felino ha encontrado su lugar en el mundo, cerca de los Apus y Achachilas, entidades superiores para el mundo andino

A partir del desencuentro que hubo entre las culturas existentes en nuestro continente previo a la llegada de los europeos y la cultura del viejo mundo, las primeras han recibido modificaciones importantes, siendo un fenómeno de transformación continua (Ortiz, 1992) y en la mayoría de los casos iniciado a la fuerza. Con la llegada de la cultura del nuevo mundo y el proceso de extirpación de idolatrías, se evidenció el despojo sistemático de la rica cultura precolombina que reinaba en los Andes centrales (Castro, 2009). Y fue así como los Apus fueron suplantados por cruces en sus cumbres, las Huacas por iglesias, los idiomas Quechua, Aymara, Kunza y otros por el castellano, y en la actualidad los tres mundos de la mitología inka fueron reemplazados por el de la ciudad y el del campo. Al ver despojada en el mundo andino la relación entre naturaleza y cultura, el respeto y cuidado hacia la madre Tierra ha quedado cada vez más olvidado.

Con el paso de los años, cada gran avance tecnológico empezó a conectar a las personas alrededor del mundo, hasta llegar a la actualidad, en donde podemos saber en tiempo real qué es lo que sucede en el otro extremo del mundo, a miles de kilómetros de distancia. Latinoamérica no fue ajena a estos avances, sin embargo, surgió en la mente de sus habitantes una confrontación de palabras: naturaleza y desarrollo. Pero este concepto de desarrollo dista mucho del que practicaron las culturas andinas a través del Buen Vivir, ya que se encuentra estrechamente relacionado con el crecimiento económico desenfrenado, que no respeta ni conoce los límites propios de la naturaleza.

Artesanas de la comunidad de Lagunillas de Farallón en Argentina preparando la materia prima para sus artesanías © Silvina Enrietti

La artesanía como generadora de lazos entre mujeres y su cultura

“Me siento orgullosa de saber que sí hago algo por mi tierra, para que se conozca que el gato andino está presente y a la vez lograr que no se extinga” dice María Molina, miembra de la agrupación de artesanas “Las Mitchy de Ayquina” en Alto Loa, en la región de Antofagasta. Junto a otras mujeres del sector han impulsado la creación de artesanías en base al gato andino hacia todo Chile y el mundo. Y es que uno de los principales propósitos de la Alianza Gato Andino y de la iniciativa “CATcrafts” es la conservación a largo plazo de las poblaciones de esta especie, en armonía con las comunidades locales con las cuales comparte su hábitat. Para lograr esto ha sido fundamental el trabajo colaborativo con la gente local, respetando su cultura e implementando programas que permitan un desarrollo económico local de manera armónica con su entorno, integrando así la cultura actual, la naturaleza y los valores culturales ancestrales.

La iniciativa, que ya está presente en comunidades de Argentina, Chile y Perú, tiene como objetivo potenciar alternativas económicas sustentables para las comunidades andinas. Para esto, trabajan junto a mujeres artesanas para identificar y fomentar la práctica de técnicas ancestrales y la utilización de materias primas locales, poniéndolas en perspectiva para el comercio global. De este modo buscamos reconocer la evolución de la cultura local, pero a su vez protegiendo y celebrando su identidad ancestral, integrando a las comunidades que cohabitan con el gato andino al mundo occidental, pero manteniendo sus valores tradicionales. Asimismo, buscamos empoderar a las mujeres locales mediante la generación de ingresos alternativos para sus familias.

Una parte muy importante del programa incluye también el intercambio de saberes entre las comunidades que habitan los distintos rincones de distribución del gato andino. Sabemos que al igual que el gato andino, la cultura andina se encuentra en un proceso de extinción local, en donde la juventud ha perdido el interés por reconocer y valorar sus raíces. En el mundo andino son las mujeres las encargadas del resguardo y transmisión de la cultura y saberes tradicionales dentro del núcleo familiar. Estos encuentros permiten a las artesanas conectarse a través de algo tan propio como sus saberes y cultura, y a la vez perfeccionar y aumentar el abanico de conocimientos para generar ganancias a través de actividades amigables con el medio ambiente. A lo largo de estos tres años de vida, creemos que este programa ha aportado un granito de arena para transformar a las artesanas en embajadoras de la conservación y de la cultura Andina ayudándolas a compartir aún más esta hermosa cultura con el mundo entero, para que así no se pierda ese poco conocido pero importantísimo pedacito de los Andes.

Mesa ritual en ceremonia de la k’illpa en el Parque Nacional Sajama, Bolivia © Natalia Giraldo

Referencias

Castro, V., & Aldunate, C. (2003). Sacred Mountains in the Highlands of the South-Central Andes. Mountain research and development, 23(1), 73–79.

Castro, V. (2009). De ídolos a santos: evangelización y religión andina en los Andes del sur. Santiago, Chile: Universidad de Chile, Facultad de Ciencias Sociales : Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana.

Giraldo, N. (2015). Conversar y conservar en los Andes del centro-sur. Sacralidad y conservación de los felinos menores altiplánicos gato andino y gato de las pampas. Tesis presentada para optar al grado de Magíster en Áreas Silvestres y Conservación de la Naturaleza. Universidad de Chile, Santiago, Chile. 301 pp.

Grebe, M.E. (1989). El culto a los animales sagrados emblemáticos en la cultura

Aymara de Chile. Revista Chilena de Antropología, (8), 35–51.

Kauffmann Doig, F. (1991). El mito de Qoa y la divinidad Universal Andina. En: El Culto estatal del imperio Inca: Memorias del 46o Congreso Internacional de Americanistas, Simposio ARC-2. 1988 (Vol. 2, pp. 1–34). Amsterdam: Universidad de Varsovia, Centro de Estudios Latinoamericanos, CESLA.

Ortiz, G. P. (1992). Impacto a nuestras culturas autoctóctonas y sus transformaciones con la llegada de los españoles. Temas de Nuestra América. Revista de Estudios Latinoamericanos, 8(18), 89-102.

Figuras artesanales del gato andino © AGA

Sobre los Autores

Nicolás Lagos es Ingeniero en Recursos Naturales Renovables, Coordinador en Chile de Alianza Gato Andino, se dedica a la protección y conservación de los felinos silvestres en Chile, en especial del gato andino y el puma. Además, es un fotógrafo aficionado que disfruta de caminar y asombrarse con la belleza de la naturaleza.

Cintia Tellaeche es Bióloga Argentina y miembro de la Alianza Gato Andino, ha dedicado su carrera desde los inicios al estudio del gato andino, y al trabajo con las comunidades locales para lograr la coexistencia entre la fauna silvestre y las poblaciones humanas, en el norte de Argentina.

Anthony Pino es Biólogo Peruano y ecólogo de profesión, amante de la naturaleza y la cultura alto andina y junto con sus colegas de la Alianza Gato Andino actualmente dedica todos sus esfuerzos y capacidades a la conservación de estos ecosistemas.

Imagen de portada: Gato andino (Leopardus jacobita) © Juan Reppucci – AGA